Por qué amo a la «derechita cobarde»-César Barros

Por qué amo a la «derechita cobarde»-César Barros

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La verdad es que no hay mejor derecha en Chile que la que algunos “parásitos” han denominado “la derechita cobarde”. Esa “derechita cobarde”, que no más entrar en democracia negoció la presidencia del Senado para que la obtuviera don Gabriel Valdés (QEPD), negociación que la efectuó el propio Jaime Guzmán (QEPD) para no pasarle maquina a la Concertación por medio de los senadores designados.

Porque Jaime Guzmán entendía lo que había ocurrido el 5/10/88. Y que hoy jamás traicionaría a la UDI, cosa que Ruth Hurtado que no lo conoció como yo lo conocí, tiene la soberbia de afirmar. Esa misma derecha fue la que negoció con el gobierno militar numerosos cambios a la Constitución del 80 que fueron luego plebiscitados el año 89. La misma que negoció con Edgardo Boeninger y Alejandro Foxley importantes cambios tributarios y políticos, y que gracias a su espíritu de diálogo encaminaron a Chile -vía consensos- al periodo de mayor progreso de la historia nacional. Esa derecha que, ante una crisis que buscaba destruir a la Patria, llamó a un Acuerdo por La Paz cuando todo se venía abajo (no lo firmaron el PC, el FA, ni Republicanos). Esa derecha que llamó consistentemente a primarias y acuerdos de listas durante todo este año en forma infructuosa. La que mediante acuerdos salvó a las AFP de una muerte lenta, la que nos dio la PGU.

Esa “derechita cobarde”, que en realidad es muy valiente, hoy se ve enfrentada por otra derecha (soberbia) que se opone a todo. Que se opuso a la ley de divorcio, al aborto en tres cáusales, al acuerdo de parejas homosexuales; que se farreó el segundo plebiscito, que nunca quiso primarias ni acuerdos electorales (pudimos haber ganado casi todas las gobernaciones), que trata de “parásitos” a medio mundo sin discriminación. Que no apoyó a Sebastián Piñera en sus momentos más duros y que quería que las FF.AA. salieran a disparar y a matar. Que ahora, enfrentados a explicar su “recortón” de US$6.000 millones, escabullen el bulto. Que no quieren ir a programas donde los saquen al pizarrón, cosa que la “derechita cobarde” hace sin titubear. Que usan “bots” y robots para desprestigiar a sus adversarios, y después de haber sido ellos quienes dividieron a la derecha, ahora que les conviene, se victimizan y llaman a la unidad.

La “derechita cobarde”, en cambio, no aplaude a Bolsonaro (condenado por urdir un golpe de Estado), ni a Bukele que encarcela sin proceso, ni a líderes de extrema derecha del mundo. La “derechita cobarde” cree que en democracia es bueno debatir, buscar el consenso y no salir disparando balas, respeta al adversario y no lo insulta. No está en una guerra cultural, en realidad, en ninguna guerra, porque la democracia no es una guerra. Perdona magnánimamente las injurias y las calumnias, como lo acaba de hacer Evelyn Matthei con esa nueva derecha moralista y soberbia, que no entiende a la democracia como un sistema donde todos caben y nadie sobra, excepto delincuentes, narcos y terroristas. Y más encima nos exigen un cheque en blanco para la segunda vuelta. Pero como diría Milton Friedman: no existen los almuerzos gratis. (La Tercera)

César Barros

Economista