Editorial NP: Gobierno de unidad y progreso

Editorial NP: Gobierno de unidad y progreso

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El contundente triunfo de José Antonio Kast marca una oportunidad crucial para Chile, una nación cansada de la inestabilidad y urgida de certezas. La ciudadanía, al optar por el Presidente electo número 38, ha enviado un mensaje inequívoco: los chilenos mayoritariamente exigen orden, seguridad y crecimiento económico.

El reto del nuevo gobierno es enorme. El país presenta altas expectativas sobre un futuro donde las promesas de la nueva administración, en alianza con la centro derecha tradicional, se concreten de manera urgente.

El eje central del mandato de Kast es restaurar la paz, la seguridad y el crecimiento. La promesa de cerrar las fronteras a la inmigración ilegal y el compromiso de mano dura contra la delincuencia, que tanto han afectado al gremio de transporte y a la ciudadanía en general, no es negociable. La concreción de estas medidas, que requieren de liderazgo y valentía, sentará las bases para recuperar la confianza perdida y permitirá que Chile se concentre en sus verdaderas urgencias.

Los gremios empresariales han valorado el proceso democrático y han puesto sobre la mesa la necesidad de una agenda de emergencia enfocada en recuperar la inversión, el empleo y la estabilidad. El Presidente electo deberá demostrar pragmatismo para impulsar el crecimiento, la recuperación del sistema de salud y de educación y el desarrollo de las economías regionales, para lo cual necesitará el apoyo de la coalición de centroderecha Chile Vamos, en una alianza indispensable para la gobernabilidad parlamentaria. Este Gobierno de Unidad Nacional deberá ser capaz de concretar reformas ambiciosas, como el recorte fiscal que el sector empresarial espera por sus saludables efectos tanto para la estabilidad respecto de la deuda externa como en relación con el riesgo país y los precios del dinero.

La gran esperanza de los chilenos recae en la madurez de su clase política. El acto de tradición republicana entre el Presidente saliente Gabriel Boric y el Presidente electo Kast debería ser la tónica de los próximos cuatro años.

La propia excandidata Jeannette Jara ha sido clara: su coalición será una oposición «firme, democrática y responsable». Y ahí radica el punto de inflexión. Para que el futuro sea esperanzador, la izquierda más dura debe abandonar cualquier tentación golpista y extremista que tanto daño le hizo al país durante el gobierno del expresidente Sebastián Piñera. La voz de los millones de chilenos que eligieron la opción de Kast debe ser respetada.

En términos partidistas, el triunfo de Kast y la coalición Cambio por Chile marca una transferencia de la hegemonía política dentro del sector. La victoria de Kast consolida al republicanismo como la nueva fuerza líder de la derecha, desplazando a la coalición tradicional Chile Vamos (UDI, RN, Evópoli), una transformación que se había anticipado con el aplastante triunfo de Republicanos en el Consejo Constitucional de 2023.

Sin embargo, esta nueva hegemonía es en términos parlamentarios dependiente. En efecto, para impulsar su agenda legislativa (que incluye la ambiciosa reforma fiscal de recortes por US$ 6 mil millones, cierre de fronteras, y la defensa de la PGU), el Presidente Kast necesitará los votos de los parlamentarios de Chile Vamos. Los partidos de Chile Vamos (RN, UDI, Evópoli, Amarillos y Demócratas) ofrecieron su «apoyo total» y se han declarado dispuestos a integrar una «coalición de emergencia» o «gobierno de unidad nacional». El precio de este apoyo será la influencia política: Kast deberá asignar cargos y, crucialmente, adoptar las prioridades de sus socios.

Por su parte, la declaración de Evelyn Matthei es un termómetro clave: al felicitar a Kast, lo hizo con una advertencia implícita de que el desafío es «cumplir muchas metas ambiciosas». Esto sugiere que Chile Vamos será un aliado exigente que medirá el éxito de Kast por el cumplimiento de las promesas populares que la derecha tradicional también defiende (contribuciones de adultos mayores, control migratorio).

Tras el histórico triunfo cuyas cifras marcan no solo un récord político electoral, sino que un cambio de clivaje cultural de derecha-centro e izquierda, la derecha chilena se enfrenta a un escenario de cohabitación democrática obligada. La hegemonía es de Kast, pero la gobernabilidad y efectividad de gestión transformadora depende de la capacidad de su equipo para negociar, integrar y satisfacer a una centro derecha que, si bien se plegó a su victoria, querrá ser socia, y no mero espectador.

Si la oposición cumple su promesa de ser propositiva, la derecha logra construir una coalición de emergencia eficaz y si el Presidente Kast consigue convertir sus promesas en hechos concretos, Chile tiene ante sí la oportunidad histórica de dejar atrás traumas recientes y avanzar hacia un país en orden, con justicia y bienestar que el pueblo chileno ha estado reclamado en las urnas. La democracia ha hablado; ahora es tiempo de actuar con grandeza. (NP)