¡Bienvenido a la libertad!, embajador- Jaime Bellolio

¡Bienvenido a la libertad!, embajador- Jaime Bellolio

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Celebro que el embajador de China tenga en nuestro país la posibilidad de decir lo que piensa y protagonizar una polémica que ni él ni nadie podría protagonizar en China sin graves consecuencias personales. ¡Bienvenido a la libertad! En una democracia puede tratarme de ignorante, de ser yo una amenaza a la integridad territorial de China e incluso, como lo hace en su carta de ayer, intentar darme una lección de derechos humanos. Habría sido buena idea, eso sí, que siguiera una de las enseñanzas de Confucio: “El silencio es un verdadero amigo que nunca traiciona”.

Entiendo que como funcionario de un gobierno autoritario su situación es compleja. Pero para ejercer su libertad de opinión, el señor embajador no necesita inventar cosas ni mentir: sobre el tema de la independencia de Hong Kong y Taiwán no he emitido opinión alguna. Si quiere pelear con su propia sombra, en su derecho no más está.

Como se lo dije personal y privadamente hace meses al propio embajador, me preocupan los centros forzados de reeducación, la ausencia de libertad de expresión, el partido único, y no sigo aquí con una enumeración que es larga y dolorosa. Pero tal vez el embajador no pueda comprender —y su carta de ayer da a entender que claramente no puede— que la solidaridad espontánea que despierta Joshua Wong en el mundo entero se explica en gran parte por el solo recuerdo de una palabra: Tiananmen.

Finalmente, creo que se equivoca el embajador al insistir en acusarme de querer yo victimizarme. En Chile nadie se confunde: todos sabemos que la única víctima mencionada en este intercambio epistolar es Joshua Wong. Su gobierno lo quiere preso, el embajador no quería que yo me juntara con él y su régimen prefiere que el mundo ni sepa siquiera de la existencia de Joshua. En un ambiente de libertad y gracias a sus propias y particulares cartas, afortunadamente ahora Chile entero conoce y solidariza con Joshua.

En realidad, si contesto la carta de ayer del embajador es para aprovechar de repetir dos palabras: Joshua Wong.

 

El Mercurio

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