¿Batatazos?-Harald Beyer

¿Batatazos?-Harald Beyer

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Era difícil pensar hace solo algunas horas que los dos resultados de ayer pudiesen ocurrir simultáneamente. Diversas encuestas mostraban a Jadue y Lavín con interesantes perspectivas presidenciales. Pero ha quedado demostrado una vez más que el escenario político nacional es extremadamente fluido y que los ciudadanos, o grupos de ellos, son capaces de movilizarse si hay razones para hacerlo.

Ayer fue evidente el interés por la renovación. Por distintas razones, tanto Sebastián Sichel como Gabriel Boric representan esa dimensión. Por cierto, ambos tienen una trayectoria relevante, pero también son personas distintas a las que habitualmente han liderado las coaliciones que representaron. Por cierto, en la centroderecha siempre ha habido una identificación con los independientes y Sichel era el único de sus candidatos que cumplía con esta condición. Así representaba cambio, pero también continuidad con la historia de esta coalición.

Los errores de Jadue y su campaña quizás se minimizaron confiando en la tradicional capacidad de movilización del Partido Comunista y teniendo en cuenta que el Frente Amplio, en distintos momentos, ha mostrado una débil convocatoria. Pero claro, ya no es el movimiento de antes. Ha crecido en representantes en distintas instancias.

Aunque, sobre todo, esta primaria revela el enorme error que cometió el PC al desahuciar la participación del Partido Socialista en su primaria. La falta de humildad terminó pasándole la cuenta.

Posiblemente, en ese escenario, Jadue estaría celebrando y no lamiéndose sus heridas. Tampoco lamentando los múltiples errores cometidos en su campaña. La soberbia en política es una mala consejera. La excelente votación que tuvo la coalición de izquierda (casi 670 mil más que en la elección del 15 y 16 de mayo) sugiere una votación de personas, sobre todo jóvenes, que en otras circunstancias quizás habrían optado por Unidad Constituyente u otras coaliciones, pero que se sintieron llamados por el mensaje convocante de Gabriel Boric.

Así vistas las cosas, la idea de batatazos hay que calificarla. A su vez, la campaña para la centroizquierda se vuelve cuesta arriba. Ayer, el arco ideológico se estrechó. Por un lado, Chile Vamos demostró ayer que “no estaba muerto, andaba de parranda”, teniendo una alta participación, quedando, a pesar del duro momento que ha pasado esta coalición, a 80 mil votos de la anterior primaria. Eligió, además, a un candidato distinto con una gran votación, pero que, además, tiene capacidad de moverse al centro. Este, bastante huérfano, puede ver con buenos ojos a este candidato de la centroderecha, precisamente por su trayectoria. Por otro, Boric capturó nuevos votantes que, si administra bien el resultado de ayer, difícilmente se alejarán de su entorno. Además, la campaña le sirvió para marcar diferencias importantes con una izquierda radical que, en la etapa que viene, solo le puede ayudar a consolidar su proyecto político.

En ese sentido, no es evidente que hayan quedado instalados tres tercios como alguna lectura de estos resultados sugiere. Ha quedado claro el gran error que ha significado para Unidad Constituyente no haber participado en las primarias; igual al de 2017. Por eso, hay un riesgo de que en el escenario fraguado ayer, esta coalición quede definitivamente reducida a una expresión menor de la política chilena. (El Mercurio)

Harald Beyer

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