Una democracia emocional-Iris Boeninger

Una democracia emocional-Iris Boeninger

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Michelle Bachelet es muy probable que sea la única candidata de la coalición de gobierno, porque no tienen candidatos, ni líderes de envergadura. Ella sí lo es. Dos veces Presidenta de la República, alta autoridad de Naciones Unidas y de reconocimiento internacional. Dijo en todos los tonos que no era su deseo volver a competir por un tercer mandato. El problema es que la coalición de gobierno no tiene a nadie que los pueda unir. Bachelet apoyando la primera propuesta constitucional señaló: “Se acerca a lo que siempre soñé”, lo que en su momento los unió. Perdieron y por mucho.

Hoy la situación es distinta.

La unidad de la oposición frente al rechazo de esa Constitución propuesta en 2022 -soñada por la ex Presidenta- y apoyada por todo el espectro de quienes hoy gobiernan, fue histórica. Hoy parece una quimera. Borrar esa capacidad de trabajar unidos por Chile frente a una verdadera demolición del país que planteaba aquel texto es una pésima decisión. La intransigencia de cierta derecha llevó a perder el segundo proceso constituyente del cual Bachelet fue una de las más activas en la campaña del “En Contra”.

Este año se elige a quien dirigirá los destinos de nuestro país. ¿Está la gente conforme con el desempeño del gobierno actual? La mayoría no.

La campaña de la derecha republicana y libertaria asoma a esta contienda presidencial más focalizada en combatir a la derecha moderna y progresista como es Chile Vamos como si fueran sus verdaderos adversarios. Al punto de manifestar que “se fueron con el Frente Amplio y el Partido Comunista” por haber logrado un acuerdo para el país en la reforma de pensiones. La coalición de gobierno se unió íntegra atrás de esta reforma a pesar de que pierden su más fuerte deseo que es eliminar la capitalización individual, la heredabilidad de los fondos y la estatización del sistema. La reforma no es perfecta, responde a lo posible después de diez años de estancamiento, estrés fiscal y deterioro de la economía de Chile, pero mantiene la capitalización de los fondos y la heredabilidad. Las condiciones que requiere el país para salir adelante no sólo con esta reforma sino integralmente, es un buen gobierno que trabaje con unidad de propósito en el proyecto país.

¿Serán conscientes de que actuando en esta emocionalidad le podrían dar el triunfo a la actual coalición de gobierno?

Actuando de esta manera convierten la comunicación política en una herramienta de polarización social. Los hombres son lo que son por lo que hacen por los demás y por Chile, no por sí mismos, ni por su partido, ni por “tener más fuerza parlamentaria solos”.

No hay duda que el modelo país de la gran mayoría opositora no sería difícil de acordar, excluyendo algunos de los deseos nacionalistas y libertarios de aquellos que niegan el rol de un buen y eficiente Estado -no el actual- y creen que sólo el mercado arregla todo. No es así. Es imposible.

Crecimiento económico con mayor equidad, mayor empleo, atracción de inversiones, reglas de juego claras, buenas políticas migratorias, gobernabilidad, estricta regla fiscal, educación de calidad, salud de excelencia para todos, un Estado moderno y eficiente, un sistema político no fragmentado, un Poder Judicial prístino, mayor y mejor acceso a vivienda, eficiencia en la gestión de catástrofes, un drástico combate a la inseguridad, al avance del crimen organizado y narcotráfico y a la grave corrupción, permisología que aleja a posibles inversores, serían parte del programa país que podría surgir de un gran y generoso acuerdo opositor. Esto permitiría no sólo mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, mayores oportunidades para todos, sino sentar las bases para retomar la senda de crecimiento con mayor equidad, la recuperación de Chile y una necesaria base solidaria que hoy requieren los países, en todo el mundo.

Oponerse a esto, es negar el futuro y la esperanza de que Chile salga de la situación actual, y darle cabida a la posibilidad de perder la elección presidencial en manos de los que hoy gobiernan.

El sentido de superioridad moral no se lleva bien con una sociedad en la que todos los ciudadanos comparten la adhesión a la democracia, y al pluralismo. Ello conduce a la descalificación del otro y a la rígida posición, “no nos podemos contaminar con ellos.” Justificar la propia intransigencia manifiesta una casi nula disposición aceptar o dialogar con el otro. Lo más grave es que se comunican con el adversario por las redes y por los medios, que no es lo mismo que sentarse a conversar en serio y analizar una propuesta. Así ocurrió con la reforma de pensiones.

La ex Presidenta Bachelet insista por un tercer mandato sin tener probablemente el deseo ya que su último gobierno y las desastrosas reformas tributaria, educacional y política son gran parte de la causa del actual estancamiento que sufre Chile.

Un llamado a la reflexión de toda la oposición, a llevar no más de dos listas parlamentarias, sin especulación y con generosidad, le daría una enorme tranquilidad a los ciudadanos. Deponer los deseos personales, y también esta nueva moda de imponer “condiciones” para que entren o no a una primaria. En realidad, se le están poniendo “condiciones” a la posibilidad de volver a gobernar Chile e iniciar un camino virtuoso para el futuro del país, que viene apagándose desde el segundo gobierno de Bachelet, el octubrismo violento y caro, la pandemia y este gobierno que no ha podido sacar al país del estancamiento.

Se confía poco en la política, se confía poco en la situación actual y en las expectativas de futuro. La desconfianza hacia la política es casi una situación permanente,

Llama la atención en los últimos tiempos la motivación de los ciudadanos para emitir un voto: evitar que gane el otro. En su primera elección, Claudio Orrego ganó con el voto de la derecha contra la candidata comunista Karina Oliva. El Presidente Boric no se imaginaba que sería presidente. Él le gano la primaria a Jadue del Partido Comunista y del FA con el voto de la derecha y el centro. En la segunda vuelta, compitieron Kast y Boric, quien ganó con una parte de un voto no propio sino en contra de José Antonio Kast.

No es momento de emociones, sino de una racionalidad profunda. No se trata de preguntarse «¿Por qué?» sino «¿Para qué hago esto?». Allí la única respuesta debería ser: gobernar unidos para que Chile vuelva a ser lo que fue y pueda caminar hacia lo que aspiran los chilenos: una democracia mejor, mas libre, mas igualitaria que le oportunidades de progreso a todos, y garantice niveles mínimos de bienestar social.

Darse gustitos en política que pongan en riesgo el futuro de Chile, no es redituable. Se necesita grandeza en el país.

La política no existe sin el registro del otro, de un otro y hacia otros. (El Líbero)

Iris Boeninger