Un nuevo episodio de tensión se registró la semana pasada entre Estados Unidos y Chile, luego de que el Gobierno chileno, a través del canciller Alberto Van Klaveren, anunciara el envío de una nota de protesta al recién asumido embajador estadounidense, Brandon Judd.
El conflicto se originó tras las declaraciones de Judd a un medio nacional, donde manifestó estar «decepcionado» de las críticas que el Presidente Gabriel Boric ha realizado a la política ambiental de Donald Trump, y afirmó que dichos comentarios solo logran «dañar al pueblo chileno».
Sin embargo, la molestia en La Moneda escaló cuando el diplomático se refirió a las próximas elecciones presidenciales del 14 de diciembre, señalando que en EE.UU. tienen la opinión de que «a lo mejor va a ser un gobierno mejor que el otro para la gente de Chile», y que «los gobiernos que están alineados ideológicamente va a ser más fácil trabajar con ellos».
El canciller Van Klaveren calificó las declaraciones del embajador Judd como «inapropiadas y desafortunadas», y sostuvo que sus expresiones sobre el proceso político en curso en Chile «representan una intervención en asuntos internos» del país, motivo principal de la nota de protesta.
Esta no es la primera vez que la administración Trump critica la relación con Chile; hace unas semanas, el subsecretario de Estado, Christopher Landau, lamentó los cuestionamientos de Boric sobre el cambio climático, señalando que aquello «demuestra lo bajo que ha caído la relación» entre ambas naciones.
El tema se instaló de lleno en la campaña presidencial, generando posturas encontradas entre los candidatos. Jeannette Jara reprochó las declaraciones, advirtiendo que «Chile no necesita ningún gran daddy que lo esté cuidando» y que se debe respetar la soberanía del país.
Por su parte, José Antonio Kast criticó al Presidente Boric por supuestamente generar conflictos internacionales, y le envió un mensaje al Ejecutivo para que se «ocupe de solucionar los problemas de los gobiernos más que andar mandando nota de protesta.»
El timonel del PC, Lautaro Carmona, fue más allá, calificando al embajador Judd como «un activista de una causa de las más reaccionarias» que busca indicar qué candidatura favorecería a Estados Unidos, lo que constituye una intervención.
En contraste, el diputado republicano Stephan Schubert consideró que la polémica es una «mirada de mayor altura» de EE.UU., que comprende que el Gobierno de Boric «termina pronto» y que la relación bilateral de 200 años no tiene un vínculo directo con el Mandatario saliente.
El analista Eric Latorre opina que la relación entre Chile y EE.UU. está en su peor momento en décadas, influenciada tanto por la preocupación estadounidense ante bandas criminales chilenas, como por las constantes alusiones de Boric al Presidente Trump en foros internacionales.
Latorre estima que este escenario afecta a la candidata Jara, ligándola a la figura de Boric, mientras que las propuestas de Kast son ampliamente coincidentes con las políticas de Trump en temas clave como seguridad y crimen organizado.
En una visión distinta, el analista político Germán Silva considera que la polémica no se ha transformado en un issue presidencial central, sino en un «gallito entre el Presidente y EE.UU.», aunque reconoce que la Casa Blanca, bajo el estilo de Trump, está intentando dar una señal política abierta de preferir a un gobierno de derecha, algo que históricamente se hacía de forma más sutil.
En cuanto a las propuestas de política exterior, la candidata Jara ha avanzado hacia una postura de «autonomía inteligente» y multilateralismo pragmático, buscando equilibrio entre EE.UU. y China, según su asesor Heraldo Muñoz.
Por su parte, el comando de Kast sostiene que su política internacional buscará restaurar los principios tradicionales de respeto al Derecho Internacional y no intervención, alentar la democracia y el libre comercio, evitando «importar conflictos» al ser Chile «un país pequeño en el concierto internacional.» (NP-Gemini-Emol)
