Democracia en Brasil

Democracia en Brasil

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En la mayoría de los diagnósticos sobre las razones por las que Bolsonaro obtuvo tantos votos, se han reiterado los siguientes factores: corrupción de la izquierda; distanciamiento entre los políticos y la ciudadanía (“oligarquización” de la política); las políticas “progresistas” que no identificarían a la gran mayoría y, en consecuencia, desencantarían al ciudadano común; el manejo económico de Brasil; la inseguridad frente al crimen; y, la más terrible, la pérdida de la “fe” en las instituciones democráticas.

¿Qué tan ciertas son las causas generalmente esgrimidas? La principal se refiere a la pérdida de la “fe” en la democracia, dado que en ello se identifican consecuencias ideológicas desde las que se argumenta que en Brasil se estaría dando un escenario que pondría en peligro la democracia. En este sentido, se debe considerar que el 97% de los brasileños está de acuerdo en que se gobierna para unos pocos grupos de poderosos en su propio beneficio. El 80% evalúa que su gobierno no está luchando lo suficientemente bien contra la corrupción. Y el 31% de los encuestados por Latinobarómetro (2017) sostiene que la corrupción es el problema más importante de su país.

En materia económica, según la misma encuesta, al 68% de las personas en Brasil “le alcanza el dinero para llegar bien a fin de mes”. El problema económico, por lo tanto, no es tanto personal como el manejo sobre el país, ya que solo un 6% de los encuestados percibía que el país progresaba en ese entonces, y un 72% concebía que la situación económica de su nación era mala. Sin ir más lejos, durante 2015 y 2016 Brasil tuvo un crecimiento negativo, el cual se vio contrarrestado en 2017, en el que la economía creció un 2,6%.

Por último, en cuanto a la seguridad, en Brasil hay una percepción de una alta frecuencia de exposición a violencia en las calles (59%), sin embargo, según dicha encuesta, la delincuencia no sería el problema más relevante.

En materia de “fe” en la democracia, si observamos los datos de Latinobarómetro, si bien sólo un 13% declararía satisfacción con la democracia, el 62% está de acuerdo en que “la democracia puede tener problemas, pero es el mejor sistema de gobierno”. Sin embargo, sólo un 43% de los encuestados apoya la democracia. Por lo tanto, podemos indicar que hay una alta insatisfacción con la democracia, lo que ha llevado a que pierda parte de su base de apoyo duro, pero aun así la mayoría reconoce que es el mal menor, o el mejor sistema de gobierno.

El programa de gobierno de Bolsonaro indica que la forma en que cambiarán Brasil será defendiendo la ley y la Constitución, es decir, a través del proceso legislativo. En materia política, se oponen al marxismo cultural, son defensores de la libertad de opinión, información, imprenta, internet, política y religiosa, y de la libertad de las personas y de sus familias para escoger sus fines. De hecho, se manifiestan en contra del populismo: “uma Nação fraterna e humana, com menos excluídos, é mais forte. Há menos espaço para populistas e suas mentiras. O Brasil precisa se libertar dos corruptos. O povo brasileiro precisa ser libre de verdade” (Una nación fraterna y humana, con menos excluidos, es más fuerte. Hay menos espacio para populistas y sus mentiras. Brasil necesita liberarse de los corruptos. El pueblo brasileño necesita ser libre de verdad). No obstante, no se le puede denominar de liberal dada su opinión sobre las minorías, a saber, que éstas debieran someterse a las mayorías. Los liberales siempre han defendido al individuo frente a la tiranía, sea de unos pocos o muchos. Para ser precisos, sería un gobierno liberal en lo económico, pero no en lo valórico.

En conclusión, es difícil indicar que habría un escenario en que peligre la democracia detrás de la situación electoral brasileña. Los discursos de Bolsonaro no la cuestionan como régimen político, sino a quienes la gobernaban. Tampoco se refieren a restringir las libertades referidas a la propiedad privada, ni tampoco las libertades políticas. Menos aún hace alguna alusión a cambiar la constitución o reformar el sistema electoral. Es decir, el escenario de Brasil no es necesariamente antidemocrático. Lo cierto, es que su votación responde a problemas vinculados a la economía, la seguridad y la corrupción, y no a los temas valóricos, tal como se ha argumentado. (El Líbero)

Alfonso España

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