El gobierno frente al megaincendio

El gobierno frente al megaincendio

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A inicios de 2020, un atribulado Sebastián Piñera buscaba ansiosamente fórmulas para salir de la crisis de gobernabilidad que se había instalado en el país tras el estallido social de octubre de 2019.

La leyenda dice que fue el entonces ministro Jaime Mañalich quien llegó con la “buena nueva”. Todo indicaba que un nuevo coronavirus se habría traspasado a humanos a través de alguno de los mamíferos comercializados en los mercados de Wuhan, China. Un nuevo virus, potencialmente tan contagioso y letal, que parecía reunir las características necesarias para transformarse en una pandemia equivalente a la de la gripe española de 1918.

Mañalich tuvo razón. La llegada del Covid-19 cambió completamente la agenda y Piñera, cual pez en el agua, se abocó a gestionarla. Y, pese a los embates de una intransigente oposición, pudo transformar la crisis en oportunidad para terminar razonablemente bien su gobierno.

Y como la historia no se repite, pero rima, este 2023 un complicado Presidente Boric iniciaba su periplo vacacional como el mandatario con la menor aprobación ciudadana (en su primer año) y una mochila saturada de problemas.

A cuestas cargaba, entre otras piedras, con la crisis por los indultos aún abierta, con ministros y ministras cuestionados y paralizados ante un cambio de gabinete inevitable e inminente, con la filtración del audio de una reunión de la canciller con su equipo y con la pesadez de habérsela jugado públicamente en favor de una lista unitaria para la elección de consejeros constitucionales sin obtener resultados.

En ese contexto, el Presidente decidió aprovechar sus vacaciones para tocar la melodía que más le gusta y mejor sabe: la de la cercanía, la empatía y la simpleza. Nada muy distinto a mostrarse como cualquier ciudadano de la patria, sin privilegios especiales. Tanto así que, a poco andar, ya contaba con dos fotografías de alta viralización: una conversando coloquialmente en un avión (comercial por supuesto) con otros pasajeros y otra comprando alimentos en un supermercado de Coyhaique.

Una puesta en escena que por muy bien representada que estuviera, sería absolutamente insuficiente para recuperar la agenda y menos para revertir las cifras de desaprobación presidencial. Una crítica de la población que no pasa por la carencia de atributos blandos, sino que por falta de competencias para gestionar el país y sus problemas. Aquello que el analista Jorge Navarrete describió como “un cierto desdén por la complejidad, no sopesar lo que significa gobernar”.

Pero como no hay giros más repentinos que en política, la tercera imagen de un Boric en vacaciones a escala humana nunca llegó. Lo que si le llegó al mandatario fue una noticia de bastante más cerca que la que le llegó a Mañalich desde Wuhan. Esta vez el país se incendiaba en la zona centro-sur y no habría espacio para continuar las vacaciones.

Es posible que Boric haya pensado como el expresidente Piñera que toda crisis es una oportunidad. Y que el megaincendio junto con arrasar miles de hectáreas y cobrar dramáticamente vidas humanas, también se llevaría esa irritante agenda centrada en los errores no forzados y las críticas a su gobierno. O quizá el mandatario sólo se sintió llamado a apersonarse y ponerse al frente de la crisis porque era lo que correspondía.

Como haya sido, el hecho es que la agenda cambió y hoy ha vuelto a estar en manos del gobierno. Un gobierno que hasta hace unos días se veía paralizado, casi ausente, como si estuviera esperando que el verano atenuara la tormenta hasta el cambio de gabinete y que ahora, tras los incendios, está más presente y activo que nunca.

Ministros y ministras que habían enmudecido hoy sacan la voz, vuelven de sus vacaciones, gestionan la crisis con conceptos que apoyan su gestión (Senapred, Botón Rojo, UME, Cogrid) y se despliegan por el país vestidos con chaquetas azules como ministros de enlace.

Hoy, como nunca, hablan de cooperación público-privada, arman mesas de trabajo con el empresariado, se juntan con la oposición y el piñerismo, gestionan ayudas internacionales y no dudan en decretar toques de queda donde se amerite. Todos tiene un rol y un espacio comunicacional para desplegarse.

Incluso los cuestionados subsecretarios y subsecretarias han tomado un segundo aire y fueron presentados uno a uno por la ministra Vallejo durante una conferencia de prensa. Un gobierno en terreno, dándolo todo para superar el ramo que más lo ha complicado: gestión.

Las proporciones de ambas crisis (sanitaria y el megaincendio) son sin duda distintas. Pero al igual como sucedió con la llegada de la pandemia, los incendios le devolvieron inesperadamente la agenda extraviada al gobierno.

Y también le dieron la oportunidad de estudiar durante el verano el ramo que reprobaron en diciembre. ¿Pasarán el curso en marzo? Al menos, por esfuerzo no se están quedando. (Ex Ante)

Cristián Valdivieso