En búsqueda de equilibrios-Harald Beyer

En búsqueda de equilibrios-Harald Beyer

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Gabriel Boric será el Presidente más joven en la historia de Chile. Significa un cambio generacional relevante y la llegada a La Moneda de una mirada muy crítica del país que se ha construido en las últimas tres décadas. La primera vuelta mostró que esa visión es menos compartida de la que este sector político creía. Boric tuvo la sabiduría de cambiar su discurso en la segunda vuelta. Todo indica que la población le creyó, logró sumar más votantes y con ello logró una victoria que le permitirá cruzarse la banda presidencial el próximo 11 de marzo. En efecto, 1,25 millones de votos válidos más respecto de la primera vuelta (y una participación total de 56 por ciento) posibilitó un triunfo con una holgura significativa que deberá administrar con mucha prudencia.

El programa elaborado sigue siendo mucho más refundacional que el discurso de estas últimas cuatro semanas. El equilibrio entre ambas dimensiones será el mayor desafío de los próximos dos meses. En este período deberán tomarse definiciones mucho más precisas respecto de la estrategia de gobierno y, en línea con ella, el gabinete que le dará sustento. El Presidente electo debe tomar en este lapso decisiones claves. Es evidente que la agudización de los conflictos, tan propia de la aproximación de este sector en su papel como oposición y que incluso se notó ayer en el episodio del transporte público, debe dar paso ahora a la búsqueda de acuerdos para llevar adelante su gestión gubernamental. Adicionalmente, en su papel de Jefe de Estado, facilitar una nueva Constitución, respetando la labor de la Convención, que interprete la pluralidad cultural, social y política del país.

Sus primeras declaraciones sugieren que el Presidente electo no se siente, más allá de algunas agresividades innecesarias en su discurso de anoche, incómodo en el papel que cumplió en la segunda vuelta, en el que fue evidente su voluntad de valorar la diversidad de la población y reconocer las complejidades de los desafíos que tiene por delante el país. Abordarlos requiere de acuerdos, porque las ideas que ayudan a resolverlos están dispersas en el espectro político y la realidad del próximo Congreso obligará a ese camino. Además, sus planteamientos programáticos, más allá de la dirección hacia la que quiere caminar, son muy débiles y tienen vacíos que no dan cuenta de las complejidades antes señaladas. Desde luego, la experiencia comparada muestra que no es posible recaudar los montos a los que aspira el programa en los tiempos indicados con los instrumentos tributarios planificados. En los casos en que se ha verificado esa alza, los instrumentos han sido otros o se ha traducido en un fracaso. En otras reformas, como la de pensiones o la de salud, las imprecisiones son muchas y los planteamientos contradictorios. Aquí también se requiere un balance.

Con todo, dejan entrever una voluntad de entregarle a la población más seguridades en asuntos que son relevantes para su calidad de vida. En un sentido amplio, estas son las grandes demandas ciudadanas, porque ellas le permiten la autonomía necesaria para llevar adelante sus proyectos de vida. El proyecto político de José Antonio Kast falló precisamente en transmitir una agenda que promoviera esa autonomía y las seguridades que le dan sustento. Su énfasis estuvo en una dimensión, que sin dudas es relevante, pero no suficiente como es la seguridad ciudadana. Su bajo apoyo en las mujeres es quizás el mejor indicador de esa carencia. La falta de comprensión de las demandas de los distintos grupos que componen la sociedad plural que habitamos fue un error de esta campaña, pero también ha sido una carencia que ha arrastrado el oficialismo actual. Este es un desafío que en el futuro los sectores de la derecha no pueden esquivar. (El Mercurio)

Harald Beyer

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