Alerta roja-Beatriz Hevia

Alerta roja-Beatriz Hevia

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La primaria presidencial de la izquierda ha encendido una señal que no podemos ignorar. La eventual consolidación de Jeannette Jara como la carta más fuerte del oficialismo no es solo un giro electoral: es un síntoma preocupante del rumbo que podría tomar nuestro país si no reaccionamos a tiempo.

Jara, militante del Partido Comunista, representa una visión ideológica que ha demostrado, en múltiples ocasiones, su incomodidad con los principios fundamentales de la democracia liberal. Su negativa a condenar con claridad las violaciones a los derechos humanos en regímenes como el cubano, o su ambigüedad frente a la falta de libertades en países como Venezuela, no son simples omisiones: son señales de una convicción política que relativiza valores esenciales.

El Partido Comunista chileno ha ganado terreno institucional en los últimos años. Su legitimación durante la era Bachelet y su consolidación en el gobierno de Boric han pavimentado el camino para que hoy aspire a liderar la izquierda. No se trata solo de una candidatura: se trata de la posibilidad real de que una visión autoritaria, estatista y contraria a las libertades individuales se instale en el corazón del poder ejecutivo.

Algunos sectores de la derecha, con una mirada táctica y cortoplacista, celebran la posibilidad de que Jara gane la primaria. Argumentan que su perfil ideológico extremo facilitaría una victoria de nuestro sector en la elección presidencial. Pero esa lectura es, en el mejor de los casos, ingenua; y en el peor, profundamente irresponsable.

Una candidatura comunista competitiva -aunque no llegue finalmente a La Moneda- puede arrastrar consigo una bancada parlamentaria más radicalizada, con mayor capacidad de bloqueo, presión y articulación institucional. Puede continuar con su trabajo de horadar el Estado de Derecho, debilitar los contrapesos democráticos y relativizar el respeto a los derechos fundamentales. El crecimiento del comunismo no es solo un fenómeno electoral: es un fenómeno cultural, institucional y estratégico.

No podemos permitirnos pensar únicamente en quién sería el “mejor contrincante” para la derecha. Esa lógica de cálculo electoral desconoce el costo profundo que tendría para Chile una izquierda hegemonizada por el Partido Comunista. Mientras algunos juegan ajedrez político, otros están reescribiendo las reglas del juego.

Esta alerta roja no es un llamado al miedo, sino a la responsabilidad. A la necesidad de que los sectores democráticos, desde la centroizquierda hasta la derecha, comprendan que el adversario no es solo político, sino también cultural y moral. Porque la libertad, el Estado de Derecho y la dignidad humana no se defienden firmando un pacto de garantías democráticas: se requiere convicción, coherencia y coraje.

Ante la amenaza comunista debemos estar atentos, unidos y decididos. Porque cuando el comunismo se disfraza de moderación, la historia nos ha enseñado que el precio de la ingenuidad puede ser demasiado alto. (El Líbero)

Beatriz Hevia