Debates-Gonzalo Cordero

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Esta semana vimos dos debates, uno entre los candidatos de Chile Vamos y otro entre los del PC-FA. Ambos merecen ser comentados, porque fueron muy ilustrativos del país en que nos toca vivir.

El de los candidatos de centroderecha, lamento decirlo, me pareció una penosa expresión de superficialidad, durante largos pasajes los mostró más preocupados de atacarse entre ellos y de marcar distancia del sector que aspiran a representar, antes que de constituir una alternativa de gobernabilidad fundada en la libertad individual, las posibilidades de progreso y la seguridad jurídica, para encarnar la opción de un gobierno que preserve los principios de la civilización frente a la barbarie del poder ejercido en la forma arbitraria y fuera de controles institucionales que conllevaría el triunfo de la extrema izquierda.

Aunque no todos cayeron en la riña escolar, Lavín mostró más oficio y madurez, no creo que pueda salvarse completamente a ninguno. Nadie espera -yo no al menos- un debate académico, pero la política es principalmente actitud y expresión de prioridades; cuando las sociedades están angustiadas requieren liderazgos valientes y lúcidos, cuando están adormecidas se necesitan personas capaces de despertarlas y mostrarles el peligro. Nada de esto hicieron los candidatos de ChV, pese a que estamos frente a la posibilidad cierta de que en cinco meses más un comunista latinoamericano de manual se instale en la segunda vuelta, con buenas posibilidades de ganar y gobernar en paralelo al funcionamiento de una Convención Constituyente con mayoría de los grupos más radicales.

Jadue y Boric, por el contrario, mostraron casi sin disimulo su proyecto político, pero lo hicieron en el tono y con la relación que se espera de quienes comparten un ideario común. Si algo quedó claro es que el PC tiene dos candidatos y que cualquiera de los dos que gane la primaria llegará a la Presidencial con un programa que será la esperpéntica suma de ambos; asimismo, nos notificaron que su eventual triunfo significa, para comenzar, el fin de la libertad de prensa y de expresión, de la educación particular en sus distintas formas, de la libertad de emprender, así como de la manoseada propiedad privada -eso implica la propuesta de Boric sobre los directorios de las empresas- y de la democracia representativa como se conoce en Occidente. No es poco para una hora y media.

Ojalá, en los pocos meses que quedan, los candidatos de ChV asuman un discurso que exprese posiciones claras y se den cuenta de que a sus electores naturales poco o nada les importa por qué sacaron a uno de ellos del gabinete, quién encarna y quién no la “vieja política” o quién es más o menos amigable con la diversidad que define la ideología predominante. A mí al menos solo me importa saber si alguno enfrentará a la extrema izquierda con el coraje suficiente para salvar la democracia y el Estado de Derecho. (La Tercera)

Gonzalo Cordero

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