Caravanas de migrantes bajo la lupa

Caravanas de migrantes bajo la lupa

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Muchos internacionalistas dividen a los países entre expulsores y receptores de migrantes cuando intentan abordar éste, uno de los grandes asuntos interestatales de nuestros días. Sin embargo, no existe consenso sobre sus impactos. Las respuestas del electorado dejan insatisfechos a vastos segmentos de las elites políticas. Por eso, hay enormes diferencias en cómo los gobiernos encaran el asunto. Y los críticos abundan.

Por un lado está la posición dura, adjudicada erróneamente a Trump por su deseo de construir un muro con México. Es errónea por varias razones. Uno: ignora que varios mandatarios anteriores (incluyendo Obama) ya construyeron tramos del mismo. Dos: ignora también la existencia de países que discretamente han construido gigantescas vallas electrificadas (España con Marruecos, por Melilla y Ceuta). Tres: que hay países inmunes a las críticas externas por no aceptar inmigrantes (Japón, Hungría, Polonia). Cuatro: que hay países con un ojo estrábico hacia quiénes acepta; o sea una acogida selectiva y programada (Rusia, Nueva Zelandia, países escandinavos). Cinco: que hay países muy poco benevolentes y los redireccionan a islas próximas a las que subvencionan para una acogida “temporal” (Australia).

Por otro lado, se dan casos de ciertas opiniones públicas nacionales orientadas a “producir para el cabotaje” y se dedican a atizar las facetas más dramáticas. Dan a entender que los grandes movimientos migratorios ocurren de manera espontánea por obedecer a condiciones estructurales y olvidan que países con condiciones paupérrimas han existido siempre. Si la explicación fuese tan simple, migraciones masivas serían permanentes desde la invención de los grandes medios de transporte. Pero ocurre que son cíclicos o pendulares, dependiendo de muchos factores, donde el tráfico de personas está mucho más presente de lo que se cree. Ilustrativas son las cuatro caravanas de centroamericanos (básicamente hondureños y salvadoreños), actualmente en Tijuana, y que totalizan unas 12 mil personas.

Hay ONG que han acompañado a estos grupos con fines de estudio y dan cuenta de un elevado nivel de organización, con apoyo regulado en la ruta, lo que hace difícil aceptar la idea de la espontaneidad. Además, según informaciones del control fronterizo Tecun Uman (Guatemala)/Ciudad Hidalgo (Chiapas), se registró allí la presencia de 157 individuos procedentes de 13 países no latinoamericanos; desde Eritrea y Pakistán hasta Sierra Leona y Bangladesh. Indudablemente curioso.

Luego, cada una de las cuatro caravanas han sido divididas en un grupo de avanzada, que llegaba al punto seleccionado 48 horas antes que el resto, luego el cuerpo de la caravana, con mujeres con niños en marcha algo caótica, pero presta a la atención de los medios de comunicación. En la parte final, “voluntarios en vehículos”. Es en este eslabón de la caravana donde se ha divisado la mayor parte de aquellos individuos, en principio ajenos a cualquier causa social centroamericana.

Además, muy entusiasta en la asistencia, se observa a un grupo hondureño con ramificaciones variadas, “Pueblo Sin Fronteras”, creado en 2008, y liderado por Bartolo Fuentes, un dirigente social muy cercano al expresidente hondureño, Manuel Zelaya, destituido en 2009. O sea, fuerte organización y extrañas incrustaciones. Claramente son caravanas con detalles ilustrativos. Ayudan a dar contexto a traslados grandes e inusuales de personas. Por lo general, víctimas de maniobras algo gris. (La Tercera)

Iván Witker

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