Este domingo 7 de septiembre, en Roma, es la canonización de Carlo Acutis, una persona relativamente poco conocida, que será elevado a los altares. La fecha original estaba fijada para abril, pero la muerte del Papa Francisco llevó a posponer este hito, que ha sido fijado por su sucesor León XIV para el primer domingo de este mes.
Puede ser curioso que la Iglesia Católica haya decidido canonizar a este joven italiano, nacido en Inglaterra y que solo vivió 15 años: nació el 3 de mayo de 1991 y falleció el 12 de octubre de 2006. Es decir, apenas alcanzó a disfrutar la vida, tuvo una existencia feliz con sus padres y hoy pasa a formar parte del santoral. Estudió con los jesuitas en Milán y participó en las Comunidades de Vida Cristiana (CVX). Su muerte fue repentina y dolorosa, como es previsible cuando fallece alguien que todavía no llega a la mayoría de edad. En el caso del joven Carlo, en septiembre, después de las vacaciones escolares en Europa -que incluyen julio y agosto, como nuestro enero y febrero- comenzó a sentir ciertos dolores en los huesos, le habían surgido unos cuantos moretones en las piernas, sentía un cansancio excesivo y le apareció una mancha roja en un ojo. Poco después no podía levantarse de la cama, estaba sin fuerzas, afectado por una leucemia que lo llevó a una muerte fulminante en muy pocos días.
Por cierto, hay muchas muertes por enfermedad, y de ellas algunas afectan a los niños y jóvenes. Por lo tanto, no está ahí la explicación de su santidad, sino en el sentido de su vida, en aquello qué gastó su corta existencia y en la gracia que recibió. No podemos dejar de mencionar algunas de sus definiciones de vida, que lo acompañaron con gran determinación: el amor a la Santa Misa (“mi carretera al cielo”, la llamó), la convicción de que Dios es “la belleza de la vida”, por los milagros que empezaron a suscitarse tras su muerte, que se cristalizan en aquellos que beneficiaron a personas de Brasil y Costa Rica, y que fueron considerados en sus procesos de beatificación y canonización.
Carlo Acutis realizó un gran esfuerzo para la difusión de las verdades del catolicismo, el recuerdo de los milagros eucarísticos y su exposición a la sociedad, el uso de las tecnologías para dar a conocer a Dios, en la capacidad que tuvo para mostrar que un joven del siglo XXI puede estar llamado a la santidad, a dedicar su vida a difundir el Evangelio, a acercar almas a Cristo. Eso, por cierto, no es un llamado exclusivo y las fórmulas son múltiples al respecto: entre ellas se incluye la de ser un laico, que fue su caso, aunque en algún momento pensó que sería sacerdote más adelante. Es precisamente ahí, en sus propias realidades temporales, donde debía encontrar a Dios: en el estudio, en el trabajo, en la familia, en la vida social, en los hobbies, en internet, en el templo.
Es interesante lo que afirmó el Papa Francisco sobre el joven santo: es verdad que el mundo digital puede ponerte ante el riesgo del ensimismamiento, del aislamiento o del placer vacío. Pero no olvides que hay jóvenes que también en estos ámbitos son creativos y a veces geniales. Es lo que hacía el joven venerable Carlos Acutis”. Por ello, el Santo Padre reflexionaba pensando especialmente en los jóvenes: “Él sabía muy bien que esos mecanismos de la comunicación, de la publicidad y de las redes sociales pueden ser utilizados para volvernos seres adormecidos, dependientes del consumo y de las novedades que podemos comprar, obsesionados por el tiempo libre, encerrados en la negatividad. Pero él fue capaz de usar las nuevas técnicas de comunicación para transmitir el Evangelio, para comunicar valores y belleza”. Es decir, “no cayó en la trampa”, no se dejó llevar por “mecanismos de consumo y atontamiento”. Citando al propio Carlo, repetía que “todos nacen originales, pero muchos mueren como fotocopias”. En otras palabras, se había muerto un joven que no cayó en la trampa, que buscó intensamente a Dios y que, habiendo sabido iba a fallecer, decidió gastar los últimos días de su vida para prepararse para ese gran acontecimiento.
¿Por qué puede ser importante que Carlo Acutis sea elevado a los altares? ¿Qué diferencia podría marcar en el mundo actual?
En primer lugar, creo que puede ser relevante ,porque nos vuelve a conectar con el tema religioso, desde la perspectiva del amor a Dios y la entrega personal de la propia vida. Es decir, vuelve novedoso algo que tiene siglos, hace que se pueda hablar hoy de verdades eternas, permite recrear el valor del sentido de la vida, y salir un poco de las cosas más urgentes, de los temas materiales o utilitarios, de las cosas perecederas.
Segundo, porque es un santo del siglo XXI, o “primer santo milenial”, como algunos le han llamado. Eso tiene interés precisamente para los más jóvenes, que tendrán en Carlo Acutis a una persona a la cual podrán mirar como un par, y que a muchos podría ayudar a reconducir sus vidas, a darles más profundidad y a vivir una forma de alegría que en muchas partes ha sido desechada. Me parece que podría hacer especialmente un gran bien en aquellos colegios que llevarán desde hoy en adelante el nombre de San Carlo Acutis, quizá un símbolo de los nuevos tiempos.
En tercer lugar, porque su vida merece ser conocida y puede serlo precisamente porque vivimos un tiempo de redes sociales, de información rápida, de proliferación de datos, videos, reels y notas de prensa, que nos permitirán acercarnos a él como no podemos hacerlo con otros santos: con un video en acción, una sonrisa real, unas palabras de motivación. En otras palabras, porque es posible conocerlo y ese será una experiencia -seguramente no mayoritaria- que repetirán muchas personas hoy y en el futuro.
San Carlo Acutis, un nuevo intercesor ante Dios. Un niño simple, cuya corta vida lo condujo por un camino de felicidad. Un milenial, pero no cualquiera. Un joven de 15 años, que murió, pero sigue viviendo. (El Líbero)
Alejandro San Francisco



