Banco Mundial: riqueza global aumenta a costa de “prosperidad futura”

Banco Mundial: riqueza global aumenta a costa de “prosperidad futura”

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La riqueza del mundo ha crecido. Los países de ingresos medios están alcanzando a los países de ingresos altos, principalmente por el rápido crecimiento de Asia. Pero, lamentablemente, esto ha sido a expensas de la «prosperidad futura» y exacerbando las desigualdades.

Los países están agotando sus recursos para priorizar ganancias en el corto plazo, lo que los está llevando a poner a sus economías en una «senda de desarrollo insostenible«. Este crudo panorama plantea el Banco Mundial en su informe anual «La riqueza cambiante de las naciones», publicado este miércoles.

El análisis siguió la riqueza de 146 países entre 1995 y 2018, período en el que han aumentado los efectos del cambio climático y del que queda fuera -pero igualmente se menciona- la pandemia del Covid-19.

Aunque el PIB suele ser el indicador usado para medir crecimiento económico, la investigación defiende que se deben incorporar otras variables. El ejercicio midió el valor económico del capital natural renovable (bosques, tierras de cultivo y recursos oceánicos), capital natural no renovable (minerales y combustibles fósiles), capital humano (ganancias durante la vida de una persona), capital producido (edificios e infraestructura) y activos externos netos. Por primera vez incorporó el capital natural azul, entendido como manglares y pesquerías oceánicas.

CAMBIO CLIMÁTICO AL CENTRO

El documento del BM recuerda que «la creciente prosperidad ha ido acompañada de una gestión insostenible de algunos activos naturales». Esto se traduce en que la riqueza forestal per cápita de los países de ingresos bajos y medios cayó un 8% entre los años del estudio, lo que refleja una «deforestación significativa».

Además, el valor de las poblaciones de peces marinos mundiales se desplomó en un 83% por la mala gestión y la sobrepesca durante el mismo período. Según el reporte, los impactos proyectados del cambio climático pueden exacerbar estas tendencias.

En materia de desigualdad, la participación de los países de bajos ingresos en la riqueza mundial se mantuvo debajo del 1% del total global en los 23 años considerados. Además, la riqueza per cápita disminuyó en más de un tercio de los países de bajos ingresos. Si bien no es la norma, estas naciones tienden a degradar su base de activos naturales renovables, alerta el estudio.

La participación mundial de la riqueza total en capital natural renovable está disminuyendo, advierte el BM, y agrega que «se ve aún más amenazada por el cambio climático«. Precisa, además, que «el capital natural renovable es cada vez más valioso, ya que proporciona servicios ecosistémicos cruciales».

El informe detalla que el capital humano es la mayor fuente de riqueza mundial -64% en 2018-. Indica que todavía no se conocen los efectos que tendrá la pandemia en el largo plazo, pero que es probable que los países de bajos ingresos sufran las mayores consecuencias, entre ellas un pérdida proyectada del 14% del capital humano total.

Ante todo este panorama, el BM recomienda invertir «activamente» en bienes públicos como educación, salud y naturaleza para «prevenir el agotamiento insostenible y gestionar los riesgos futuros». También se sugiere implementar políticas como reutilizar los subsidios pesqueros, fijar el precio del carbono y promover los activos de energía renovable.

ZOOM A CHILE

Si bien no hay capítulos particulares para cada país, el reporte destaca que en Chile la participación del capital natural en la riqueza total se redujo del 16% en 1995 al 11% en 2018, pero su capital natural per cápita aumentó de US $ 15.000 a US $ 21.000.

El país -junto con Egipto y Brasil- es resaltado como uno donde la riqueza tiene un gran componente de recursos naturales no renovables, pero la percepción del Estado de Derecho y la estabilidad se ha deteriorado durante las últimas dos décadas.

«Para los países con una riqueza per cápita en declive, salvo algunas excepciones, el auge de las materias primas fue menos favorable», plantea el estudio. Y agrega: «Un aumento de la riqueza per cápita podría ser un ingrediente para ayudar a mantener la paz, pero también podrían ser necesarios otros factores». (DF)

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