Cuentas claras conservan la amistad-Paula Schmidt

Cuentas claras conservan la amistad-Paula Schmidt

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El título de esta columna pertenece a un refrán (como diría mi abuela) más viejo que el hilo negro, que nos debería recordar el valor de pagar las deudas a tiempo o por lo menos dar cuenta para evitar los roces que sobrevienen cuando el prestatario se hace el leso mientras que su fiador va perdiendo, de a poco, tanto su paciencia y confianza. Por otra parte, algunos creen (equivocadamente) que el dinero tiene la capacidad de hacerlo todo, por lo que terminan ellos haciéndolo todo sólo por dinero, y como el tema “platas” siempre resulta sensible, esto de que algunos miembros de la Convención hayan manifestado que las 50 UTM que recibirán al mes (alrededor de $2 millones 600 mil, sin contar futuras asignaciones) no les serán suficientes me parece impresentable.

Hay otro refrán, quizás aún más popular, que expresa: en pedir no hay engaño. Es verdad, cuando se trata de dinero es mejor ser transparente, pero la solicitud, que bien califica como pedigüeña, proviene de quienes, más que recursos monetarios para redactar la nueva Constitución, necesitan demostrar verdadero compromiso. Por otra parte, quienes se acuerden del extraordinario personaje que Tom Cruise interpreta en la película Jerry Maguire y su célebre frase “Show me the money!” recordarán cómo un monto importante de dinero puede desviar las acciones hasta del más pintado llevándolo a engañarse no sólo a sí mismo, sino, lo que es peor, engañando a los demás; pero como soy bien pensada por naturaleza, no voy a adelantar conclusiones sobre el tema de las remuneraciones de los constituyentes hasta que la cosa esté más encaminada. Lo que sí espero es que, a lo largo de todo el proceso, sea la sensatez la protagonista y no el estado permanente de insatisfacción que utiliza la izquierda extrema para de a poco ir corriendo el cerco e invadir los límites democráticos. Obviamente, si le ha resultado efectivo en el pasado, porqué no ahora. Justamente es por eso que no me explico por qué esta estrategia, archiconocida, termina casi siempre recibiendo concesiones de quienes dicen valorar nuestra institucionalidad. A quienes caen en ese juego creo que se los denomina buenistas. En fin, está claro que tanto buenismo ha dañado la credibilidad del país y podría intervenir, no de la mejor forma, sobre nuestro futuro por lo que, a estas alturas, y por como va todo, creo que a sus exponentes hay que ir llamándolos de otra forma.

Por último, si hay constituyentes que antes de siquiera instalarse en sus respectivos puestos en el Palacio Pereira ya quieren enmendar la plana en el ámbito de los recursos, qué nos espera para cuando haya que consensuar un decálogo suficientemente razonable sobre temas estructurales, como la iniciativa exclusiva del Ejecutivo en materia de gastos. Justamente, para evitar el desorden fiscal y limitar los conflictos político-electorales, Chile ha perpetuado desde los primeros atisbos que aparecen al respecto en la Carta Fundamental de 1833 las facultades presidenciales en materia de gastos, para prevenir situaciones que pudiesen afectar la coherencia económica que un país necesita para proyectarse. Es por eso que al grupo de constituyentes insatisfechos un recordatorio: el poder que ostentan les impone demostrar que entienden que su labor es dar antes de recibir. Así no sólo mantendrán las cuentas claras, sino también la amistad con la ciudadanía. (Sin engaños de por medio) ¿Será mucho pedir?(El Líbero)

Paula Schmidt

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