Dos mujeres

Dos mujeres

Compartir

Liz Cheney y Marjorie Taylor Greene son el símbolo de la tensa discusión al interior del Partido Republicano para definir su futuro. Dos mujeres que representan las dos vertientes históricas —liberalismo clásico y populismo— y que por estos días han puesto a prueba la unidad del partido de Lincoln, en la era post-Trump.

Una, Greene, sostiene, hasta ahora, que hubo fraude electoral en noviembre y cree (o dice creer) en ciertas teorías conspirativas que circulan en las redes sociales; mientras la otra no tuvo temor a votar con los demócratas a favor del impeachment contra el expresidente, por incitar a la violencia que terminó en el asalto al Capitolio. Ambas debieron defenderse ante sus pares de la bancada; finalmente, en aras de la unidad, ninguna fue sancionada. A Cheney la mantuvieron en su cargo en la Cámara y a Greene no la sacaron de los comités como pedían los demócratas (que la vetaron después, en una votación en la sala).

Decir que Donald Trump dejó el partido en una encrucijada es apenas una sombra de lo que realmente está pasando. Los setenta y tantos millones de votos que recibió pesan, y los republicanos tratan de equilibrar el peso de esos votos con el de sus valores, ideales y objetivos políticos. Lo principal en este momento, según algunos de sus líderes, sería la unidad y proyectarse al 2022 para recuperar la mayoría en el Congreso. Por eso no quieren alienar a los votantes más extremos, esos que, como Greene, todavía no reconocen la legitimidad del triunfo de Joe Biden y que, según la encuesta de AP/NORC, son el 65 por ciento de los republicanos.

Aunque en apariencia están unidos y siguen leales a Trump, la votación obtenida por Liz Cheney muestra otro escenario. La hija del exvicepresidente consiguió el apoyo de 145 representantes, contra 61 que querían castigarla por su “deslealtad”. En una votación a puertas cerradas, los legisladores se atrevieron a expresar lo que en público temen afecte sus carreras políticas. Lo cual es una lástima, porque el verdadero objetivo debiera ser recuperar la identidad del partido y no acunar a los extremistas que tanto daño causan a la democracia, en Estados Unidos y en el mundo.

Voces valientes como la de Liz Cheney pueden hacer la diferencia. Ella ha mostrado carácter y coraje para mantener su punto de vista y sus principios, en medio de la marea histérica a favor de Trump. En su cuenta de Twitter (además de decir que “el mundo necesita más cowboys”) ella se define como “conservadora constitucional”, un concepto que debería tomar fuerza porque está en línea con la tradición republicana.

En el juicio político contra el expresidente, que empezaría mañana en el Senado, probablemente la mayoría republicana evitará condenarlo, en línea con lo que piensa casi la mitad de los norteamericanos, 47 por ciento según AP/NORC. Pero después, el partido deberá ir más allá del populismo de Trump (y de Greene), para definir un camino que mantenga a las bases y recupere a los republicanos e independientes moderados. Liz Cheney podría ser una figura clave para ese propósito. (El Mercurio)

Tamara Avetikian

Dejar una respuesta