Adios, general

Adios, general

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El orden social exige ciertas bases inmutables de sentido, las que se adquieren y fijan a través de símbolos o mitos. La cultura política, acaso la que más, también los requiere, y en nuestra historia reciente tenemos varios ejemplos, todos con un personaje común: Pinochet.

Las figuras de Allende, Guzmán y Frei han adquirido ese tenor mitológico o están en ese camino. El punto en común es que todos se lo van a deber a la figura de Pinochet y eso es bueno para Chile. Es bueno porque las figuras verdaderamente trascendentes en la historia y la cultura son las que se transforman en mitos y en el caso de las figuras políticas, alcanzan esa posición aquellas que han atravesado lo que Joseph Campbell describe como el “viaje del héroe”.

Salvador Allende ha sido permanentemente elevado a esa categoría por la izquierda, con un relato que ensalza su heroísmo y, para ello, convirtiendo a Pinochet en su verdugo simbólico, puesto que aun cuando fue acreditado su suicidio, la historia nos dice que fue su última salida ante la inminente amenaza de muerte por parte de los militares y, en suma, Pinochet.

Ya en democracia, Jaime Guzmán fue cobardemente asesinado. Los culpables confesos han escapado por años de la justicia y por estos días revivimos la muerte de Guzmán con la vuelta a Chile de Ortiz, el exilio de Palma Salamanca en Francia y otros eventos. La muerte “sacrificial” de Guzmán se vuelve a revivir y su figura adquiere, noticia a noticia, entrevista a entrevista, cada vez mayor connotación histórica y mitológica. Que Pinochet haya muerto por causas naturales y sin mayor “heroísmo” lo deja en un segundo plano en la historia, y que los verdugos de Guzmán hayan querido darle una derrota a la dictadura y a Pinochet con su homicidio, será una excusa para que la figura de Guzmán se ensalce en la historia política.

Por último, se acaba de conocer un primer fallo de la justicia que confirma que el Presidente Frei Montalva fue asesinado. Los nombres vinculados a la CNI y la dictadura repiten el contexto del suicidio de Allende: independiente de los detalles, todo recae en Pinochet. Con ello, el ex Presidente también pasará a la historia, tras su sacrificio, como un nuevo héroe de la política y cuya imagen política será reverenciada por mucho tiempo.

Augusto Pinochet murió, podríamos decir en términos de mitología, sin pena ni gloria, pero este hecho será clave en la construcción de la historia y cultura políticas, pues sellará la construcción de los “héroes” en que se convertirán Allende, Guzmán y Frei. Cuando hayan partido los últimos nostálgicos defensores de Pinochet, lograremos retomar nuestra discusión política con figuras políticas mitológicas, y los defensores y detractores de cada una deberán dedicarse a construir y desarrollar esos relatos, con lo que la política en Chile habrá avanzado un pequeño paso en decir “adiós, general”. (El Líbero)

Nicolás Ibieta

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