Europa: “No existe un derecho a la inmigración”

Europa: “No existe un derecho a la inmigración”

Compartir

El tema de la migración forma parte de su biografía familiar. La abuela de Gerald Knaus era ucraniana y fue asesinada por soldados del Ejército Rojo. Su madre llegó después de la Segunda Guerra Mundial como apátrida a Suiza y, más tarde, a Austria, donde creció Knaus. Como estudiante en Viena, vio caer el Muro de Berlín en 1989, hecho que influyó en la vida cotidiana de la capital austriaca.

Comenzó un nuevo capítulo en la historia de la migración europea: casi de la noche a la mañana, la metrópolis ya no se hallaba al borde de Europa occidental, sino en el centro de un continente en proceso de apertura al mundo.

Apenas unos años después de la caída de la cortina de hierro, millones de personas fueron expulsadas de Kosovo y Bosnia. Knaus vivió en Bosnia durante cuatro años y observó «cómo el nacionalismo alimentó el odio durante años y luego desató una enorme explosión de violencia y genocidio en el centro de Europa».

En la actualidad es presidente de la Iniciativa de Estabilidad Europea (ESI), creada después de la guerra de Kosovo, que representa los intereses de los Estados del sureste europeo frente a Europa occidental.

Gerald Knaus, presidente de EIS, Iniciativa de Estabilidad Europea.Gerald Knaus, presidente de EIS, Iniciativa de Estabilidad Europea.

«POLÍTICA DE MERKEL HA SALVADO EL ALMA DE EUROPA»

La labor de ESI es complicada. Muchos miembros de la UE se preguntan cuántos refugiados pueden acoger. Sobre todo, Alemania, ha recibido muchos entre 2015 y 2016.

Knaus está convencido de que fue correcto fue mantener, en su momento, las fronteras abiertas, porque: ¿cuáles habrían sido las alternativas? «Por la guerra en Siria, Turquía acogió a más refugiados que en cualquier otro país de la UE. Tendríamos que haberle ofrecido mucha más ayuda a los turcos», opina y continúa «pero cuando la gente ya estaba en camino, la única pregunta era: ¿Cóm controlarla?

Ante esta realidad, Merkel tomó dos decisiones: «Primero, que Alemania no trataría tan mal a los migrantes como para que decidieran no quedarse en Alemania y, segundo, que el problema no podía dejárselo solo a Grecia. Esta política ha salvado el honor y el alma de Europa».

Sin embargo, salvar el continente tuvo un precio: el aumento de los partidos populistas de derecha en Europa, especialmente en Europa del Este. Resulta particularmente sorprendente que dichos partidos ganaron fuerza donde no había refugiados, dice Knaus. Actualmente hay alrededor de 160 solicitantes de asilo en Hungría. «Sin embargo, allí se hace política azuzando con el temor de una supuesta invasión masiva», subraya.

CONTROL DE MIGRACIÓN Y RESPETO

El debate político solo se puede abordar haciendo una distinción entre migración regular e irregular, dice el investigador. Los refugiados estarían incluidos en el segundo grupo. Knaus no critica a los que defienden el control de las fronteras y la migración irregular, pero la realidad es que «no existe un derecho a la inmigración».

Después del Holocausto, Europa respaldó el principio de que no se podía poner en peligro a ningún solicitante de asilo, por ejemplo, obligándolo a volver a su país de origen. «Este principio está estipulado en la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de Refugiados y debe respetarse. El desafío es controlar la migración irregular y, a la vez, que se respeta el principio humanitario, no poniendo a la gente en peligro. Creo que es posible», asegura el experto.

Migrantes en la frontera alemana en 2015.Fronteras abiertas en Alemania en 2015.

LÍMITES DEL PACTO MIGRATORIO ONU

El Pacto sobre Migración de la ONU solo tendrá un impacto menor, cree Knaus. Según el experto, dicho acuerdo pretende, sobre todo, regular la migración y reducir la irregular: «La única pregunta es: ¿cómo?».

Solo en octubre, según el presidente de ESI, más de 11.000 personas llegaron a España desde Marruecos, a través del Mediterráneo. «Si queremos reducir la cifra, necesitamos cooperación con Marruecos y los países de origen». Sería necesario poder devolver a esas personas a sus países de origen en caso de que no necesiten protección. Esto reduciría la migración irregular y peligrosa a través del mar. «Es legítimo reducirla», explica.

Los europeos deben cooperar con Nigeria, Costa de Marfil o Senegal para que desde España, Francia, Italia o Alemania, los migrantes puedan regresar a sus países de origen. Estos tendrían que emitir los documentos pertinentes. Para ello es necesario crear incentivos: «Si se permite el fácil acceso a los estudiantes de esos países a la universidad o la formación profesional en Alemania y, a cambio, dichos países facilitaran el retorno a sus ciudadanos irregulares en Europa, todos se beneficiarían».

DECLARACIÓN DE INTENCIONES PUEDEN CONVERTIRSE EN LEYES

El pacto migratorio no es vinculante, como se ha repetido hasta la saciedad. Pero las declaraciones de intenciones pueden convertirse en leyes, como lo demuestra la Carta de Derechos Humanos, dice Cigdem Akyol.

Al final algunos de los asistentes se tomaron las manos, celebraron y rieron, incluso hubo aplausos. Lo que fue acordado en julio de 2018 en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, tras varios años de duras negociaciones, generó un entusiasmo desbordante. Pero lo que fue celebrado a nivel internacional como un éxito, en Alemania es discutido como algo controvertido. Quienes se oponen al pacto migratorio repiten una y otra vez que pone en riesgo la soberanía nacional. El Parlamento alemán aprobó una declaración que afirma, una vez más, que el pacto no vincula legalmente a Alemania. Pero en realidad las cosas no son tan sencillas.

La verdad es que el pacto no limita la soberanía de los Estados, pero sí es cierto que la ley trabaja a distintos niveles. Y aunque no es vinculante, el pacto migratorio sí tiene efectos. Las regulaciones en él incluidas pertenecen a las llamadas «leyes blandas», el término usado en el derecho internacional para referirse a legislaciones no vinculantes.

Cigdem Akyol.Cigdem Akyol.

PRESIÓN MORAL DE CUMPLIMIENTO

Este es un instrumento para situaciones que se encuentran entre las normas legales vinculantes y aquellas que no lo son. Es una suerte de declaración de intenciones, en la cual no existen sanciones internacionales por el no cumplimiento de lo acordado. Aunque si bien no es legalmente punible, no cumplir no es un asunto irrelevante. Las «leyes blandas» conllevan una presión de cumplimiento. Los Estados solo firman esta clase de instrumentos cuando respaldan su contenido, por lo que los Gobiernos generalmente los implementan a nivel nacional y, por ello, los incorporan a la legislación. Además, estos documentos proporcionan mecanismos para garantizar su cumplimiento (a menudo deben hacerse informes sobre la base de los cuales se hacen ránkings), por lo que también existe una presión moral para implementar las normas.

Además, el derecho internacional consuetudinario puede comenzar a regir cuando, en la práctica, la ley se aplica a lo largo de los años. En tal caso, se puede hablar de una «normalización». Por ejemplo, en 1948 la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Con el tiempo, los Estados llegaron a la convicción de que se trataba de normas vinculantes y, en 1966, se adoptaron, en el seno de la ONU, dos pactos que sí son jurídicamente vinculantes.

Esta práctica requiere de procesos largos, pero también de la convicción legal de parte de los Estados de que la regla debe ser legalmente vinculante. Cuando todos los Estados se adhieren durante años a una propuesta, lo políticamente vinculante puede llegar a ser legalmente vinculante, aunque algo así puede tardar décadas. Incluso en un caso así, se trata de algo complejo: si la mayoría de los Estados de la ONU no cumple el pacto, entonces el derecho consuetudinario no es aplicable y, por lo tanto, ningún país tendría obligaciones al respecto. Tampoco Alemania.

En cualquier caso, lo que dice ese pacto no es nada nuevo para Alemania, porque acá se aplica sí o sí el Convenio Europeo de Derechos Humanos. Si el Tribunal de Estrasburgo determina que una familia afgana no puede ser deportada de Alemania a Italia por determinadas circunstancias, entonces no puede ser deportada. Eso es legalmente vinculante.

LO MEJOR QUE PODÍA HACERSE

La idea de que este pacto podría socavar la jurisprudencia nacional -en contraste con la legislación de la UE, la Convención de los Derechos Humanos y la Convención contra la Tortura- es francamente absurda. La migración es un clásico tema de alcance global, y solo puede ser abordado de manera internacional. Y teniendo en cuenta que los estados evitan cada vez más las leyes vinculantes, lo que se logró con el pacto migratorio era lo mejor que se podía lograr.

Cigdem Akyol es una periodista independiente y estudió Derecho en la Universidad de Colonia. (DW)

Dejar una respuesta