Ayer se estrenó “Chicago Boys”, el documental de Carola Fuentes y Rafael Valdeavellano. Es la historia de un grupo de becados que estudiaron economía en la Universidad de Chicago alrededor de los años ‘60 y que jugaron un papel relevante en la implementación del modelo socio-económico chileno. El documental pretende responder a la pregunta del por qué un sistema aparentemente tan exitoso y alabado internacionalmente, enfrenta internamente una crítica tan fuerte.
Para responder a la pregunta, el documental relata la historia de los mencionados becados en EE.UU., y luego la gestación de “El Ladrillo”, el programa de liberalización económico-social preparado a comienzos de los años ‘70 por un grupo transversal de esos Chicago Boys. El último capítulo del documental muestra aspectos de la implementación de las medidas propuestas.
La historia se cuenta en base a imágenes de archivo y trozos seleccionados de entrevistas al profesor Arnold C. Harberger, considerado el padre de los Chicago Boys, y a algunos de los últimos, entre ellos Sergio de Castro, Ernesto Fontaine, Ricardo Ffrench-Davis, Carlos Massad, y el que escribe. El documental refleja un encomiable esfuerzo de obtención y sistematización de información y resulta ser muy entretenido, sobre todo en su parte inicial.
Desafortunadamente, el uso profuso de imágenes tiende a generar más reacciones emocionales que racionales, pero pareciera que la tesis central del documental es que el modelo generó crecimiento, pero que éste no benefició a la mayoría de la gente.
Creo interpretar a los Chicago Boys vinculados a la implementación del modelo al afirmar que para éstos el crecimiento económico no es más que el medio idóneo para reducir la pobreza y elevar los estándares de vida, objetivos que en la práctica se fueron logrando en Chile con un éxito sin parangón en nuestra historia. De allí la admiración en el exterior por el modelo. Desafortunadamente el documental no destaca en absoluto la labor de Chicago Boys como Miguel Kast, en la implementación de políticas específicas orientadas a reducir la pobreza en Chile. ¿Alguien puede negar que la pobreza, que subsiste en algún grado en Chile, es hoy mucho menor y de una naturaleza distinta, de aquella de los años ‘70, pareciéndose cada vez más a aquella existente en los países desarrollados?
Para Harberger la economía chilena es una joya que hay que cuidar. Lo es, porque en un marco de libertad económica, el modelo ha generado un alto y generalizado grado de progreso económico y social. No obstante, en “Chicago Boys” el modelo es criticado fuertemente porque los grados de desigualdad económica -aunque disminuyendo- siguen siendo muy elevados. Es un hecho que a todos nos encantaría poder reducir significativamente y pronto dicha desigualdad, siempre que eso se pudiera hacer sin costo en términos de pobreza. No obstante, debemos aprender de nuestra experiencia y la de otros países, que intentos de ese tipo -sin duda bien intencionados- sólo terminan generando más pobreza y más desigualdad.


