“Es muy importante que la autoridad legisle pensando en la gente, y en que el 70% de los chilenos está en desacuerdo con lo que están haciendo”, afirma categórico el presidente de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa), Hermann von Mühlenbrock, en una de sus semanas más mediáticas.
A su juicio, los titulares de las reformas son buenos, no así su contenido. “¿Quién no va a querer educación de excelencia?”, dice, y recuerda con nostalgia la política de los acuerdos.
“Debiéramos ser capaces de ver que esta situación puede transformarse en una crisis. Ojalá paremos antes”, advierte de cara a la puerta que abrió la autoridad para corregir la reforma tributaria y ad portas del envío de indicaciones para la reforma laboral.
Esta semana, casi todos los días, usted pasó un mensaje ¿Por qué están tan preocupados los industriales?
El mensaje es el mismo: la preocupación que hay en la Sofofa por la velocidad y apresuramiento en los cambios que están afectando negativamente a las personas. Hemos tenido una capacidad insólita de generar un ambiente de crisis, cuando no hay crisis. Eso nos preocupa, porque uno sabe cómo empiezan estas cosas, pero no como terminan. El 70% de la gente no está de acuerdo con lo que se está haciendo, la gran mayoría de los chilenos piensa que las cosas se están haciendo mal. Vamos en un camino lleno de curvas y en contra del tránsito, entonces la posibilidad de que nos estrellemos es grande.
¿Qué cosas en específico se están haciendo mal?
Tomamos siempre como referencia a la Ocde, y en materia laboral vemos que de los 34 países que la integran, 33 tienen reemplazo en caso de huelga. Pero pareciera que para este tema lo que dice la Ocde no les vale nada. Lo mismo ha ocurrido con la OIT, donde uno de sus expertos dijo que la extensión de beneficios debe ser automática. Es el momento de que el gobierno haga una reflexión profunda de lo que realmente está pasando.
Desde principios de año la confianza ha marcado el discurso de autoridades económicas, políticas y de ustedes, todos llamando a retomarlas ¿en qué pie está hoy la confianza empresarial?
Hoy, sin crisis económica global, la confianza del consumidor marcó 34 puntos, similar a 2008, cuando el mundo se caía a pedazos. Está en niveles parecidos a 2002-2003; estamos de nuevo en el período del jarrón después de 13 años! La de 2002 y la de ahora son crisis políticas. Pero quiero ser optimista… si en ese entonces, a pesar de los sobresueldos del caso MOP-Gate logramos salir adelante gracias a un liderazgo fuerte, hoy también debiéramos trabajar en esa línea.
Pero es difícil llegar a acuerdo cuando todos los actores quieren algo diferente…
Siendo positivo, podría decir que tenemos la gran oportunidad de llegar a un verdadero acuerdo. Ahora, los parlamentarios tienen una gran responsabilidad y, sin embargo, son los que más vociferan y crean un ambiente de antagonismo. Por eso tienen un nivel de rechazo del 87% (en la encuesta Sofofa-Cadem) y están mucho peor evaluados que los empresarios. La gente percibe la mala calidad de las reformas, porque se están haciendo de forma apresurada y sin acuerdos.
¿La gente no quiere las reformas? La Presidenta ha dicho que en la calle le dicen ‘siga adelante’ y recalca el concepto de “sin renuncia” ¿cómo lo interpretan?
Es difícil de interpretar. Obviamente las encuestas son más claras y concretas, y todas las encuestas dicen lo mismo, que hay un gobierno con el 70% de rechazo, con una Presidenta con el 22% o 25% de aprobación.
También ha aludido a la figura del ex Presidente Salvador Allende para recalcar la importancia de las reformas.
No sé. Esa es una de las cosas que a mí me preocupa. El Presidente Salvador Allende gobernó Chile hace 40 años -para mi gusto no fue un buen Presidente-, pero el mundo del año 70 no tiene nada que ver con 2015. La Presidenta también declara que tiene en su modelo a la RDA. No podemos tener como referente a la RDA, ese mundo está obsoleto, hoy no existe, y si uno se pregunta por qué no existe, es porque no debe haber sido tan fantástico. Uno entiende que hay sentimientos, pero no entender que el mundo de 2015 no tiene nada que ver con el mundo del año 70 nos tiene entrampados en esta situación actual de querer hacer reformas que no son buenas para el Chile de hoy. Por eso me quiero quedar con el año 2002-2003, cuando el Presidente Lagos como estadista, junto a José Miguel Insulza y Pablo Longueira, tuvieron la capacidad de hacer un gran acuerdo.
En esto de las señales ¿confía en los cambios que pueda hacer la dupla Burgos-Valdés?
La Presidenta hizo un cambio importante, y eso que debió ser muy duro para ella, generó una expectativa positiva. Entraron dos buenos ministros, uno con gran historial como Burgos, y otro como Valdés, un técnico de excepción. Han pasado tres meses y aunque sus discursos han sido positivos, la praxis no los ha acompañado. Tenemos que ver cómo van a terminar los cambios a la reforma tributaria, y lo más importante para nosotros, mucho más que la tributaria es la reforma laboral, porque va a afectar seriamente a los trabajadores y a las empresas.
PROYECTOS
¿Qué esperan de los cambios a la reforma tributaria, porque Valdés ha sido claro: ni cambio a tasas ni en gradualidad?
Puede ser que no se toquen las tasas, pero lo importante es que hay que tener una reforma tributaria que no afecte la inversión y recaude lo que hay que recaudar. Ya tenemos cifras de que por el menor crecimiento tendríamos US$ 1.000 millones menos. Si uno perfecciona la reforma tributaria sin cambiar las tasas, podríamos pasar a un sistema 100% integrado, porque hoy se genera distorsión entre inversionistas extranjeros y nacionales. Por eso, hemos pedido que no haya prisa, para poder hacer las cosas bien, ya que aún hay dos años para implementarla.
Pero los legisladores quieren que esto esté listo incluso antes del Presupuesto de 2016.
Esto no tiene nada que ver con el presupuesto, porque están definidas las tasas que van a regir y no entiendo por qué el mundo político está tan apurado si ya hizo las cosas mal; tanto, que la renta atribuida prácticamente se está eliminando. No cometamos de nuevo el mismo error por andar tan apurados. Y esto que nos sirva también de ejemplo para la laboral. La tributaria se puede cambiar, pero la laboral va a ser muy difícil cambiarla y va en contra de todo lo que pasa en los países desarrollados que hoy están flexibilizando sus regímenes laborales.
Pero ¿qué es lo clave para ustedes?
Hicimos un análisis y presentamos 14 propuestas. Vemos una oportunidad para trabajar en la incorporación de mujeres y jóvenes al mercado del trabajo, el desarrollo de la formación técnico profesional.
La titularidad sindical atenta contra la libertad de las personas. Nos parece inaceptable que la asamblea no pueda poner fin a la huelga, porque los dirigentes sindicales se niegan, ahí no hay democracia y cuando lo planteamos nadie nos da una explicación. El hecho de que haya una huelga no es bueno y nadie quiere llegar a eso. Debe existir la posibilidad de reemplazar para asegurar la viabilidad de las empresas. El gran problema de la reforma laboral es que tiene todo el diagnóstico errado.
¿También es equivocado el diagnóstico del presidente de la Corte Suprema, Sergio Muñoz, que ha señalado que acusa un desequilibrio en las relaciones laborales?
No me parece correcto que un ministro de la Corte Suprema tenga que estar participando en la contingencia. Está para impartir justicia, sin sesgo y sin interferir en la debida independencia de otros poderes del Estado.
Pero no está solo, la IV sala se ha caracterizado por fallar a favor de los trabajadores y ha prohibido el reemplazo.
No pueden estar equivocados los 34 países de la Ocde. Si Chile hace una legislación, los jueces no deben fallar por su corazón ni por sus creencias personales, sino de acuerdo a la ley. Y si el reemplazo existe en la ley los jueces deben aplicarla. La justicia no debe ser pro nadie, si no tendríamos una justicia de clases.
¿Cómo se podría llegar a acuerdo si su posición dista tanto de la CUT?
En el pasado tuvimos conversaciones. Pero lamentablemente la CUT se fue a los extremos, sumado a que tiene una representación bastante baja y mayoritariamente de empleados públicos. Su posición ya no refleja el sentir de los trabajadores de la empresa privada.
Es baja, pero tiene muchos oídos en el gobierno.
Obviamente, tiene mucho poder, porque el PC será pequeño, pero mete bulla. El 6% del país los vota, pero da la impresión que tiene un poder muchísimo más grande que el que debiera, siendo tan minoría. Hay otros dirigentes sindicales, más representativos del mundo privado, que piensan distinto, pero que no cuentan con el aparataje comunicacional del PC, por lo tanto se les escucha menos. Una de las cosas buenas que tenía el proyecto era el concepto de huelga pacífica y la CUT lo sacó.
¿Qué pasará si al final no hay cambios?
Sería una pena para Chile y los chilenos que trabajan. Hay hechos empíricos que muestran cuán grandes serían los perjuicios. Si se encarece la contratación se busca la tecnología. Dirán que estamos aterrorizando, pero Ricardo Caballero puso como ejemplo el caso de Francia, donde los efectos se terminaron viendo claramente. A la larga esto perjudica a la clase media, no a los más ricos. Pero repito lo que hemos dicho muchas veces, creo que hay cambios que son necesarios y hay que hacerlos, pero se deben hacer bien.


