#CubillosValiente-Gonzalo Mülller

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La ministra de educación Marcela Cubillos, protagonizo uno de los momentos políticos que marcaran este gobierno. La acusación constitucional en su contra había fracasado por la división de los votos de las variadas oposiciones, 73 diputados a favor de la acusación y 77 en contra, generando repercusiones políticas más allá de lo esperado.
No hubo liderazgos movilizadores ni una épica convocante en las filas opositoras que aseguraran sus propios votos, fue esto lo que facilito la libertad de acción de muchos de sus diputados. La ausencia de liderazgos o de un proyecto político común es una carencia no resuelta y razón de su derrota. ¿Cómo se puede apelar a la unidad o a la lealtad si esta no está ni definida ni acordada? Una unidad ¿para qué? Es la pregunta que sigue sin respuesta.
 Un clima enrarecido donde por una parte hay gritos acusando de traición y funas que es lo que recibieron aquellos diputados opositores que se atrevieron a votar en contra de la acusación o incluso aquellos que se abstuvieron, y por otra un fuerte cuestionamiento al partido socialista y su estrategia de usar la acusación constitucional como un instante fundacional de la unidad opositora, lo que finalmente no se produjo.
La ministra Cubillos declaro luego de la acusación, que lo que había triunfado era el argumento de que se podía gobernar con otras ideas, que la alternancia en el poder implica necesariamente la libertad para defender con convicción los valores y principios que inspiran los proyectos del actual gobierno, una declaración profundamente política y que define la cancha en que piensa seguir siendo ministra.
De sus palabras se entiende que ella define qué es lo derrotado junto a la acusación, y esto sería la pretensión totalizante de parte de la oposición de que no se podría diferir o criticar lo hecho en educación por la administración anterior, casi que por el simple hecho de haberse aprobado esos temas quedaban fuera del debate político. Todo eso quedo hoy derrotado.
Que alguien, como lo hace la Ministra, defienda con pasión y fuerza sus convicciones políticas solo puede producir confianza, porque más allá de que se comparta o no su pensamiento nadie le puede recriminar que lo disimule o esconda, esta autenticidad hace más trasparente el debate y ayuda a la propia labor pedagógica de la política frente a la ciudadanía, lo que no impide a su vez que más allá de las legítimas diferencias se puedan construir acuerdos.
Este sello de avanzar y gobernar con las propias ideas, defenderlas con claridad que hoy se identifica con la ministra de educación y que sus partidarios tradujeron en el #CubillosValiente, resume un tipo de liderazgo valioso y escaso en nuestra realidad política, y por lo mismo son tantas las puertas que se abren para la ministra al mirar su futuro. (La Tercera)
Gonzalo Mülller

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