BCE reduce a la mitad sus compras de deuda

BCE reduce a la mitad sus compras de deuda

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El Banco Central Europeo (BCE) cumplió ayer con el guión previsto y decidió dar el primer paso para comenzar a reducir los estímulos monetarios que han impulsado la recuperación de la zona euro. Eso sí, lo hará de manera muy gradual: comprará menos pero durante más tiempo. Así, los 60.000 millones de euros mensuales que ha invertido hasta ahora en adquirir deuda pública y privada pasarán a ser 30.000 millones a partir de enero y durante un periodo de nueve meses, o hasta una fecha posterior «si fuese necesario y, en todo caso, hasta que el Consejo de Gobierno observe un ajuste sostenido de la senda de la inflación que sea compatible con su objetivo» del 2%.

La expansión cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés), que es el nombre por el que se conoce el plan, habrá gastado 2,3 billones de euros desde marzo de 2015 -cuando se puso en marcha- y hasta finales de este año, una cantidad a la que habrá que sumar los 270.000 millones anunciados ayer.

Este dinero ha permitido encarrilar la recuperación de los países de la Eurozona reduciendo la presión, inyectando liquidez a los mercados e impulsando el consumo. El reto ahora es seguir elevando los precios sin perjudicar el dinamismo económico, y la manera de lograrlo ha generado divergencias entre los miembros del Consejo del banco. Lo reconoció el propio Draghi, al igual que admitió que la Eurozona necesita aún «un amplio grado» de estímulos monetarios.

Tampoco coinciden los analistas. Hay quien, como Léon Cornelissen, economista jefe de Robeco, interpreta que el BCE «está definitivamente comprometido a darle una oportunidad al crecimiento»; otros como el analista jefe de Commerzbank, Jörg Krämer, consideran que «la decisión es un analgésico con doble efecto. Por un lado, se reducirán las compras para contentar a buena parte del mercado y, por otro, se evitan daños mayores a los títulos de los países muy endeudados». Si a eso se añade que el BCE no alterará los tipos de interés mientras esté en marcha el QE -los mantiene en el histórico 0%-, la conclusión es que el punto de inflexión en la política de estímulos monetarios no se producirá, de facto, hasta principios de 2019.

No faltaron las críticas hacia la postura del Banco y, como era de esperar, fueron más duras por el lado germano. El Centro Europeo de Investigación Económica(ZEW), que asesora al Ejecutivo alemán, acusó a la institución de mantener el programa para favorecer a determinados países, «especialmente a Italia y España», dado que el volumen de bonos adquiridos en esos países supera de forma reincidente el nivel que les viene marcado por el PIB.

En el caso de España, Friedrich Heinemann, economista de ZEW, sostiene que la compra es del 25% o 43.000 millones por encima de la proporcionalidad del PIB y en el caso de Italia del 21% ó 51.000 millones. «El programa de compras del BCE beneficia a España e Italia, por lo que existe la sospecha de que la razón para seguir con ese programa es lograr la estabilidad fiscal en esos países de la periferia», ha declarado Heinemann.

IMPLICACIONES

El Banco Central Europeo (BCE) y su presidente Mario Draghi, emprendió un cambio en la política monetaria decidiendo una reducción de su programa anticrisis en la euro zona de compra de deuda, dejando al mismo tiempo sin cambios a los tipos de interés.

Cuando se presentó ante la prensa, Mario Draghi, insistió en la creciente confianza en las perspectivas de crecimiento y de inflación. La economía de Europa ha encadenado indicadores alentadores y se crearon 7 millones de empleos en los últimos 4 años, lo que hace menos urgente seguir con esta compra de deuda.

La compra de deuda pública y privada ha pasado de 60.000 millones por mes (cantidad de compra que se acaba en diciembre de 2017) a reducirse a 30.000 millones de euros al mes (entre enero y septiembre de 2018).

El BCE ha afirmado reservarse la posibilidad de aumenta la cantidad de compras si las perspectivas económicas se modifican dentro de la zona euro. Los tipos de interés de las entidades permanecen en 0 por ciento, los tipos de préstamos marginales en 0,25 por ciento y en -0,40 por ciento la tasa de depósito diario.

PLAN QE

El plan QE ha gastado 2,3 billones de euros desde el marzo de 2015 y hasta finales de este año, una cantidad a la que se habrá de añadir los 270.000 millones de euros. Este dinero ha permitido encarrilar una incipiente recuperación de los países de la zona euro reduciendo así la presión, inyectando liquidez a los mercados e intentando impulsar el consumo.

El reto que se le presenta al BCE es seguir aumentando los precios sin perjudicar el dinamismo que se ha creado en la economía y la manera de hacerlo ha generado discrepancias entre los miembros. Pero Draghi reconoce que la euro zona necesita todavía una gran cantidad de estímulos monetarios.

El BCE no modifica los actuales tipos de interés mientras esté en funcionamiento el plan QE, por tanto, la política de estímulos monetarios no se cambiará hasta principios de 2019. No han faltado las críticas hacia la postura del BCE y, como es de esperar, fueran más duras por parte de Alemania.

Alemania mantiene que el BCE mantiene el programa para favorecer a determinados países, como España e Italia, dado que el volumen de bonos comprados en esos países supera el nivel que los vienes comprando en otros países.

En el caso de España, la compra es del 25 por ciento o 43.000 millones de euros por encima de la proporcionalidad del PIB y en el caso de Italia del 21 por ciento o 51.000 millones de euros por encima de la proporcionalidad del PIB.

INFLACIÓN DEBIL

Aunque el riesgo de deflación se ha ido alejando, el BCE no puede ser optimista en el campo de la inflación, ya que no se ha conseguido el objetivo de mantener la inflación cerca pero por debajo del 2 por ciento.

Draghi cree que existe una expansión económica dentro de la euro zona, aunque la inflación sigue siendo débil, por lo que espera que un alto nivel de estímulos monetarios sigue siendo indispensable dentro Europa.

La evolución de los precios en el mes de septiembre fuero de 1,5 por ciento, como paso en agosto, y es probable que permanezcan o disminuyan durante los meses de invierno por el efecto de los precios de la energía.

Las previsiones de la política monetaria del BCE en materia de inflación se redujeron para el 2018 al 1,2 por ciento, y para el año 2019 al 1,5 por ciento, por debajo del objetivo que se había marcado el BCE.

Si las perspectivas se convierten en menos favorables entonces Draghi se plantea aumentar el volumen de compra o ampliar el tiempo del programa de compra de activos. Por tanto, el BCE ha optado por una estrategia de abandono del plan QE de manera flexible y reversible.

Draghi ha adoptado una poco optimista, ya que ha apostado por una convergencia gradual de las tasas de inflación hacia el objetivo que se ha marcado el BCE. El BCE no va a dejar de comprar activos públicos y privados de forma repentina, sino de manera gradual para que se vaya adaptando la economía de la euro zona.

La decisión de Draghi ha sido un cambio de rumbo, pero de una forma muy suave, sin crear un big-bang en la política monetaria del BCE. El BCE debe mantener un alto nivel de flexibilidad saliendo progresivamente de la política expansiva, ya que existen riesgos para la economía y los mercados financieros.

La crisis geopolíticas, el proteccionismo, el Brexit y la debilidad de muchas entidades financieras pueden complicar de manera rápida la recuperación de la economía de la euro zona y obligar al BCE a intervenir de nuevo.

MIEDO A CREAR TENSIONES

La principal preocupación del BCE ahora, antes de debatirse con subir tipos, es cómo terminar con el plan QE sin generar tensiones en los mercados de deuda, como ocurrió en Estados Unidos cuando la Reserva Federal acabó con su programa.

Francois Villeroy, gobernador del Banco de Francia, destacó que nadie debería preocuparse por el final de las compras de bonos, mientras su homólogo italiano, Ignazio Visco, considera que no debería haber fechas concretas para desmantelarlo, ya que el BCE necesita flexibilidad en estas decisiones.

El problema de escasez de deuda disponible para comprar bajo el paraguas del plan QE está relacionado con las propias normas que establece el BCE para el mismo: sólo comprará, como mucho, un tercio de la deuda disponible de cada país, y la cantidad de bonos que compra depende de la aportación que se haga al capital del BCE.

Además, tampoco puede adquirir deuda cuyo cupón ofrezca una rentabilidad inferior al -0,4 por ciento. En cuanto a las compras a nivel corporativo, quedan excluidos los títulos del sector financiero europeo. (El Mundo-Blog Salmón)

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