El próximo Año Nuevo

El próximo Año Nuevo

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Las elecciones son la verdad en política. Y tenemos un año completo, donde ocurrirán todas las elecciones imaginables. Con un ingrediente adicional. El país cambió, pero nadie sabe bien cómo, cuánto y en qué dirección. No hay mediciones reales. Después de dos hechos traumáticos vividos por Chile -el 18/O y la pandemia– hay solo encuestas; salvo un plebiscito que nos advierte el deseo masivo de algo nuevo. ¿Qué? Nadie sabe bien, todos especulan. Hay razones para apostar cualquier cosa: a la derecha, al centro, a una u otra izquierda.

Estas batallas se van delineando, con similitudes y diferencias. Por ejemplo, todos reivindican la “unidad” de su sector; y no solo por la distinta eficiencia que significa ir unidos o en más de una lista. Reivindicar “unidad” es simplemente decir, mira elector, todos en el sector somos más o menos lo mismo, si votas por mí, no es tan distinto que si votas por otro. Es indispensable para aquellos que buscan socavar las opciones electorales hasta ahora dominantes.

Pero esto tiene formas diferentes. La derecha acordó lista única para la Constituyente. Su disputa interna será más civilizada y su resultado electoral se verá potenciado. Queda por ver si el acuerdo con José Antonio Kast le aporta o quita votos. El centro político será zona de disputa, como hace mucho no lo es. Desde la coalición de esa derecha electoralmente unida, por primera vez parte de ella apunta a constituir una centroderecha de verdad; lo expresan figuras como Lavín, Sichel, Desbordes y otros. La DC, alentada por las recientes primarias, deberá disputar ese espacio que otrora le perteneció; pero ahora, enfrentando tironeos desde la derecha y la atracción orbital sobre sus definiciones y militancia, de una oposición largo rato izquierdizada.

En la izquierda la batalla será más despiadada. El reclamo de “unidad” lo patrocinarán el PC y lo que queda del FA, que apuntan al electorado de Unidad Constituyente (UC). Dirán, mira, no somos tan diferentes, pero sí más consecuentes; y los de UC que renegaron de su obra, estarán más indefensos, pero no necesariamente derrotados. El PC suma además otro objetivo: desplazar a ese FA en crisis y sin presidenciable competitivo, en la representación del electorado más descontento con quienes prometieron igualdad y decepcionaron como gobernantes. Apunta a esa masa aluvional, que años atrás el FA surfeó con éxito notable, pero que en su inconsistencia fue incapaz de encauzar. Favorecido por un presidenciable competitivo, el PC apuesta no sólo a socavar electoralmente a UC, sino a hacerse del capital electoral de ese Frente Amplio en crisis, que optó por entregarse en sus brazos. Reitera así una obsesión derrocadora multidireccional.

En 2021 se medirán partidos que ignoran su real peso actual en la sociedad. Apostaría que a la altura del próximo Año Nuevo, el mapa político nacional será distinto. (La Tercera)

Oscar Guillermo Garretón

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