A pesar de la cordialidad protocolar mostrada en la reunión entre el Presidente Gabriel Boric y el mandatario electo José Antonio Kast, La Moneda ha manifestado su molestia ante la insistencia del republicano de instalar un «gobierno de emergencia» a partir del 11 de marzo. Esta bandera de campaña busca retratar la gestión saliente como un fracaso en economía y seguridad, algo que choca directamente con el discurso oficial del Ejecutivo.
Para el Gobierno de Boric, el país ha entrado en una fase de estabilización tras la crisis de la pandemia y el estallido social. La Moneda defiende que los indicadores actuales no justifican un estado de excepcionalidad simbólico, apoyándose en cifras como la baja de la inflación y el reciente Informe de Política Monetaria (IPoM), que elevó la proyección del PIB para 2026 a un rango de entre 2% y 3%.
Desde el oficialismo y las fuerzas que respaldaron a Jeannette Jara, la respuesta ha sido una ofensiva coordinada para cuestionar la legitimidad del concepto de «emergencia». Diputados del Frente Amplio y del Partido Socialista coinciden en que Kast intenta construir una «catástrofe artificial» para justificar medidas excepcionales.
Jaime Sáez (FA): Acusó que el término implica una desconfianza en la democracia y que Kast propone una «excepcionalidad permanente» que podría traer consecuencias negativas para la historia del país.
Raúl Leiva (PS): Argumentó que ningún analista serio puede validar que Chile «se cae a pedazos» dada la evidencia en inversión extranjera y rendimiento bursátil.
Leonardo Soto (PS): Advirtió que los eslóganes grandilocuentes de campaña se están derrumbando frente a la realidad y que al presidente electo pronto le pesará la frase «otra cosa es con guitarra».
EL FOCO EN SEGURIDAD Y EXPECTATIVAS
La mayor fricción reside en el ámbito de la seguridad. Mientras Boric asegura haber aplicado todas las herramientas legales a su alcance para enfrentar el crimen organizado, el equipo de Kast ya prepara decretos para endurecer las medidas desde el primer día de mandato.
En el oficialismo existe la convicción de que el mayor desafío de Kast no será la «emergencia» que él mismo acusa, sino la gestión de las altas expectativas que generó en el electorado con promesas de soluciones inmediatas a problemas estructurales de criminalidad. (NP-Gemini-La Tercera)



