Propuesta imposible de Chile Vamos

Propuesta imposible de Chile Vamos

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Debo agradecer el tono elevado de las respuestas de Diego Schalper y Gonzalo Cordero a la carta en que planteo que no es posible aceptar la propuesta de Chile Vamos sobre el órgano redactor de un nuevo proyecto de Constitución.

Gonzalo Cordero puede estar seguro de que no intento ignorar ni dificultar la participación de la derecha en el proceso constituyente. Por el contrario, la considero esencial, pues un sistema político es más fuerte y sano cuando existe una derecha poderosa, que sea parte del juego democrático y sus partidos sujetos a los mismos derechos y obligaciones de las demás colectividades.

Lamento que Diego Schalper, a quien aprecio, haya visto en mi carta un tono acusatorio, pues no ha sido mi ánimo, y decirle que mi desacuerdo es con un sistema que al transformar el voto popular en asientos en la Convención entregue una grave sobrerrepresentación a cualquier fuerza.

Tratándose de la generación del poder constituyente, el ideal es que el voto popular (por ejemplo 40%) se traduzca en un número similar de escaños (40% de la Convención). Mi crítica a Chile Vamos es que el sistema que propone le otorga un poder muy superior al que indica el voto popular. La designación de la mitad de los convencionales hecha por elección directa, pero acorde a la modalidad con que se elige al Senado, crea una distorsión en su favor, pues en ese sistema (si atendemos a los votos obtenidos por la derecha en 2017 y 2021) con el 30,5% de los sufragios eligió el 48% de los senadores, una sobrerrepresentación del 18%. En los diputados, la desviación sigue siendo alta, pues con el 25% del voto obtuvo el 34% de los asientos, un plus del 9%. Las cifras anteriores hacen que en aquella mitad (sean expertos o no) escogida por el Congreso, Chile Vamos dispondría de una muy alta sobrerrepresentación.

Como consecuencia de estas distorsiones —y no del voto popular— podría controlar más de los 3/7 de los convencionales, lo que le aseguraría con largueza un poder de veto, sin que tuviera que acudir a un solo sufragio del Partido de la Gente, “Amarillos” o independientes. El efecto político sería un menoscabo de la legitimidad del proceso. (El Mercurio Cartas)

Genaro Arriagada