El episodio que debilitó a Cecilia Pérez en el comando de Piñera

El episodio que debilitó a Cecilia Pérez en el comando de Piñera

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Ha sido sin escándalo ni sangre, un sutil cambio de funciones que de trasfondo conlleva una pérdida del poder interno en el comando de Sebastián Piñera, que ha afectado a una de las figuras claves del entorno del ex Mandatario desde el primer día que dejó La Moneda, hace más de tres años y medio. El tema incomoda, pero lo cierto es que el despliegue que desde su llegada ha tenido el jefe de comunicaciones del equipo presidencial de la derecha, Gonzalo Cordero (UDI), hizo que inevitablemente se instalara en el piñerismo el hecho de que la ex ministra Cecilia Pérez ya no es “la voz” pública del abanderado.

Tras la elección primaria del domingo 2 de julio, se afinó el equipo de campaña, se ampliaron los equipos de trabajo en todas las áreas para afrontar las etapas de la primera y la segunda vueltas, momento en que ingresaron de manera activa el senador Alberto Espina (RN), el diputado Nicolás Monckeberg (RN), entre otros nombres. Fue en ese ajuste que el hombre de mayor confianza política y personal de Piñera, el ex ministro Andrés Chadwick (UDI), propuso a Cordero para que liderara las comunicaciones del comando, la definición de las estrategias y ejes.

Desde el día siguiente a ese 11 de marzo de 2014, cuando Piñera salió de La Moneda, Pérez Y Chadwick se quedaron al lado del ex Mandatario tanto política como personalmente, se aglutinaron en Apoquindo 3000, ocuparon roles en la dirección de la Fundación Avanza Chile y desde allí sostuvieron públicamente la vigencia política y pública de Piñera estos tres años. A esa dupla se sumó desde el principio Gonzalo Blumel, quien durante la administración piñerista fue jefe de gabinete de Cristián Larroulet en la Segpres, jefe de la división de estudios de dicho ministerio y terminó como jefe de asesores del mítico segundo piso de La Moneda, pero los que cumplían el papel de ser la voz del candidato siempre fueron Chadwick y Pérez.

Eso ya no es así. En el comando de calle Enrique Foster le bajan el perfil al tema y aseguran que no existe ninguna pérdida de poder de la ex ministra, que sigue participando de todas las reuniones de trabajo que semanalmente se realizan allí, incluso que “es la única mujer con peso real” de la campaña, pero en RN sentenciaron que ha sido evidente estos meses que “hay una decisión de reducirle las vocerías” y que Cordero pasó de ser un asesor a convertirse en el nuevo vocero de la campaña en las peleas políticas más relevantes.

La irrupción de Pérez en el piñerismo data de su papel como intendenta de la Región Metropolitana, desempeño que le valió pasar como ministra a La Moneda, aunque su rol político fue desde siempre más que solo dar declaraciones, pues tenía una razón estratégica: dada su biografía, rompía con la caricatura tradicional de las cúpulas dirigentes de la derecha, permitía despercudirlos de su estigma de venir solo de la clase alta y acomodada y sintonizar con los nichos de clase media emergente.

Entre quienes conocen las lógicas y formas de actuar en el piñerismo, explicaron que una decisión de este tipo “no se toma sin datos duros sobre la mesa” y agregaron que en la derecha es tan sabido como comentado que los rostros de la primera fila del comando estarían en permanente evaluación, tanto a través de focus groups como de encuestas, por lo que no descartan que la ex ministra obtuviera cifras rojas.

En el seno del piñerismo duro e histórico afirmaron que la razón de fondo fue “la falta de prudencia política” que demostró Pérez en el conflicto público que protagonizó, entre abril y mayo, con el actor Daniel Alcaíno, por la rutina de su personaje Yerko Puchento en la que se refirió a ella como “Monga”. Al principio se habló de un apoyo cerrado a la ex vocera y se hacía hincapié en que ella jamás habría reclamado como lo hizo si no hubiera tenido el respaldo de Piñera y Chadwick para ello.

La tensión pública por dicho episodio se prolongó por casi un mes, lo que generó bastante ruido interno en el núcleo duro del ex Presidente, donde no pocos se cuestionaron el “error” de mantener ese gallito público con el reconocido actor, porque consideraban que había más un tema de ego que de defensa de género. Lo que peor cayó, en ese momento, fue la decisión de Pérez –el 9 de mayo– de presentar una denuncia ante el Consejo Nacional de Televisión contra Canal 13 y Alcaíno, junto con solicitar el cese de las transmisiones por siete días de dicha estación y una indemnización por 500 millones de pesos.

Con el correr de los meses, en septiembre, Alcaíno reconoció que fue un error tratar a Pérez así, pero la performance que tuvo la ex ministra para enfrentar el episodio al final le pasó la cuenta igual. “El episodio le costó porque las campañas no pueden ser el escenario para una pelea personal, era la vocera política en ese momento, no tuvo prudencia, su error fue victimizarse, por eso perdió poder y por eso Piñera y Chadwick nombraron a un jefe de comunicaciones a cargo de todo”, sentenciaron desde el piñerismo duro e histórico.

En RN –desde su propia directiva– algunos reconocieron que efectivamente el round de Pérez con el personaje de Alcaíno fue “exagerado”, que la ex ministra demostró en ese momento que “peca de excesivo histrionismo” y que no se puede negar que “si ella era la vocera antes y después llega Cordero, claro que hay una pérdida de poder”.

En el entorno del candidato de derecha, si bien no descartaron el impacto del “caso Monga”, optaron por poner el acento en que la decisión de sacar a Pérez de la vocería cotidiana pasó por “la necesidad de implementar una estrategia distinta”, con miras a la segunda vuelta. Agregaron que la ex ministra, a pesar de haber liderado la Segegob, no es experta en comunicaciones, es abogada –lo mismo que Cordero– y que “efectivamente la sacaron del día a día porque pasó a cumplir funciones políticas internas” tras bambalinas, como coordinación entre el comité político estratégico, el de comunicaciones y el llamado Grupo Delta, donde están los espadachines mediáticos de Piñera: los diputados Felipe Ward (UDI), Patricio Melero (UDI), Monckeberg (RN) y Paulina Núñez (RN).

Ahora la ex ministra sigue en la plataforma de su programa en Radio Agricultura y en ciertas ocasiones realiza vocerías puntuales, específicas, pero ya no habla todas las semanas a nombre de Piñera ni tampoco de todos los temas.

“Está solo para las vocerías más directas y concretas, ese es su fuerte”, explicaron en el piñerismo y luego pusieron sobre la mesa el ejemplo del martes 10 de octubre, cuando Pérez salió a responder a la ministra de la Segegob, Paula Narváez, quien aseguró que el candidato de derecha usa el temor y el miedo para manipular a la opinión pública y que no está nunca a la altura de un estadista: «Están desesperados, tienen ataque de pánico y caen en intervencionismo electoral (…). Lo único que puede explicar los dichos de la ministra Narváez es la desesperación por perder el poder. Perdieron toda cordura democrática”, afirmó.

No es que la relación de Piñera con Pérez esté rota, solo perdió poder. Tanto en RN como en el comando, en el piñerismo y en la derecha, reconocieron que el ex Presidente “le tiene mucha estima”, que “no va a soltar ni dejar a alguien que se ha inmolado por él”, que apostó desde el primer día por su regreso a La Moneda y, si bien efectivamente le cambiaron las responsabilidades, sigue teniendo “llegada” con el ex Mandatario, al tiempo que cercanos a Pérez agregaron que en el equipo de la campaña “hay unas 100 personas que pululan todo el tiempo y que ella sigue siendo uno de los tres pilares que tiene Piñera”, junto a Chadwick y Blumel.

A BUENA SOMBRA

La elección de Cordero pasó por Chadwick y Piñera. En RN y en el comando afirman que al ex Presidente “le gustan los columnistas”, que cada cierto rato invita a algunos a conversar privadamente y que, por eso, no le pareció mal cuando le sugirieron el nombre del abogado y analista político de la UDI. El abogado gremialista dejó su empresa de comunicaciones Azerta para sumarse al comando, gesto que fue valorado tanto por el candidato como por su hombre de confianza, quienes hasta ahora tienen –aseveraron en el comando– una buena evaluación del criterio que ha mostrado Cordero.

Que desde que maneja las riendas de comunicaciones –afirman– hay más orden, que se caracteriza por las minutas con ideas fuerza políticas para enfrentar los focos de conflicto que surgen y así alinear las declaraciones del sector. Su llegada y despliegue no han pasado inadvertidos en la derecha, no son pocos los que lo señalan como candidato seguro a ministro de La Moneda, como titular de la Segpres, en un rol similar al que cumplió Larroulet en el primer Gobierno o, bien, como el próximo vocero de Palacio.

Esas versiones, más su conocida cercanía con Chadwick, han puesto nerviosos a algunos en RN y el piñerismo, como serían los casos de Espina y Monckeberg, quienes tratan –explicaron en el comando– de no solo quitar poder e influencia a Cordero, sino además evitar que el poder de la UDI eclipse todo, tanto en la campaña como en lo que sería el futuro Gobierno.

La cercanía de Cordero con Chadwick no es un tema menor, especialmente por el papel que cumple. El ex senador, ex ministro y jefe absoluto de la campaña piñerista ha sido y es, sin discusión, el “verdadero” poder tras el candidato de la derecha, al punto que en ese sector se sabe que el ex Mandatario tiene la tendencia de “crear muchos grupos de trabajo”, pero que al final del día no escucha a ninguno, solo a su primo.

Esto es coincidente con lo que explican en el piñerismo duro, que si bien Chadwick, Pérez y Blumel son los pilares históricos, las cosas no han cambiado tanto desde los días en La Moneda y que Piñera toma las decisiones “a puertas cerradas”, solo con su ex ministro del Interior. (El Mostrador)

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