Valparaíso

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Valparaíso es una ciudad que ha estado haciendo noticia desde hace mucho tiempo. En los últimos años, muy negativas. Desde luego, el estado de abandono del sector plano de la ciudad ha llegado a niveles que aparecían como inconcebibles hace poco tiempo. De hecho, la juventud de la ciudad debe emigrar en búsqueda de mejores horizontes y las pocas empresas que aún mantenían allá sus sedes, comienzan un éxodo hacia Viña del Mar o hacia otros destinos.

Varios factores explican esta situación. Desde luego la pésima calidad de las administraciones municipales de las últimas décadas, llevándose la palma la actual, del alcalde Jorge Sharp. Este, con su ineptitud y su pasividad de cara a la delincuencia, a la invasión del comercio callejero y a la suciedad, ha terminado por poner en riesgo de extinción, por ejemplo, la incipiente industria del turismo que afloraba en la ciudad.

Por otra parte, la presencia de una ideología patrimonialista que se ha erigido como barrera infranqueable a planes como, entre otros, de la construcción de un nuevo terminal portuario, de la ocupación comercial del Parque Barón, de la renovación de sectores de la ciudad, como El Almendral o el Barrio Puerto. Recién ahora, después de haber estado detenido por más de quince años, aparentemente se ha convenido en un plan de expansión portuaria, pero del cual aún no ha sido posible conocer ni siquiera una maqueta.

Valparaíso comienza su decadencia a fines de la década de los años de 1920 y comienzo de los años de 1930 cuando los gobiernos de la época decretan el cierre del país al comercio exterior bajo el pretexto de proteger la industria nacional. Especialmente duro fue el golpe a Valparaíso que, como capital chilena de ese comercio, era una ciudad verdaderamente empresarial. A poco andar, el tráfico disminuyó ostensiblemente y las empresas que se ocupaban de él comenzaron a desaparecer provocando el colapso de la ciudad.

La reapertura al comercio exterior en 1975 revitalizó a nuestros puertos, comenzando por Valparaíso, y produjo, por añadidura, la verdadera defensa de la industria nacional. Pero no ha provocado el retorno de la actividad empresarial que fue lo que le daba el carácter a Valparaíso. Este es el problema de fondo. Para que se produzca ese retorno se requiere de una política nacional que incentive la descentralización del sector privado. Es que lo verdaderamente centralizado en la capital del país, más que el sector público, es el sector privado. Mientras este no se descentralice, no habrá descentralización en Chile.

Efectiva descentralización del sector privado, buen gobierno municipal y equilibrio en la política patrimonialista constituyen así los ejes, tal vez los más importantes, sobre los cuales podrá Valparaíso comenzar el camino de su recuperación. (El Mercurio)

Gonzalo Ibáñez Santa María