En materia económica, no hay que ir muy atrás para confirmarlo. Entre 2003 y 2013, el ingreso per cápita creció en promedio un 3,7% anual (real). Entre 2014 y 2019, la cifra fue solo un 0,55%. Mirando al futuro, las proyecciones indican que en todo el período comprendido entre el 2014 y 2024 la economía chilena habrá crecido apenas cerca de un 6% (per cápita real). Es decir, el crecimiento que antes tomaba dos años ahora tomará más de diez. ¿No es eso fuente de frustración social?
Don Ricardo Lagos E. además identificó tres grandes problemas que afligen al país: el constitucional, la inflación y la seguridad. Sin embargo, me gustaría agregar otro a la lista, uno que limitará las posibilidades futuras de progreso de Chile: la catastrófica situación en educación. Los niveles de inasistencia y deserción representan un terremoto de una magnitud nunca vista, con una onda expansiva que crece por la normalización de la violencia e indisciplina estudiantil, una huida de los maestros del sistema y el desmantelamiento de un modelo basado en mérito académico que caracterizaba a pilares de la educación pública (liceos emblemáticos). Recordemos que el exmandatario estudió en el Instituto Nacional.
Y ese terremoto generará un tsunami que golpeará el mercado laboral. Sin el capital humano necesario, la productividad del trabajador caerá. Las proyecciones económicas aún no dan cuenta de ese desastre. Entonces, ante la actual ausencia de medidas de política para acotar los daños, quizás sea necesario ajustar las expectativas aún más. Chile no está a la altura de lo que fue, pero tampoco hay claridad de que en el futuro lo estará. (El Mercurio Cartas)
Sergio Urzúa
U. de Maryland & Clapes-UC