Un reciente editorial se refiere a las descomunales exigencias que la epidemia ha impuesto a los servicios de salud, lo que ha obligado a postergar los ya deteriorados programas de atención médica de las personas que padecen otras patologías. Antes de dicha epidemia, ya sabíamos de la existencia de enormes listas de espera de consultas de especialistas, cirugías atrasadas y patologías GES no diagnosticadas ni tratadas oportunamente. Lamentablemente, después de la epidemia esta realidad habrá empeorado.
Por ello, dada la enorme magnitud del problema y el deterioro de la salud de aquellos pacientes que por meses no recibieron oportuna atención médica, se requerirá hacer un óptimo uso de todos los recursos disponibles bajo un adecuado y sustentable programa de colaboración público-privado.
Esta crisis sanitaria ha revelado la importancia del Estado como rector y coordinador de medidas sanitarias, pero también ha quedado en evidencia, incluso en países europeos que poseen desarrollados sistemas sociales, que los servicios estatales sin la colaboración del sector privado no serían capaces de enfrentar íntegramente esta pandemia y sus indeseadas consecuencias.
Rafael Caviedes Duprá
