Evaluar la suficiencia de los sistemas de pensiones es una tarea fundamental para comprender cómo estos contribuyen al bienestar económico de las personas durante su jubilación. Una de las métricas claves para este propósito es la “tasa de reemplazo” (TR), que mide la proporción entre el monto de la pensión recibida y algún indicador del ingreso previo a la jubilación.
En el estudio del que participamos, publicado por la Superintendencia de Pensiones, se provee un análisis de los montos de las pensiones y TR. Se plantea que existen distintas formas de medirlas, y que todas proporcionan información que puede ser útil para evaluar aspectos del sistema, al mismo tiempo que tienen limitaciones. En función del objetivo del estudio, el enfoque priorizado se basó en el ingreso previo al retiro, estimándolo como el promedio de las remuneraciones registradas durante los últimos 12 meses antes de la última cotización previa a la jubilación. Para aproximadamente el 70% de los pensionados analizados, todas las remuneraciones están dentro de los 5 años previos a jubilarse. Cabe señalar que todos los detalles de estas estimaciones —bases y códigos— fueron puestos a disposición de la población junto con el estudio.
Es importante destacar que la elección de la metodología debe relacionarse con el enfoque que se quiere dar al análisis. Por ejemplo, usar una ventana de ingresos extensa puede ser útil para analizar la efectividad del sistema en transformar ahorro en pensiones, mientras que el ingreso reciente entrega información valiosa sobre la capacidad del sistema para suavizar el consumo de las personas al momento de retirarse.
En el debate de las últimas semanas se ha argumentado que la metodología utilizada no sería adecuada y se aboga por que la única que sí lo sería es el ingreso promedio de toda la vida incluyendo ceros.
Sobre este punto, cabe destacar que la OCDE realiza simulaciones prospectivas considerando una persona representativa de la economía, en las que “la tasa de reemplazo bruta se muestra como la pensión bruta dividida por los ingresos brutos previos a la jubilación”, donde estos últimos se ajustan según el crecimiento de los salarios. Bajo los supuestos base de las estimaciones, “las tasas de reemplazo expresadas como porcentaje de los ingresos finales son, por tanto, idénticas a las expresadas como porcentaje de los ingresos a lo largo de toda la vida” (Pensions at Glance 2023). Estas condiciones no se cumplen al analizar la suficiencia empírica, por lo que no es indiferente la definición metodológica adoptada y esta debe relacionarse con el objetivo que se analiza.
Otra crítica que se ha planteado al informe se refiere a que no se toman en consideración los períodos sin cotizaciones para la jubilación (no incluir los ceros en el promedio de ingresos). La baja densidad de cotizaciones es un problema importante en Chile que se traduce en bajas pensiones y, en la medición que realizamos, también en menores TR.
En contraste, la metodología que usa los ceros como ingreso, obtiene tasas de reemplazo que pueden invisibilizar este problema. En efecto, se puede llegar al sinsentido de que la TR es independiente de las lagunas previsionales. En otras palabras, una persona con unas pocas cotizaciones podría tener una TR igual a una que ha cotizado su vida entera. ¿Sirve ese indicador? Al menos para el objetivo de evaluar la capacidad de suavizar consumo de nuestro sistema de pensiones y la importancia de las lagunas previsionales, la respuesta es claramente negativa.
Nosotros tenemos la convicción de que nuestro indicador es el más apropiado para poner atención donde está el problema, que el ahorro es bajo y es necesario subirlo, y por lo tanto se justifica subir la tasa de cotización y reducir las lagunas previsionales. El desafío que sigue es lograr un debate constructivo que facilite respuestas de política pública adecuadas y oportunas. (El Mercurio)
Paula Benavides
Cristóbal Huneeus
Gabriel Ugarte
Rodrigo Vergara



