Derrota monumental-Hernán Errázuriz

Derrota monumental-Hernán Errázuriz

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La destrucción y remoción del monumento del general de división Manuel Baquedano, héroe nacional, ex comandante en jefe del Ejército, senador y jefe de gobierno nombrado por el Presidente Balmaceda al término de la guerra civil de 1891, es una derrota monumental para las instituciones de la República, un triunfo de la violencia sobre la paz, con repercusiones para la convivencia y la imagen internacional de Chile. Lo acontecido es resultado de la incapacidad del Gobierno para mantener el orden público y garantizar la seguridad de la población.

Por meses, y no sabemos hasta cuándo, el Gobierno y las fuerzas de orden han sido derrotadas por la violencia en el sector de la Plaza Baquedano, provocando la inseguridad de varios miles de vecinos, la destrucción, sin compensación alguna, de sus templos, viviendas y comercios; devastación de servicios esenciales, bienes y espacios públicos; transgresión al derecho constitucional al libre desplazamiento de millones de chilenos que transitan por esa zona, y el incumplimiento de la obligación del Estado de Chile, conforme al derecho internacional, de garantizar la inviolabilidad de las misiones diplomáticas extranjeras, en este caso de la Embajada de la República Argentina.

Es de imaginar la decepción que provoca esta realidad en el Ejército y en las Fuerzas Armadas, instituciones fundamentales de la República, por la destrucción, por obra de la violencia organizada, de un monumento a un soldado, héroe nacional en la Guerra del Pacífico, cuyo descrédito alienta a nacionalistas de Bolivia y Perú. Previsible es el impacto en el extranjero de las imágenes y reportajes de continuos desgobiernos y desórdenes en ese y otros sectores. Razonable parecería la inquietud de la comunidad diplomática por la violación de una representación y sede en el exterior de un Estado extranjero.

La dimensión opuesta de los derrotados son los triunfadores. En este caso es una victoria para violentistas, vándalos, saqueadores y delincuentes, ante la indiferencia y tolerancia de un sector amplio y transversal de dirigencias políticas y comunicadores que vacila en condenar decididamente la violencia, con la satisfacción de un grupo más reducido que provoca, promueve, destruye, se impone y amedrenta con el uso de la fuerza, en muchos casos sin mayores sanciones de algunos jueces.

Gravemente amagado el principio de autoridad, no altera estas conclusiones la acertada decisión del Consejo de Monumentos Nacionales de trasladar temporalmente la estatua para repararla, evitando su inminente desmoronamiento. Tampoco compensa los daños causados la promesa del Presidente Piñera de reponer el monumento en su sitio original. El Gobierno ha optado por ir en retirada, con una promesa tardía e insuficiente, todo lo contrario al heroico espíritu y legado del general Baquedano. (El Mercurio)

Hernán Errázuriz

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