Editorial NP: Victoria democrática de Chile y los chilenos

Editorial NP: Victoria democrática de Chile y los chilenos

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Tal como lo previeron diversas encuestas y sondeos, la opción “Apruebo” redactar una nueva Constitución Política se impuso ayer ampliamente, con una alta participación ciudadana y con voto voluntario ante la opción “Rechazo”. Asimismo, la elección de una Convención Constitucional, como órgano redactor conformado íntegramente por personas elegidas especialmente para esos efectos, ganó de manera indiscutible a la propuesta de Convención Mixta, integrada en 50% por parlamentarios en ejercicio y 50% de ciudadanos electos específicamente para estos propósitos.

Los resultados no debieran sorprender en la medida que -previo al plebiscito de ayer- se realizó una intensiva campaña de propaganda en la que relevantes sectores de la oposición política, así como del oficialismo, marcaron expresa y públicamente su opción por aprobar el proceso de cambio, dejando la opción “Rechazo” a segmentos ciudadanos que se ubicaron en las puntas de los vectores que dividen la política entre izquierda y derecha: los primeros respondiendo a una postura de omisión de este proceso, en el que rehusaron participar con sus firmas desde su origen mismo, en noviembre de 2019; y los segundos, queriendo evitar que modificaciones a partir de una “hoja en blanco” de la actual carta, demoliera la estructura institucional que ha otorgado al país décadas de crecimiento y desarrollo.

Respondida de este modo la primera interrogante planteada para viabilizar el proceso que el 15 de noviembre consensuó esta respuesta política a la grave revuelta iniciada el 18 de octubre y que se extendía descontroladamente ya por semanas, con toda su estela de muertes, heridos y destrucción de patrimonio público y privado, el país inicia hoy la fase de preparar la selección de los 155 ciudadanos integrantes de la Convención Constituyente. Según el acuerdo adoptado, esta deberá quedar conformada paritariamente por 50% de mujeres y 50% hombres, así como por un número -aún no definido- de representantes de las etnias originarias que conforman la población nacional.

Como se sabe, para tal objetivo hay un lapso de preparación de alrededor de seis meses, pues los comicios se llevarán a cabo el 11 de abril de 2021, misma fecha que ha sido contemplada para la elección de alcaldes, concejales, cores y gobernadores regionales, es decir, las autoridades territoriales intermedias de la República. Como se sabe, una vez electo, el grupo de redactores tendrá un plazo de 9 meses, prorrogable por otros tres, para presentar una propuesta de nueva Constitución, la que luego deberá ser sometida a un nuevo plebiscito -ratificatorio o de salida- oportunidad en la que, a diferencia de ayer, el voto será obligatorio.

Probablemente se trata del momento de mayor relevancia en este largo proceso político acordado por las principales fuerzas político-partidistas del país, en la medida que será durante este en el que se irán discutiendo y decantando las ideas que conformarán las bases del nuevo pacto social que debe expresarse en la carta magna que regirá en los próximos años.

Aunque en general las investigaciones sociales cualitativas muestran a un país mayoritariamente moderado, con una ciudadanía que confluye hacia el centro en materia de preferencias políticas respecto del papel del Estado y del mercado, de la regulación y las libertades y derechos políticos y culturales y cuya oscilación va desde modelos de democracia liberal y social a otros de características socialcristianas o socialdemócratas, la subsistencia de fuerzas maximalistas que, tanto a la izquierda como a la derecha, siguen valorando sistemas autoritarios de férrea conducción estatal de la sociedad, la cultura y la economía, siguen representando un peligro latente para un más sano proceso de convergencia, en la medida que un mayoritario acuerdo final en esos modelos político constitucionales no es aceptable para aquellos. En efecto, para unos, porque los aleja por un buen tiempo de la certeza jurídica que caracterizó a Chile en las últimas décadas; y para los otros, porque los distancia de lograr imponer un sistema socialista tradicional o el así llamado socialismo del siglo XXI.

Son esas amenazas las que hacen aconsejable insistir en la necesidad de que la conducción político ideológica de partidos, fundaciones, agrupaciones y organizaciones de la sociedad civil afines a las ideas de la libertad intensifiquen y extiendan su gestión proselitista en los próximos meses, tanto para conseguir el mejor y más estricto proceso de selección interna de los más indicados candidatos a convencionales que representarán esas ideas, como para una más amplia difusión de las cualidades de mecanismos e instituciones que, en la actual constitución han asegurado el éxito político económico que presenta el país tras 40 años de vigencia de esos principios.

No cualquier conjunto de ideas organizadas y apuntadas a los objetivos de la política en la búsqueda de una más armónica vida social tiene como resultado una estructura institucional que asegure el éxito del conjunto ciudadano que la establece. De hecho, la diferencia entre las naciones exitosas y las que fracasan está, precisamente, en la calidad y/o consistencia o inconsistencia algorítmica de las normas e instituciones instaladas para su funcionamiento y los objetivos que aquellas deben conseguir. Tampoco, por cierto, ni la mejor arquitectura institucional puede operar exitosamente si quienes son los encargados de hacer funcionar y conducir esas orgánicas, transgreden las reglas éticas que viabilizan la operación ideal de cualquier colaboración humana.

Moral, consistencia ideológica libertaria y capacidad técnica para distinguir qué cánones son consistentes con esas libertades, derechos y la democracia, son tres características mínimas básicas a cumplir por quienes, en los sucesivo, busquen aportar, en la Convención Constituyente, con la significativa misión de proteger la ética, cultura y modo de vida democrático liberal de las familias chilenas a lo largo de estas últimas décadas, un modelo que puso a Chile la vanguardia de la región y a las puertas del club de las naciones más desarrolladas del mundo y que, de perseverar en sus características fundamentales, evitará que las próximas generaciones pierdan todo el esfuerzo realizado en los pasados 40 años más fructuosos de la historia nacional. (NP)

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