Ucrania y Occidente respiran hondo…

Ucrania y Occidente respiran hondo…

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El gravitante ministro del Tesoro de Estados Unidos Scott Bessent concluyó, recientemente, un acuerdo con Yulia Svyrydenko la ministra de Economía de Ucrania, de una explícita “inversión conjunta” en el atractivo y sensible distrito de minerales neurálgicas denominadas “tierras críticas”. Con esto, se abrió un indesmentible horizonte de pacificación a las relaciones bilaterales y una confluencia con el sentir de Europa Occidental y sus presidentes, que han apoyado irrefutablemente a Ucrania.

Tanto el Presidente Zelenski como el propio Trump lo han visualizado no sólo como un gran paso de normalización de las álgidas y rupturistas relaciones, sino que una expresión determinante de renovar las confianzas mutuas, nada menos, vía la virtuosa instancia de “crear valor económico” de largo plazo, en sus vínculos, en el propio territorio europeísta de Ucrania. Han quedado atrás las destempladas declaraciones y amenazas del propio Trump respecto a Zelenski. Que habla bien de él, que, con sus frecuentes e indescifrables actitudes, al fondo, va logrando ciertos espacios de negociación que se trasformen en transacciones concretas y valederas. EE.UU. tomó el camino de sus aliados europeos y deja en mal pie a Putin y a su intransigente estrategia de preponderar las acciones bélicas. (Rusia está fabricando 1.500 tanques anuales frente a los exiguos 175 de EE.UU., ratificando su redoblada intención militarista).

El propio ministro Bessent, al firmar la proforma del acuerdo comercial comprometido, le envió un irrefutable mensaje a Rusia, sosteniendo literalmente, que “eran claras señales a Rusia que la administración Trump está comprometida por una libre, soberana y prospera Ucrania. A la administración Trump le permite presumir ante sus votantes de que ha logrado beneficios económicos tangibles del substancial aporte bélico a Ucrania. A Kiev, encarrilar de nuevo el apoyo de Washington tras meses en los que Trump se mostró mucho más cercano a las tesis de Moscú que a las del país invadido. ¡Este acuerdo convenido deposita con fervor y realismo las esperanzas de una real mayor seguridad para Ucrania que estarán salvaguardas por lo más inherente de Estados Unidos, velar por sus inversiones en el exterior!

Se está abriendo una opción ante la unilateral y sanguinaria (se estima a través de distintas fuentes que ha perdido un millón de soldados) invasión de Putin. Ello explica, por qué sólo ahora, Putin está ambiguamente dispuesto a sentarse, ya, con el líder ucraniano a negociar una primera instancia de conciliar preliminarmente un acuerdo de paz. Donde el absolutista dictador ruso, a lo más lograría el 15% del territorio que invadió en sus inicios y la recuperación de Crimea, reconociendo que ambas regiones han sido de primacía rusa por siglos.

Tener presente que la UE más Inglaterra, ante la determinante prescindencia de EE.UU. de la defensa de Europa, han logrado una mayor cohesión entre ellos, que se refleja en una estrategia coordinada y definida, con recursos por US $800.000 millones de autodefensa de sus fronteras; hasta lo declarado por el Presidente Macron de crear un espacio de defensa nuclear. La dimensión económica de la UE es tres veces superior a Rusia. Y sobre esta última, su valorización económica es dependiente de tres materias primas: gas, carbón y petróleo, prodigado por la naturaleza  Y como Rusia tiene concentrada el 70% de su arsenal bélico comprometido con la invasión a Ucrania, tiene muy debilitadas sus otras 11 fronteras con países europeas y más la  expresiva incorporación a la OTAN de Finlandia y Suecia, que estuvieron renuentes desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, se le abrió un nuevo frente de 3.000 km a cubrir, parte del costo de los excesos del absolutista Putin. Es tal el control mediático y desvirtuador de su omnipresencia, que la prioridad del pueblo ruso, post caída de la URSS, había sido la libertad y las bondades de la economía de mercado, pues bien, Putin y sus obsesiones seudo imperiales y belicosas, ha logrado peligrosamente modificar que la preocupación mayoritaria de sus ciudadanos hoy sea la seguridad territorial, inconsistencia mayor siendo el país más grande del mundo y que nadie ha pretendido, alterar sus fronteras.

Los países más gravitantes del mundo están gobernados por presidentes no democráticos y otros de representación democrática, pero sí con un Poder Ejecutivo sin mayores contrapesos, que les permite ser marcadamente autocráticos, que están no sólo pauteando a sus países, sino que definitivamente imponiendo sus designios al mundo. Los absolutistas sin oposición y con un Estado omnipresente bajo su incondicional control como Xi en China; el mencionado Putin en Rusia, Erdogán en Turquía y de la segunda menor escala autoritaria: Sheinbaum en México, Modi en India y Trump en EE.UU.

Trump se ha impuesto por una combinación de osadía personal, descansando esencialmente en su conexión más intuitiva con sus electores, desplazando la coherencia doctrinaria, hasta la verdad en sí misma pasa a segundo plano. Su poder de persuasión descansa en la simplicidad de sus mensajes y en asociar su amplificado éxito personal a lo que América puede y debe recuperar y lograr, no pasa por fundadas y rigurosas estrategias.

Lo de imponer de un día para otro, una delirante imposición de aranceles, a lo largo y ancho del mapa, a 150 países, sin negociación previa y sólo con discutibles beneficios para su país. La mirada interna y reacción de sus votantes sólo podría ser positiva ilusoriamente, defender su industria nacional en retroceso, que era de una imprudencia mayor por sus vacíos como concepción económica, y era sacrificar tanto en el concepto de libertad como de optimización del libre comercio. Lo que está logrando parcialmente con el Reino Unido y especialmente con China, (es un tema más de supremacía) es esencialmente volver gradualmente a la cordura de los aranceles originarios. Llevó en vilo al comercio internacional a una situación entre imposible e inverosímil, que sólo se cosecharía una recesión nutrida por una inflación y a un descalabro del encadenamiento productivo como logístico mundial. Y era desconocer la dimensión comercial y tecnológica de China a escala global; que los millones de consumidores norteamericanos estaban resintiendo los accesibles como económicos bienes asiáticos.

Ahora Trump, discrecional y arbitrariamente, aboga por un dólar barato para apuntalar sus exportaciones… ¡deje libre al mercado Señor Presidente! Si no, perderá la hegemonía dólar el mayor activo de su propio país.

De Chile, nada mayormente le sucederá a su comercio exterior por cuanto es el primer país en el mundo que en el último medio siglo se adaptó a las exigencias de la optimización de las ventajas competitivas de la apertura comercial. Visiten un supermercado y comprobaran cómo Chile compite en calidad-precios, con todos los productos del globo terráqueo y verifiquen en las calles testimonialmente los 1.400 modelos y segmentaciones de autos que se le ofrecen a los chilenos. Y el cobre se defiende solo, por cuanto, es una indispensable materia prima de valorización internacional, que sus crecientes atributos y nuevos usos, le otorga un pasaporte internacional. (El Líbero)

Rafael Aldunate Valdés