Un año diferente exigía un discurso que se saliera del libreto tradicional. El Presidente Piñera cambió el ritmo, el tono y su reflexión. No se quedó en las causas del 18 de octubre, las asume, y hace propias las legítimas demandas sociales, al poner foco en los aprendizajes y el futuro. Así como también abandona esa mirada desintegrada de los ministerios. Planteó con altura de miras, con convicción y con humildad un camino a seguir, donde parte por reconocer que la ayuda no ha llegado a tiempo o que no ha sido suficiente. ¿Dónde se tienen que reencontrar los chilenos? En ese acuerdo plasmado el 15 de noviembre.
Paz, democracia (acuerdo constitucional) y justicia social. Sin rodeos, dio garantías del proceso constitucional que se inicia; “todos tenemos el derecho para proponer cambios a la Constitución, sustituir, modernizar, o perfeccionar”. Así como explicitó que recuperar la paz social pasa por el deber de todas las instituciones de proteger el Estado de Derecho y a la ciudadanía de la violencia.
La justicia social tomó fuerza con el apoyo que hoy necesitan los adultos mayores, lo que significa una reforma de pensiones aquí y ahora; las mujeres, porque la brecha de género es una realidad que sigue presente en todos los ámbitos. Y los niños primero en la fila, porque hoy más que nunca no hay razón para no aprobar la sala cuna universal, el kínder obligatorio y el derecho preferente de los padres y madres sobre sus hijos.
Sin repasar cada uno de los sectores, sino con una mirada intersectorial, el Presidente le habló al país de lo que hoy necesitamos, no una lista de supermercado, sino haciéndose cargo de las heridas y cómo sanarlas.
Que la crisis transitoria no se transforme en permanente; que tenemos que aprender a convivir con el coronavirus, y hacer compatible la protección de la salud con la apertura, la recuperación económica y de los empleos. Barrios integrados, la riqueza de la diversidad, el aporte de los pueblos originarios, tolerancia cero a la violencia, y la opción por el desarrollo sustentable, son piezas clave de nuestro futuro.
Un discurso sentido, que pone sobre la mesa la importancia de que no perdamos el sentido de misión compartida para poder mirar el futuro. (El Mercurio Cartas)
Pauline Kantor