«Sofofagate» es la denominación que se le ha dado al caso de espionaje –cuyas motivaciones, magnitud y duración, hasta ahora, se desconocen- que sufrió la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) y Empresas Carozzi.
El caso incluye un sofisticado sistema de micrófonos y cámaras ocultas en las oficinas de la Sofofa, además de la intervención de teléfonos de altos directivos de la institución.
El hecho afectó principalmente al presidente del gremio, Hermann von Mühlenbroc, y al vicepresidente de la organización, José Juan Llugany, quien es consejero electivo de la institución en representación de Carozzi.
A raíz de este caso, El Mercurio publicó cinco teorías –todas en off the record- las cuales sugieren las motivaciones que habrían llevado a realizar dicho espionaje.
La primera advierte la eventual participación inconsulta de algún organismo de Estado, interesado en desarticular y desacreditar a la Sofofa como interlocutor válido, tras las constantes críticas a la autoridad.
Una segunda hipótesis apunta a un «automontaje», «autogolpe» o «maniobra electoral», propiciado por cualquiera de los sectores del gremio para influir en el proceso electoral en marcha.
En tercer lugar, está la posibilidad de de un boicot a las elecciones internas que la industria tendrá el próximo miércoles y que instalaría como reemplazante de Von Mühlenbroc a Bernardo Larraín Matte.
La cuarta suposición hace referencia a mafias organizadas a nivel mundial que trafican y comercializan información confidencial.
Y por último, se habla de una eventual investigación de un órgano fiscalizador a la propia Sofofa o a una de sus empresas social.
Cabe destacar que junto con el camino judicial que inició el gremio, y que también podría seguir José Juan Llugany a título personal –no como director de Empresas Carozzi-, el organismo envió este viernes un comunicado interno a sus consejeros, en el cual les informa los pasos dados hasta ahora y condena enérgicamente lo ocurrido. (Emol)
