El año nuevo de Chile-Gonzalo Cordero

El año nuevo de Chile-Gonzalo Cordero

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Los seres humanos estamos adaptados a vivir nuestra existencia de manera cíclica, así sucede con la fertilidad, el clima e incluso nuestro planeta en su órbita alrededor del sol nos define períodos temporales en años de 365 días. Con cada nuevo año comienza un nuevo ciclo, un renacer de expectativas; el que se fue está definido por dos grandes hitos: la pandemia y la decisión mayoritaria de tener una nueva Constitución.

Cuatro de cada cinco chilenos expresaron su voluntad de cambiar nuestro orden institucional y político por uno diferente, eso solo puede ser entendido como una insatisfacción generalizada con el país que hemos construido en las últimas décadas. En este período se enfrentaron básicamente dos interpretaciones, dos narrativas, la de los que destacábamos una transición ejemplar a la democracia, conjuntamente con una modernización que nos permitió eliminar la pobreza y colocarnos a las puertas del desarrollo; y la otra, la vencedora, que se construyó sobre la visión de un país esencialmente desigual, una sociedad segregada en que el progreso solo llegó para unos pocos.

El plebiscito expresa la voluntad inequívoca de construir un nuevo Chile, labor que emprenderemos este año que acabamos de comenzar. Esto significa que iniciamos también un nuevo ciclo histórico, tarea siempre difícil, generalmente dolorosa, además de incierta en su resultado. Aunque pueda parecer pesimista, la verdad es que miro el largo plazo con optimismo; se dice que los discursos construyen realidad, pero finalmente los hechos terminan por imponerse.

Sin embargo, ningún optimismo puede llevarnos a trivializar la tarea que tenemos por delante, una parte importante de la ciudadanía ve en la Constitución propiedades alquímicas que ésta no tiene; otros, con renovado apoyo, siguen pegados en modelos como el comunista que murieron con el siglo pasado; sospecho que la mayoría, con buen sentido y algo de natural ingenuidad, aspira a un sincretismo político que conserve la capacidad de crear riqueza y oportunidades de nuestro modelo de desarrollo con la redistribución socialista.

La tarea es difícil y los riesgos altísimos, especialmente si consideramos el descrédito y la desconfianza generalizada en cualquier dirigente político, social o económico. Este será el año en que se le pondrá contenido y rostro a ese nuevo Chile, ¿será uno completamente diferente? Es decir, será el otro Chile que ofrecen Jiles y Jadue o uno que conserve lo esencial, ajustándose a los desafíos de este siglo, esa es la disyuntiva.

Ni con el pesimismo fatalista, ni con el optimismo del buenismo naif llegaremos a un nuevo y mejor Chile. Ojalá el 2021 sea el año en que, aquilatando y derrotando el peligro del populismo que nos acecha, iniciemos un ciclo de virtuoso realismo. (La Tercera)

Gonzalo Cordero

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