Plebiscito: la mirada miope

Plebiscito: la mirada miope

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El senador Kast ha resuelto intervenir en el intercambio de ideas surgido a partir de una columna en que Francisco Covarrubias y Álvaro Fischer conminan a la centroderecha a votar Apruebo.

Revisemos los argumentos del senador representante de La Araucanía —una de las regiones más fuertemente volcadas al Rechazo—, ya que no me voy a referir a sus descalificaciones.

En primer lugar, el senador Kast recuerda, apoyándose en un lugar común, que la “democracia no es el problema, sino parte de la solución”. Es lamentable que se sume al argumento de los opositores conforme al cual la única opción democrática en el plebiscito es el Apruebo. ¿Acaso los que votamos Rechazo no somos demócratas? ¿No tienen tal calidad los miembros de Evópoli, liderados por Luciano Cruz-Coke, que hacen campaña por el Rechazo?

En segundo lugar, se refiere a las “garantías” del proceso constituyente en curso. Paradojalmente, la primera de tales “garantías” que la oposición vulneró abiertamente fue contribuir a restablecer el orden público y derrotar la violencia (junto con acusar constitucionalmente al Presidente Piñera para destituirlo). La segunda es la de los 2/3. Es grave que el senador Kast se resista a ver la realidad: la oposición, encabezada esta vez por el senador Girardi, ha vuelto a la interpretación tramposa conforme a la cual los 2/3 no son para “incluir” disposiciones constitucionales en la “hoja en blanco”, sino para “excluir” de la misma determinados contenidos. Así, algunos opositores ya han anticipado que, de contar con un tercio de los convencionales, pretenden eliminar de la Carta Fundamental al Tribunal Constitucional y, a poco andar (no hay que ser adivino), harán lo mismo con el Banco Central autónomo.

El senador Kast pasa por alto, al punto de ignorar su existencia, tales factores que han incidido fuertemente en el descrédito de la opción Apruebo. Si quienes suscriben un compromiso faltan a él desde un comienzo, ¿no es razonable adoptar las providencias para que tales incumplimientos no se perpetúen y agraven hasta el punto de que sus consecuencias sean irremontables?

En tercer lugar, siempre según el senador Kast, también existiría una “garantía” al estar facultada la ciudadanía para rechazar el texto propuesto en el plebiscito de “salida”. Sin embargo, para que ello sea posible, la centroderecha debe haber obtenido, a lo menos, un buen resultado en el plebiscito de “entrada” y en la elección de convencionales. De lo contrario, esa garantía es una quimera.

Aún más, ¿se ha preguntado el senador Kast qué ocurriría con sus “garantías” si la derecha no obtiene un tercio en la Convención? Quedan en nada, simplemente dejan de existir.

Es evidente que un mal resultado en el plebiscito es la antesala de un pésimo resultado en la elección de convencionales. ¿Habrá que recordarle que ello es un efecto electoral inevitable? ¿Cuál fue el resultado posplebiscito de 1988 en la siguiente elección parlamentaria? La derecha bajó de 44% a 34%… ¡diez puntos! Y ni qué decir de elecciones generales. Un dato chileno antiguo y uno extranjero nuevo: Allende ganó la presidencial de 1970 con 36% y saltó en la elección siguiente casi al 50%. Macron en Francia ganó la elección presidencial del año 2017 y en la elección de la Asamblea Francesa, pocos meses después, con un movimiento recién creado, obtuvo 308 de 577 asambleístas, es decir, el 53%.

Los argumentos del senador Kast confirman que la ingenuidad es hermana de la miopía. (El Mercurio)

Andrés Allamand

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