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G. de la Fuente: «Lagos debe convencer a la izquierda que quiere avanzar en reformas»

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Hace un par de semanas, la directora ejecutiva de la Fundación Chile 21, Gloria de la Fuente, fue una de las presentadoras del libro En vez del pesimismo, del ex Presidente Ricardo Lagos, en la sede del Congreso de Santiago. En ese texto, el otrora mandatario y precandidato condensa “una mirada estratégica de Chile al 2040”.

Con el paso de los días, la líder del centro de estudios ligado al oficialismo -quien se define cercana al ex gobernante, pero que apoyará “al candidato que defina la Nueva Mayoría”- interpreta algunos puntos del libro y analiza la performance presidencial de uno de los abanderados de la Nueva Mayoría. “No es un libro de una propuesta programática que esté cerrada. Más bien, es el planteamiento de una serie de temas que, pensado al 2040, son relevantes para que Chile pueda alcanzar un nuevo pacto y un nuevo modelo de desarrollo”, resume De la Fuente.

Se ha dicho que Chile pasa por una “crisis” de confianza. Y el libro de Lagos dedica un capítulo al “malestar” del país. ¿Qué conclusiones saca de ese apartado?

En el libro, Lagos dice que el malestar es más propio de la transición que viven las democracias, no sólo en Chile, sino que en el mundo, que hablan de una indignación ante las estructuras de representación, con nuevas formas de relacionarse en la política. El capítulo que condensa toda esta discusión, sin embargo, tiene que ver con el que dedica al cambio a la Constitución.

En el que no se juega por un mecanismo que reemplace la actual Carta Fundamental.

El libro no se juega por una tesis. Habla de un gran pacto, pero tiene sentido que no haya un pronunciamiento específico por un mecanismo. La verdad es que el libro profundiza en algunos temas, pero, en general, la tónica son lineamientos; los grandes temas que el país debe enfrentar. Y está bien que no se pronuncie sobre un mecanismo constitucional, porque es una definición que debería tomar la Nueva Mayoría.

¿Es una dificultad para Lagos hablar sobre nueva Constitución, considerando que sus reformas constitucionales del 2005 han sido declaradas insuficientes?

Lagos, incluso antes de manifestarse disponible, hizo una autocrítica de esto. El ha dado una explicación bien razonable si uno mira la historia. El año 2005 no había mayorías en la Concertación, y la discusión de ese año fue ‘en la medida de lo posible’, pero en función de la derecha que no estaba dispuesta a ceder mucho más. Se lograron cosas súper relevantes con los enclaves autoritarios de la época: cambiar la composición del Cosena (Consejo de Seguridad Nacional) y eliminar a los senadores designados. Eso fue clave.

¿No se podía más?

Dado el contexto de ese minuto, se hizo lo que se pudo. Pero no creo que eso inhabilita a Ricardo Lagos, entendiendo que el escenario político cambió y que es necesario abordar esto con otro tipo de mayorías.

¿No genera distancia difundir un libro que hable de políticas públicas para el “2040”, cuando una campaña presidencial también requiere de conexión emocional con el electorado para la próxima elección?

Es que la campaña todavía no ha partido en lo formal. Lo que hace Lagos con el libro es poner sobre la mesa una propuesta de país para discutir. Vivimos discutiendo sobre las dinámicas chicas del poder: que la interna del partido, que el diputado se enojó con el otro. Eso a la política no le hace bien. Probablemente, cuando constituya equipo y salga a terreno, esa discusión de largo plazo no estará desconectada con el presente.

¿Entonces Lagos partió su campaña desde la elite?

Puede haber algo de eso. El libro plantea ideas que no sólo le hablan a la elite. Sí concuerdo en que la necesidad del libro es aterrizar a lo cotidiano de las personas.

¿Por qué Lagos es resistido por la izquierda?

Creo que se han generado fantasías en torno a su gobierno.

¿Cuáles?

Hay una idea de que Ricardo Lagos, por la lógica de la gobernabilidad, se trató de entender más con algunos sectores que con otros. Eso no fue tan así, porque, en rigor, lo que hizo fue entenderse con sectores de la derecha y, desde ahí, avanzar en lo posible con sus mayorías en el Congreso. Pero no creo que sea el futuro por el que Lagos está dispuesto a jugársela. Es posible que se genere un diálogo con la izquierda, porque su propuesta es progresista.

¿Es progresista plantear que las universidades que lucren paguen impuestos, por ejemplo?

Fíjate que eso no está en el libro. En el libro dice que no es compatible el lucro con la educación.

Cito el libro: “De ninguna manera el lucro puede ser aceptado en aquellas universidades que reciban apoyo del Estado. Cuando hay lucro en una institución de educación, lo que debe haber es la obligación de pagar impuestos”.

O sea, yo interpreto que por lo menos con aporte del Estado, claramente, no. Habrá que resolver en su minuto que esto no se transforme en un negocio.

Dirigentes del PC acusan que durante el gobierno de Lagos se acentuó la concentración económica. ¿Eso también es fantasía?

No creo que durante el gobierno de Lagos se haya concentrado en particular la riqueza. Hubo una opción, en general, de los gobiernos de la Concertación de garantizar la gobernabilidad del país, que tuvo ciertos costos. Un costo es que nos habría gustado avanzar más en lo social, pero no fue posible.

¿Hubo un desbalance hacia el sector privado? “Mis empresarios aman a Lagos”, decía un dirigente empresarial a fines de su gobierno.

Uno ve que en el mundo empresarial miran con más buenos ojos a Lagos que a Piñera, sin duda. Piñera tuvo una relación más conflictiva con los empresarios. Ahora, la necesidad de Lagos es mirar hacia los otros sectores, los que están en la centroizquierda y que lo miran con más distancia. El desafío de Lagos es convencer a la izquierda de que él está de acuerdo para avanzar en reformas. (La Tercera)

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