Como una grata sorpresa recibimos hace unos días la noticia sobre el interés de China de ingresar al TPP11 para aprovechar las enormes oportunidades de comercio, integración y progreso que ofrecen los países del Asia Pacífico. Reino Unido también ha mostrado su disposición a sumarse y es posible que Uruguay igualmente lo haga. Esto demuestra con nitidez que las naciones que quieren seguir desarrollándose de manera integral y sostenible para generar mayor bienestar para sus habitantes no pueden aislarse en materia económico-comercial, sino todo lo contrario.
El TPP11 ofrece una serie de oportunidades y beneficios para nuestro país. En primer lugar, aumenta nuestro acceso a mercados, mejorando las condiciones arancelarias para más de 3.000 productos forestales, agrícolas e industriales en destinos como Canadá, Japón y Malasia. En segundo lugar, mejora el sistema de acumulación de origen, pues permitirá considerar como propios insumos originarios provenientes de otras naciones del bloque, ampliando la oferta de insumos que pueden ser incorporados en la elaboración de bienes en Chile para ser exportados con ventajas arancelarias a los otros miembros. En tercer lugar, mejora las condiciones de estadía de exportadores e inversionistas en los mercados socios. En cuarto lugar, facilita el acceso de pequeñas empresas a compras públicas de otros países del tratado. El área de libre comercio que comprende este acuerdo constituye un mercado de 500 millones de personas. Los once países suman un PIB de 10,6 billones de dólares, correspondiente al 13,3% de la economía mundial.
Por todo ello, no ratificar el TPP11 significa inevitablemente perder competitividad. Significa renunciar a ser potencia agrícola, a crear más y mejores empleos y aumentar nuestras inversiones. Además, quedaríamos fuera del acuerdo más inclusivo que Chile haya firmado, ya que considera en forma prioritaria materias medioambientales, asuntos laborales, de género y un capítulo especial sobre pymes.
Lo más grave de dilatar su ratificación es que mientras algunos políticos mantienen en compás de espera a millones de chilenos que serían beneficiados con este acuerdo, nuestros competidores avanzan decididamente. De hecho, en Perú entró en vigencia la semana pasada, haciendo que su aprobación en Chile sea más urgente que nunca, considerando que el 68% de nuestra oferta exportable a países del TPP11 enfrenta directamente la competencia peruana, con quien compartimos una oferta exportable muy similar en sectores como el minero, pesquero y agropecuario. Y en materia de inversiones, el TPP11 entrega a Perú un marco jurídico moderno y balanceado que le permitirá atraer y retener inversión extranjera, con las debidas garantías para el Estado, dejando nuevamente a Chile en desventaja.
Los argumentos a favor son contundentes. Por eso cuesta entender por qué pasados tres años desde su suscripción, la iniciativa sigue estancada. Estamos perplejos frente a un Senado que aparentemente ni siquiera quiere discutir —pues todavía no se pone en tabla— lo que la Cámara de Diputados ya aprobó. Sorprende que personas que trabajaron para que este proyecto fuera realidad, hoy lo rechacen siendo oposición, tiñendo la discusión con creencias injustificadas sobre eventuales riesgos, que han instalado algunos mitos que desinforman a la ciudadanía.
Cabe señalar que desde su puesta en marcha, el TPP11 ha dejado en claro que la soberanía y autonomía de los Estados miembros para implementar, perfeccionar y modificar sus leyes se mantiene intacta. Tampoco ha representado un obstáculo en la política regulatoria de cada país, no vulnera los derechos laborales y ambientales, ni dañará la privacidad en internet. Y en materia de medicamentos, no afecta su precio ni acceso, pues mantiene los plazos de protección de las patentes farmacéuticas establecidos en la legislación vigente.
En el escenario pospandemia, una economía pequeña como la nuestra, que depende del comercio internacional y de la inversión extranjera, que necesita recuperar medio millón de empleos y ofrecer más oportunidades de desarrollo y bienestar a dos millones de compatriotas que hoy viven en pobreza, no puede darse el lujo de postergar aún más la aprobación del TPP11. El comercio internacional de bienes y servicios ha mostrado una mayor resiliencia para la economía chilena, siendo un pilar de desarrollo para las regiones del país. Este acuerdo revitalizará nuestro comercio exterior y será fundamental para profundizar nuestra relación e integración con las economías del Asia Pacífico, que están empujando el carro de la recuperación global. Esperamos que nuestros parlamentarios no dejen a Chile abajo de este carro. (El Mercurio)
Juan Sutil S.
Presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio, CPC
Richard von Appen
Presidente de la Sociedad de Fomento Fabril, Sofofa



