42 subcuencas y 75 ríos del sur chileno contaminados con microalga «Didymo»

42 subcuencas y 75 ríos del sur chileno contaminados con microalga «Didymo»

Compartir

«Es como si el río se hubiese muerto», comenta Jorge Pérez (36), asiduo a la pesca recreativa en Aysén, al referirse a la inquietante propagación en la zona austral del Didymo o «moco de roca». Una maloliente y viscosa microalga detectada en el país en 2010 proveniente del hemisferio norte, capaz de infectar cursos de agua dulce con un daño irreparable, al provocar una disminución del oxígeno en el agua y ahuyentar a los peces. Según datos de Sernapesca, hoy existen 42 subcuencas afectadas y 75 ríos con declaración de plaga entre Biobío y Magallanes.

Una de las más recientes confirmaciones sobre la dispersión de este agente, inofensivo para el hombre, ocurrió el mes pasado en el sector La Puntilla del lago General Carrera, en la Región de Aysén. Patricia Salgado (26), encargada de la oficina de Medio Ambiente de la Municipalidad de Chile Chico, recogió parte de las muestras. «Visualmente no es grato para el turista pasear por un borde lacustre infestado de una microalga maloliente», describe.

Ante la propagación del Didymo, Sernapesca ha intensificado las medidas de control, considerando que el hombre es el principal factor de ingreso y propagación de este agente a cuerpos de agua y su posterior internación a lagos o ríos libres de este agente. Un problema que algunos atribuyen a la práctica de la pesca recreativa en Aysén, región que entre diciembre de 2017 y febrero de 2018 registró más de 200 mil turistas.

«Se ha hecho una campaña para prevenir, pero hay que tener cuidado. Esta es un alga que llegó de afuera, con los kayaks», detalla Marcela Calderón (48), presidenta de la Cámara de Turismo de Puerto Río Tranquilo.

Erradicar el Didymo ya resulta casi imposible en ciertas áreas de la zona austral, aunque puede controlarse su propagación, agrega Rodrigo Torres (50), biólogo marino del Centro de Investigación de Ecosistemas de la Patagonia (Ciep). «Es algo realmente tóxico para muchos organismos. Puede llegar a estados de descomposición altos en capas de hasta 20 centímetros de espesor», explica.

La rápida expansión de este agente inquieta hoy por su presencia en sectores de gran atractivo turístico, como la zona lacustre en La Araucanía, el río Trancura en Pucón y el río Serrano en el Parque Nacional Torres del Paine.

«Nos preocupan esas zonas por el valor patrimonial que poseen, y por el constante tránsito de turistas. En especial las Torres del Paine, declarada como reserva de la biósfera y una de las maravillas del mundo. Tenemos allí trabajos de difusión permanente y colaborativos junto a Conaf. Esperamos que la ciudadanía nos apoye y adopte un rol protagónico para evitar el avance de la plaga», comenta Cristian Hudson, coordinador del Programa Especial de Aguas Continentales de Sernapesca. (El Mercurio)

Dejar una respuesta