La dos veces Presidenta de Chile Michelle Bachelet, luego de varios meses de incertidumbre, manifestó finalmente, mediante carta, que no será candidata a la presidencia por tercera vez. Argumentó que era hora de dar espacio a las nuevas generaciones. Hace tres años que gobiernan “nuevas generaciones” a las que apoya y apoyó firmemente, incluyendo la locura constitucional de 2022. Llegaron al gobierno y no estaban preparados. Asumieron sin experiencia ni conocimiento de gestión, lo que le ha costado caro a los chilenos. Nacidos durante los exitosos treinta años, época de mayor desarrollo y crecimiento de Chile, que vapulearon y denostaron durante el estallido del 2019, no conocían las verdaderas dificultades. La tentación del que no sabe, es gastar platas publicas sin planificación alguna ni conciencia de lo que significa endeudar al país, lo que ha quedado demostrado en la actual gestión.
La decisión de Bachelet disparó una corrida electoral de búsqueda de candidatos alternativos a Carolina Toha, que es la continuidad del gobierno de Boric como el mismo Presidente manifestó. ¿Todo vale? El alcalde Vodanovic y el gobernador Orrego fueron electos por los ciudadanos para cumplir con una determinada tarea, fruto de una cara y extensa campaña, por los próximos cuatro años. No es serio que incumplan con el mandato popular e irse cuando acaban de asumir. Ética política. Es más, Vodanovic dijo con una honestidad que hoy se aprecia en política, no estar preparado aun para esta tarea.
En el mundo se observan muchos países en donde el centro político tiene certificado de defunción. Los extremos de derechas e izquierdas son protagonistas: nacionalismos y populismos a la orden. El centro político es un espacio complejo que intenta trascender el eje izquierda-derecha, pero los votantes no encuentran en él una identidad clara a la que aferrarse. Chile no está exento. La clase política centrista debe tomar conciencia de ello y esto solo se evita uniéndose a quienes están lejos de los extremos y de la continuidad del actual oficialismo. Deben, además, contar seriamente con posibilidades de ganar la presidencia de la República. Caso contrario, en las actuales circunstancias de Chile, lo responsable es unirse, consensuar y gobernar junto a quien tenga posibilidades y cercanía en el tipo de país que desean para Chile.
Si bien la polarización daña gravemente la salud de la convivencia democrática, moviliza y capta votos. Esto es peligroso, sobre todo en tiempos de crisis, ya que muchos piensan que no está el horno para tibios.
La apertura a nuevas generaciones en política que menciona Bachelet es importante, siempre y cuando se los forje, forme y capacite para acceder a cualquiera de los tres poderes del Estado. Requiere buena educación, experiencia de vida y gestión.
No se llega a aprender al gobierno. Desde el primer día se sabe lo que se va a hacer, cómo se va a hacer y cuánto va a costar, como dijo la candidata a la presidencia Evelyn Matthei al presentar el jueves pasado su programa de gobierno y su equipo programático de más de trescientas personas, en el teatro Oriente de Providencia. Meses de planificación y un intenso 2025 de trabajo fue la convocatoria de la candidata.
Comienza la carrera electoral. Se debe elegir a quien cuente con la seriedad, experiencia y responsabilidad para dirigir el país y hacer frente a la crisis multifacética que atraviesa Chile que recibirá quien asuma la presidencia en marzo de 2026.
La responsabilidad política, personal y colectiva hacia los ciudadanos exige que todo aquel que se presente como candidato a dirigir los destinos del país cuente con las capacidades, experiencia, programa de gobierno y equipo de trabajo correspondiente. De varios candidatos anunciados se desconoce programa, equipo y habilidades. Otros se repiten cada año como Artés, MEO, Parisi sin tener ninguna posibilidad de acceder a la presidencia.
Chile atraviesa una crisis multifacética lo que es hoy el gran desafío nacional. Una de las primeras medidas para poder afrontar una crisis es identificarla a tiempo. Esto requiere que todo líder político que aspire a gobernar realice un diagnóstico profundo, entienda de qué se trata lo que viene y defina el escenario para poder comunicarle a la sociedad cuál es la situación que debe enfrentar y cómo lo hará, con quiénes y cuánto le costará.
Está en juego la estabilidad económica, migratoria, de seguridad, salud y educación. Estas crisis no solo afectan a diferentes sectores de la sociedad, sino se entrelazan se refuerzan mutuamente, complicando aún más la búsqueda de soluciones efectivas.
La sociedad chilena enfrenta una profunda crisis de confianza en las instituciones desde el 2019. La falta de confianza en el gobierno, los partidos políticos y el sistema judicial ha generado un vacío de legitimidad que complica la implementación de políticas efectivas para abordar los problemas sociales y económicos. Esto exige que los candidatos a la presidencia deben responder con responsabilidad ante la ciudadanía para recuperar confianzas.
La confianza se construye. Los políticos no solo deben comportarse de manera legal y ética, tienen una doble obligación de ser ejemplares en su conducta. Primero, por el efecto directo que tiene la falta de ejemplaridad sobre la confianza que la ciudadanía tiene en las instituciones políticas. Quienes ocupan cargos públicos, desde la presidencia, un secretario de Estado, un parlamentario o un juez cargan sobre sus hombros el deber de la ejemplaridad pública.
Abraham Lincoln decía: “No se puede escapar de la responsabilidad del mañana evadiéndola hoy». Y menos en tiempos de crisis. (El Líbero)
Iris Boeninger



