El Partido Radical (PR), colectividad con una historia centenaria que data de 1863, inició este lunes por la tarde, vía Zoom, la sesión que marcó el inicio de su proceso de disolución legal. El partido no logró alcanzar el umbral mínimo de cuatro parlamentarios electos en las votaciones del domingo, consiguiendo solo dos cupos: la exministra Marcela Hernando y la diputada Consuelo Veloso.
La sesión del Comité Ejecutivo Nacional, con asistencia casi completa, tuvo como objetivo analizar los resultados electorales y servir como espacio para la despedida de los militantes.
La intervención más comentada fue la del presidente del partido, Leonardo Cubillos, quien presentó su renuncia al cargo que asumió en julio de 2022. Cubillos leyó una carta en la que asumió la responsabilidad y la dignidad por no haber logrado mantener la colectividad a flote. Además, cuestionó la posibilidad de reinscribir el partido, argumentando que no tendría sentido empezar de nuevo con las mismas personas y desafíos.
Sin embargo, los integrantes del comité rechazaron unánimemente su renuncia, valorando su esfuerzo por mantener el partido en pie. Se le solicitó que encabezara el proceso de liquidación de los bienes del partido, a lo que Cubillos se comprometió, aceptando mantenerse en el cargo hasta que concluya la disolución legal del Partido Radical.
En un gesto de apoyo, Cubillos y otros miembros de la directiva recibieron mensajes de otras colectividades del sector, incluido un llamado personal del ministro del Interior, Álvaro Elizalde, lamentando la situación que atraviesa el partido.
BREVE HISTORIA DEL PR
El Partido Radical (PR) de Chile fue una de las formaciones políticas más importantes del país, caracterizado por su compromiso histórico con la educación laica, la ampliación de las libertades públicas y la defensa de la clase media.
El partido fue fundado oficialmente el 27 de diciembre de 1863 en la ciudad de Copiapó, en la Región de Atacama, una zona de gran efervescencia económica y social gracias a la minería. Surgió como una facción liberal descontenta con la postura conservadora del gobierno de la época y la fuerte influencia de la Iglesia Católica en el Estado. Su ideario inicial se centró en la separación de la Iglesia y el Estado, la libertad de enseñanza (laicismo) y el fortalecimiento de la República. El Partido Radical fue pionero en la organización de asambleas, y desde sus inicios se conectó profundamente con los incipientes movimientos sociales y la clase media emergente.
LA ERA RADICAL (1938-1952)
El cénit del poder del Partido Radical se conoce como la «Era Radical», un periodo de casi catorce años en que la colectividad ejerció la presidencia de Chile de manera ininterrumpida, a menudo a través de alianzas con fuerzas de izquierda y centro-izquierda (como el Frente Popular).
Pedro Aguirre Cerda (1938-1941): Su lema, «Gobernar es Educar», marcó su gestión. Impulsó la creación de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) en 1939, clave para la industrialización del país, y expandió masivamente la educación pública.
Juan Antonio Ríos (1942-1946): Enfocó su mandato en el desarrollo económico y la neutralidad de Chile durante la Segunda Guerra Mundial, aunque finalmente se inclinó hacia los Aliados.
Gabriel González Videla (1946-1952): Su presidencia estuvo marcada por la expansión de la infraestructura energética (enderezando el Río Maule y construyendo hidroeléctricas) y la obtención de la soberanía chilena en la Antártica. Sin embargo, su mandato también es recordado por la promulgación de la Ley de Defensa Permanente de la Democracia (Ley Maldita), que proscribió al Partido Comunista en 1948.
DECLIVE Y SIGLO XXI
Tras la Era Radical, el partido experimentó un gradual declive. Sus dirigentes se dividieron en varias facciones a lo largo de las décadas, lo que debilitó su base electoral. Aunque mantuvo una presencia en el Congreso y participó en la coalición de la Concertación tras el retorno a la democracia (1990), su influencia se redujo considerablemente.
En el siglo XXI, el partido sufrió continuas crisis internas y una pérdida progresiva de votantes, quedando subsumido en alianzas mayores. El golpe final ocurrió en la reciente elección presidencial y parlamentaria, donde no logró alcanzar el umbral mínimo de cuatro parlamentarios electos exigido por la ley chilena. Este fracaso electoral, anunciado en el reciente Comité Ejecutivo Nacional, condujo a la disolución legal de la colectividad en el año 2025, marcando el fin de la existencia formal de uno de los partidos más antiguos y trascendentales de la historia política chilena. (NP-Gemini-La Tercera)



