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Carabineros retuvo a 1.113 infractores de toque de queda y cuarentenas

Carabineros informó que 1.113 personas fueron privadas de libertad en las últimas horas a nivel nacional, 176 de ellas por no respetar el toque de queda y 937 por infracción a la cuarentena sanitaria.

En cuanto al toque de queda, 13 fueron retenidos en la Región Metropolitana y 163 en el resto del país. Por infracción a la cuarentena, 607 en la RM y 330 en las otras regiones.

A la fecha, las infracciones al toque de queda suman un total de 28.710 desde el 19 de marzo pasado, mientras que las sanciones por la cuarentena sanitaria acumulan un total de 66.852 en el mismo período.

Además, se entregaron 2.807 salvoconductos en forma presencial, 806 en la RM y 2.001 en el resto del país.

Asimismo, Carabineros reportó que el viernes entregó 593.916 permisos temporales. El detalle entregado hoy es el siguiente:

– Compras 343.686.

– Pago de servicios 77.925.

– Centro de salud 74.534.

– Paseo de mascotas 23.709.

– Apoyo a adultos mayores 41.855.

– Otros 32.207.

 (La Nación Aton)

Afganistán: al menos cuatro muertos en un atentado en una mezquita

Al menos cuatro personas, entre ellas un imán, fallecieron tras la explosión de una boma al interior de una mezquita en Kabul, mientras se realizaba el servicio religioso de este viernes (12.06.2020), según una fuente policial. Hasta ahora, se ha registrado solamente una docena de heridos a causa de la detonación, según el portavoz del ministerio del Interior afgano, Tariq Arian, aunque es probable que el número de afectados sea mayor.

«Según la información inicial, en esta explosión murieron el imán de la mezquita y otras tres personas que se encontraban rezando, mientras varias resultaron heridas», dijo Tariq Arian

Arian explicó que los explosivos fueron colocados por «los enemigos del Islam y Afganistán», un término común para referirse a grupos insurgentes, aunque no precisó quién se encontraba detrás del ataque.

Hasta ahora, ningún grupo se ha atribuido la autoría del ataque. Sin embargo, este nuevo atentado llega días después de otra explosión ocurrida el 2 de junio también en Kabul, en el que falleció un importante clérigo, Ayaz Niazi, dentro de una mezquita en la que se encontraba dirigiendo el rezo.

CRISIS CON TALIBANES Y CORONAVIRUS

Afganistán está luchando frente a múltiples crisis, con el coronavirus extendiéndose rápidamente por todo el país y con una escalada de violencia, incluso cuando el gobierno y los talibanes dan señales de que se están acercando a sentarse a dialogar.

El país asiático se encuentra en medio de los intentos del Gobierno de Kabul y los talibanes para iniciar un proceso de diálogo que siente las bases para la paz tras dos décadas de guerra, un proceso que tuvo como paso previo la firma de un acuerdo histórico el 29 de febrero en Doha entre los insurgentes y Estados Unidos en el que se acordó la retirada total de las tropas estadounidenses en 14 meses.

El presidente Ashraf Ghani prometió el jueves completar la liberación de los prisioneros talibanes, que es una condición clave para llegar a un acuerdo de paz con los insurgentes. Una vez que el intercambio esté hecho, las dos partes se han comprometido a iniciar negociaciones que podrían poner fin a casi 19 años de guerra. El acuerdo firmado con EE. UU. también incluye un compromiso de los talibanes de luchar contra el terrorismo y una promesa de que Afganistán no será utilizado para atacar a los Estados Unidos o sus aliados.(DW, afp, dpa, efe)

Consejo de Defensa del Estado reclama US$ 17 millones a Latam

Un nuevo problema tiene Latam Airlines. Además de las intensas negocaciones que está llevando a cabo en Estados Unidos para supera la difícil situación financiera provocada por el Coronavirus, la aerolínea se verá enfrentada al Consejo de Defensa del Estado (CDE) de Chile.

Según reportó Radio Bío-Bío, el CDE ingresó al Segundo Juzgado Civil de Santiago, un escrito donde asegura que la aerolínea adeuda al Estado chileno unos US$ 17 millones, y que no existen garantías de que la empresa cancele sus obligaciones a los acreedores chilenos. Lo anterior, debido a que Latam presentó la solicitud de reorganización a través del capítulo 11 de la ley de quiebras de Estados Unidos.

Por esta razón, según el documento revelado por Bío-Bío, el CDE pidió la designación de un experto acreditado por la Superintendencia de Insolvencia y Reemprendimiento (Superir) para que resguarde los intereses de todos aquellos a los que Latam les debe dinero, incluyendo al Fisco.

«No es razonable que Latam quede amparada por la Protección Financiera Concursal, y por su parte no se encuentre intervenida por ningún veedor, que resguarde y que vele por los intereses de los acreedores y por la conservación de los activos, como sucedería en cualquier proceso de reorganización iniciado en Chile», señaló en el documento el CDE.

Además solicitaron al juez del Segundo Juzgado Civil que Latam entregue todos los antecedentes que han sido acompañados al Tribunal de Quiebras del Distrito Sur de Nueva York; los antecedentes probatorios que confirmen que Estados Unidos es el lugar done tiene sus intereses la empresa; la relación entre los bienes con sus avalúos comerciales, lugares y gravámenes; los bienes de terceros constituidos como garantías en favor de la aerolínea; un certificado de un auditor independiente, registrado en la CMF, que contenga el estado de las deudas de la empresa; toda propuesta de condonación presentada a la autoridad norteamericana, entre otros aspectos. (DF)

Rebrote covid-19 en el mercado de Beijing dispara alarmas en China

Un nuevo brote en el principal mercado de distribución de alimentos de Beijing, tras casi dos meses sin nuevos casos, disparó hoy las alarmas en la capital y en toda China ante la amenaza de una nueva oleada del virus que eche abajo todo lo conseguido hasta el momento en el gigante asiático.

A las tres de la madrugada local (19.00 GMT del viernes), después de comprobar que 46 personas que habían visitado el mercado de Xinfadi -en el distrito de Fengtai, al suroeste de la ciudad- eran positivas en coronavirus pese a no mostrar síntomas, se decidió cerrar el gran centro distribuidor mayorista de verduras, frutas y otros productos frescos de la capital.

Centenares de agentes de las fuerzas de seguridad en camiones de transporte militar se presentaron en el inmenso mercado para sellarlo e impedir el paso de cualquier persona.

Horas antes se habían detectado cuatro casos confirmados en personas que habían estado en Xinfadi, por lo que se decidió realizar pruebas del virus a sus más de diez mil empleados y vendedores, además de hacer un seguimiento estricto de todos los que lo han visitado desde el pasado 30 de mayo.

Tras realizar las primeras 517 pruebas aparecieron esos 46 casos asintomáticos, que se teme puedan ser muchos más cuando se realicen los test a todos los que trabajan en el mercado y los que lo visitaron en los últimos días o incluso semanas.

Once comunidades de viviendas cercanas al centro de distribución de alimentos se han aislado en cuarentena y, según los medios locales, los productos de los puestos del mercado como vegetales, frutas, camarones, cangrejos, carne de ternera o cordero quedaron sin recoger por la necesidad de inspeccionarlos para comprobar si tenían trazas del virus.

VIRUS EN UNA TABLA DE SALMÓN

El centro de distribución mayorista de Xinfadi provee el 90% de los vegetales frescos y la fruta que consume Beijing y distribuye a la mayoría de los mercados más pequeños de la ciudad.

Las primeras inspecciones realizadas detectaron el virus en una tabla de cortar pescado utilizada por un vendedor de salmón importado, explicó el responsable del mercado, Zhang Yuxi.

El salmón procedía a su vez del mercado de pescado y marisco de Jingshen, también en el distrito de Fengtai, que ha sido igualmente cerrado al igual que otros cuatro centros de distribución de alimentos de la ciudad.

Ese descubrimiento llevó a que el resto de mercados y grandes superficies como Carrefour, Walmart, además de los supermercados de alimentación de la capital, anunciasen que retiraban de su oferta el salmón, en su mayoría importado de Noruega.

El hecho de que el nuevo brote haya aparecido en un gran mercado es especialmente preocupante debido al considerable número de personas que trabajan en él y lo visitan y también a la posibilidad de que se haya infectado alguno de los alimentos.

El brote de coronavirus en Wuhan a finales del pasado año, que dio origen a la pandemia mundial, surgió aparentemente de un mercado de pescados y mariscos, desde el que se propagó rápidamente por toda esa ciudad de 11 millones de habitantes.

El cierre del mercado de Xinfadi puede afectar seriamente al suministro de carne, vegetales y frutas en la capital del gigante asiático, aunque otros mercados han asegurado que se pueden encargar del suministro.

Zhang dijo que la reapertura de Xinfadi y los otros cinco mercados cerrados hoy dependerá de los resultados de las pruebas de ácido nucleico que se realicen a sus trabajadores.

«EMERGENCIA DE GUERRA»

El distrito de Fengtai, donde se encuentra el inmenso centro de distribución de alimentos de Beijing, ha decretado drásticas medidas de control y prevención del virus para tratar de evitar su propagación. Chu Junwei, un funcionario de Fengtai, distrito en el que viven más de dos millones de personas, dijo que toda esa zona de la ciudad se ha declarado en «emergencia de guerra».

Se ha dispuesto un centro de control y, además del aislamiento de 11 complejos residenciales, se han cerrado tres escuelas primarias y seis guarderías, según la televisión estatal china.

También se han suspendido los tours en grupo y los eventos deportivos mientras que las autoridades sanitarias locales advierten del posible aumento de nuevos casos.

Cuarenta muestras recogidas en los alrededores del mercado han dado igualmente positivo en las pruebas realizadas hasta el momento, según Pang Xinghuo, vicedirector del centro de control y prevención de enfermedades.

Los funcionarios indicaron que se ha realizado seguimiento a 139 contactos cercanos de los nuevos casos confirmados en el distrito y que todos ellos han sido puestos en cuarentena.

Asimismo, se han intensificado los controles en lugares públicos de Fengtai como restaurantes y centros comerciales así como en los servicios de reparto de comida a domicilio, muy populares en China, en todo Beijing.

Los seis nuevos casos confirmados que se detectaron el viernes en la capital habían visitado el mercado y se suman a uno más registrado el día anterior, después de 55 días sin contagios locales.

Chu explico que, además de las 45 personas asintomáticas relacionadas con Xinfadi que dieron positivo, hay otra del mercado de agricultura en el distrito pequinés de Haidan que también dio positivo sin mostrar síntomas.

La primera alarma saltó cuando dos trabajadores de un centro de investigación de carne que habían visitado el mercado recientemente dieron positivo el viernes en coronavirus. Pang Xinghuo afirmó que las investigaciones preliminares indican que esas dos personas estuvieron en contacto con un «ambiente contaminado en el mercado o fueron contagiadas tras estar en contacto con gente infectada».

Las autoridades sanitarias de la ciudad suspendieron entonces el comercio de carne de ternera y cordero en Xinfadi y cerraron otros cinco mercados en la capital. «No podemos descartar más casos a consecuencia de esto en el futuro», advirtió Pang.

SUSPENSIÓN DE CLASES

La Comisión de Educación de Beijing decidió hoy suspender la reanudación de las clases en las escuelas de enseñanza primaria y en las guarderías prevista entre este lunes y el próximo.

El secretario del comité municipal de Beijing del Partido Comunista Chino (PCCh), Cai Qi, y el alcalde de la ciudad, Chen Jining, instaron a los responsables de Fengtai a considerar al mercado de Xinfadi como un punto central de la investigación epidemiológica de los casos del nuevo coronavirus.

La capital ha anunciado que 31 nuevos centros médicos se sumarán a la lista de hospitales que realizan pruebas del virus con lo que pasarán a ser un total de 98, que tendrán capacidad de realizar 90.000 test al día.

La agencia estatal Xinhua informó de que se han detectado ya dos nuevos casos asintomáticos en la provincia nororiental de Liaoning relacionados con los nuevos infectados de Beijing.

Desde el inicio de la pandemia, el Gobierno chino ha puesto un especial cuidado en proteger a su capital de la propagación del virus, con estrictas medidas de controles de temperatura, uso de mascarilla, cuarentenas y test de ácido nucleico.

Los vuelos internacionales a la capital deben aterrizar primero en otras ciudades, donde los pasajeros deben realizar una cuarentena de dos semanas en un hotel antes de poder continuar viaje a su destino. (Emol-EFE)

Matus atrapada en Twitter-Pablo Ortúzar

Alejandra Matus es una premiada periodista con 30 años de carrera y un MPA en Harvard. Ha sido también editora de diversos medios. Es, entonces, una profesional de la comunicación. Por lo mismo, resultó extraño que eligiera Twitter para publicar una investigación sobre “exceso de muertes” (cambios en el promedio normal de muertes por mes) que no había pasado filtros metodológicos exhaustivos, y que contenía serios errores.

Dicha publicación generó dos grandes “tormentas de mierda virtual”, como las llama Byung-Chul Han. Una bajo el eslogan de “el gobierno esconde muertos”, y otra que decía “Matus miente”. Al poco rato, esas eran las únicas dos alternativas. Ambas equivocadas.

La idea de un exceso de muertes no captado por el conteo oficial no era sorprendente. La habían explorado muchos periódicos en el hemisferio norte. Distintos criterios de conteo, más restrictivos o más laxos, arrojan distintos resultados, y los datos sobre muertes son útiles para monitorear focos y prevenir contagios. Pero en la medida en que el gobierno no manipule los resultados de su método, no está “escondiendo muertos”. Sin teorías conspirativas, la caca no vuela.

Por otro lado, Matus no parecía estar mintiendo. Nada indica que ella tuviera el conocimiento para evaluar la calidad técnica de la investigación y notar sus errores (como el “efecto lunes”). El método copiado, al menos, no estaba diseñado para engañar. El tuitero promedio, dado al juicio luciférico, olvida que errar e ignorar es humano.

Sin embargo, permanece la duda sobre por qué usar Twitter para publicar una investigación no chequeada editorialmente. En primera instancia, yo no pensaba que Matus estuviera mintiendo, sino que no le importaba la desprolijidad con tal de generar una tormenta virtual que dañara, todavía más, la credibilidad del gobierno. Su mérito profesional solo agravaba la falta: podía no saber de método, pero es experta en comunicación. Que quisiera dañar al gobierno, por otro lado, parecía obvio, considerando una producción cada vez más atrincherada en la izquierda, y mezquino, ya que ese daño disminuye la capacidad política colectiva para enfrentar la pandemia. Que fuera, finalmente, incapaz de reconocer los errores en la indagación una vez expuestos, y que no desmintiera la infame acusación de que el gobierno “esconde muertos”, me parecía decisivo. No me quedaban dudas.

Pero ahora sí las tengo. He pensado que si Matus no reconoció ni aclaró nada puede deberse a que, en el distorsionado mundo de las redes sociales que ella usó como plataforma, eso podía ser interpretado -ya que solo había dos alternativas extremas- como un reconocimiento de que estaba mintiendo. Ella habría quedado atrapada, entonces, en la censura maniquea de la red. Por lo mismo, ahora que una investigación bien ejecutada por Espacio Público le entregó la razón a su duda (aunque no a su investigación), y que, en consecuencia, la bola de estiércol de “el gobierno esconde muertos” se ha hecho gigante, quizás sea buen momento para ejercer la honestidad intelectual. Pero, además, yo le preguntaría si, como profesional de la comunicación, volvería a usar Twitter -un medio que castiga la verdad- de la forma en que lo hizo. (La Tercera)

Pablo Ortúzar

Max Weber y la peste

Mañana se cumplirán exactos cien años desde que otra pandemia, la gripe española —cuya duración se extendió hasta el año 1923—, acabó con la vida de Max Weber, quien, según dijo Karl Jaspers, indagó más que ningún otro “en la total vastedad de la condición humana”. Cuando la muerte lo alcanzó tenía 56 años.

Basta un breve listado para mostrar lo inabarcable de su obra. Sentó las bases de una sociología que considera el horizonte de sentido de los actores; investigó la historia económica; iluminó el sentido religioso que anida cualquier cultura humana; exploró por qué y de qué forma el mundo moderno se había desencantado; y advirtió que la racionalización occidental acabaría poniendo al individuo humano en “una jaula de hierro”.

¿Qué podemos aprender en la hora presente de su obra? Mucho.

A los académicos les advirtió acerca del peligro que amenazaba a la universidad. El peligro consistía, y consiste aún, en que los profesores se sirvan de la cátedra para promover sus puntos de vista ideológicos o políticos disfrazándolos con el prestigio de la ciencia. En una época fructífera para las profecías —suya es la expresión “profetas de cátedra”—, Weber llamó la atención acerca del hecho que la ciencia no es capaz de dirimir ni el sentido ni el significado del destino humano. Los valores ante los que cada uno se inclina no eran, pues, algo que el conocimiento pudiera descubrir, sino un asunto de la voluntad: de la manera en que cada ser humano decidiera situarse ante el destino. La ciencia esclarecía las diversas posibilidades de lo humano, pero no guiaba el tiempo ni era capaz de leer la aguja que indicaba la dirección de la historia. Las profecías de cátedra, dijo, encienden los ánimos; pero no ayudan a ver mejor.

Lo anterior, por supuesto, no significa que quienes trabajan en la universidad deban abstenerse de la política; solo que no deben esgrimir la autoridad de la cátedra en favor de sus propias opciones. Menos todavía —habría que agregar en los tiempos que corren— esgrimir sus elecciones políticas o valóricas para limitar la búsqueda de la ciencia, el libre debate de ideas o el quehacer general de la universidad. En la modernidad, explicó Weber, no hay un Dios al que debamos obedecer, sino un panteón ante el cual hay que elegir. Y en esa elección la ciencia y la universidad no prestan ningún auxilio.

A los políticos, por su parte, les recordó que el deber de quien ha hecho de la política su profesión no es abrazar sus convicciones a ultranza, sino atender a las consecuencias que se siguen de ellas. Una cosa es obedecer ciegamente a las propias convicciones, otra cosa es perseguir su realización pero atendiendo a las consecuencias. El político está obligado a rendir cuentas por lo que hace aunque no lo haya querido directamente; por eso a él no le basta la pureza de intenciones para justificarse. El político de la fe pura, el político adolescente, el político que cree que sus convicciones o su sentido de justicia bastan para justificar sus acciones, se ha equivocado de oficio: su lugar es el púlpito de una iglesia, no la plaza pública. Quien cree que basta querer el bien para que el bien se produzca, o que basta tener un corazón pretendidamente puro para alcanzarlo (como parecen creerlo tantos políticos hoy día) olvida que a veces el bien produce mal y el mal produce bien o, como prefería San Pablo, que con frecuencia y frente a la realidad el político debe repetir para sus adentros: no hago el bien que quiero y sin embargo hago el mal que no quiero.

No se trata, por supuesto, de que el político deba escoger entre la fe pura y el pragmatismo vulgar. Ese es un malentendido frecuente que hay que rechazar. Esto es lo que quiere decir Weber cuando advierte que para conseguir lo posible hay que intentar una y otra vez lo imposible. El político debe tener convicciones; pero ellas deben estar acompañadas de la conciencia de que los actos que ejecuta pueden producir efectos que las corroen o las niegan. El falso profeta pretende que sus convicciones justifiquen sus actos aunque el cielo se desplome; el político auténtico mira permanentemente al cielo para evitar que ello ocurra.

En tiempos como los que corren, tiempos agitados y difíciles, abundan como peste los “profetas de cátedra” y los políticos que confunden el púlpito con la plaza, los políticos que creen tontamente que basta perseguir fines buenos para que el bien se produzca. A ellos Weber, muerto por la pandemia de hace un siglo, les recuerda que la grandeza de la política deriva del hecho que ella debe tratar con la incertidumbre de lo humano, retroceder cuando la escasez se levanta como una muralla, y así y todo seguir cavando “el duro suelo” de la realidad.

Carlos Peña

La intolerancia de la superioridad moral-Natalia González

Hace unos días, el abogado Ricardo Escobar publicó en un medio de prensa escrito una columna en la que, utilizando una fábula como recurso y basado en las principales características de sus personajes, identificaba a estos con personas del quehacer público en Chile.

Transcurridas unas horas desde la publicación del artículo, el autor se vio expuesto a un verdadero ataque en redes sociales, en el que, por lo bajo, lo acusaron de misógino. Ello por haber identificado a Izkia Siches con el personaje de la zorra en la fábula. Cualquiera que conozca la fábula citada por el columnista y que haya leído el artículo sin ese ánimo permanente y agotador de buscar conflicto donde no lo hay —y que, incomprensiblemente, parece inundar todo el debate en el último tiempo—, advertiría que el autor jamás pretendió hacer la vulgar comparación que sus críticos, sin embargo, vieron. Por el contrario, de la columna de Escobar uno podría concluir que, más bien, alababa la astucia de la señora Siches, quien había logrado agrupar detrás de ella a reconocidísimos economistas que, la verdad sea dicha, no necesitaban al Colegio Médico para hacer sus planteamientos, pero que, sin embargo, terminaron haciéndolo por y a través de la entidad. El punto de Escobar era, a mi juicio y entre otros, cómo la señora Siches se anotaba un poroto con gran astucia, mostrando que tenía habilidades políticas.

Pero todo indica que al final del día la maldad está en los ojos del que mira. Luego, un grupo de mujeres indignadas publicaron una carta condenando la columna de Escobar en la misma línea de la misoginia y fustigando al autor.

A Cristián Warnken también le sucedió algo similar recientemente. Y es que hubo quienes estimaron que en su entrevista al ministro Mañalich, de hace un par de domingos atrás, Warnken había relativizado todo, defendido lo indefendible y había, de alguna manera, traicionado a un cierto sector que lo ve como “propio”. Así, fue objeto del ataque de columnistas y analistas, por la forma en que condujo esa entrevista.

Desde mi punto de vista, bienvenidas la columna de Escobar y las cartas con contrapuntos y defensas, así como las entrevistas de Warnken, de las que me he vuelto asidua los domingos, y bienvenidos quienes opinan distinto, pues valoro la libertad de expresión. Pero lo que resulta muy preocupante de estos episodios no es el intercambio epistolar ni las diferencias, sino más bien el que se busque anular ciertas opiniones con argumentos de superioridad moral, de manera tal que serían solo esas visiones “moralmente superiores” las únicas válidas en la sociedad, no existiendo margen alguno para las diferencias. Y si para lograr ese fin, como le pasó a Escobar o a Warnken, hay que adjudicarle al autor o entrevistador intenciones que a mi juicio no tuvieron, pero que de todas maneras se les achacan, peor aún, pues entonces el fin “moral” justifica cualquier medio.

El fenómeno que estamos presenciando en Chile —y en el mundo— es en extremo preocupante y no debiera dejarnos indiferentes, pues termina por permearlo todo. Lo políticamente correcto se instala y nuestra sociedad, autoridades, políticos y quienes participan en el debate público son así hipnotizados por quienes, sin ninguna facultad o autoridad para hacerlo, pero convencidos de su propia virtud como única plausible, nos dictan lo que es justo y lo que es bueno. Pero resulta que facultades más o facultades menos, lo lamentable es que logran el objetivo que persiguen, que no es otro que silenciar la opinión contraria y meterse al bolsillo la libertad de opinión, de expresión y la diversidad que ellas envuelven y que enriquecen nuestras vidas. Ello se hace evidente en el extremo pudor y hasta temor que muestran los adversarios por expresar una opinión distinta. Ir contra la corriente de la superioridad moral pareciera tener puro costo. En el fondo, la superioridad moral de los otros les genera un complejo de inferioridad moral a estos últimos. Ello ha llevado a algunos —quienes quieren abandonar esta categoría de “inferioridad”— a plegarse a la agotadora cantinela con su silencio cómplice o a adherir a propuestas que se alejan de lo que se supone es su ideario, todo por no ser impopular o por no caer en la mira de los inquisidores.

En las discusiones de las políticas públicas, esto de la superioridad moral se ha transformado en el pan de cada día. Este fenómeno se relaciona con aquel del realismo mágico, demagógico y populista, al que me he referido anteriormente, y que nos lleva a un túnel sin salida y muy complejo. Si la razón y la ciencia no acompañan a las decisiones, las que solo son orientadas por las emociones y a ello le sumamos que se condenará a quienes, con ojo más agudo, adviertan la treta o se atrevan, libremente, a manifestar una disidencia, estamos minando la base de la democracia deliberativa y los cimientos de una sociedad libre. Si un grupo considera que reúne todas las virtudes y el otro grupo simplemente se rinde ante aquel bajo la falsa ilusión impuesta por los primeros de que los segundos carecen de bondades o que las tienen en menor abundancia o porque simplemente no quieren ser acusados por los supuestos virtuosos, solo continuaremos alimentando la ilusión de la superioridad moral y de la intolerancia. Los “superiores moralmente” continuarán, exitosa y peligrosamente, generando esa relación de jerarquía o de verticalidad entre ellos y el resto de la sociedad “no virtuosa” los habremos nutrido de un poder del que después no podremos escapar, pues nos habrán cercenado la libertad. (El Mercurio)

Natalia González

Si quieren resultados distintos, ¿por qué hacen siempre lo mismo?-Paula Schmidt

Si previo a la pandemia los liderazgos políticos en el mundo ya eran sometidos a cuestionamientos que han debilitado su legitimidad, ahora que atravesamos por una crisis sanitaria la escasa credibilidad de la política pareciera inquietar más a los ciudadanos que a sus representantes. Si bien es cierto que los personalismos, incoherencias, rencillas internas y propuestas poco realistas reflejan el rostro menos amable de la política, éstas son sólo una parte de la ecuación, ya que durante las crisis es cuando también aparecen liderazgos distintos y apropiados, porque responden y logran adaptarse de mejor forma a las necesidades del momento. Es por eso que la salida de Sebastián Sichel del Ministerio de Desarrollo Social abre la disyuntiva sobre cuándo entenderá nuestra política que ser diferente es un atributo a considerar.

Para que una democracia genere estabilidad, permita cumplir las expectativas y logre adecuarse al ritmo de los nuevos tiempos, aumentar la confianza es clave. Hoy estamos insertos en lo que pareciera ser una tormenta perfecta, por lo que se requiere de nuevos liderazgos capaces de persuadir, lograr consentimiento y, sobre todo, un compromiso transversal de los chilenos para canalizar su incertidumbre. Sebastián Sichel estaba siendo capaz de lograr aquello, en parte porque su biografía lo acercaba a muchos de los problemas de su antigua cartera y también por su propia cosecha, gracias a una forma de ser transparente y cercana. Existen múltiples canales para otorgar contexto a lo que nos sucede, por lo que un rostro nuevo, aunque no significaba soluciones perfectas, sí permitía que entrase aire fresco al ambiente permitiendo que fueran los hechos, y no la retórica partidista, los que demostrasen si existían fortalezas para el cargo.

Las mentes más brillantes del mundo han denominado al siglo XXI como la Era de la Incertidumbre, no sólo ahora por la pandemia, sino porque desde hace un tiempo realizar diagnósticos certeros ha sido casi imposible. Tenemos el ejemplo del atentado a las Torres Gemelas en el país con el mayor despligue militar del planeta o las fallidas proyecciones sobre el Brexit, por lo que existe gran presión (y cierta ansiedad) en el mundo de la academia por encontrar nuevas fórmulas que permitan innovar, no sólo para entender, sino también para aprender sobre los errores del pasado En esto el liderazgo político no puede quedarse atrás, ya que parte de la insatisfacción ciudadana, visibilizada en revueltas sociales más allá de nuestras fronteras emanan de una prolongada frustración de percibir que las autoridades políticas parecieran estar cada vez más desconectadas de la realidad.

Si queremos salir bien parados de esta crisis necesitamos líderes que demuestren capacidad de cohesionar y sobrepasar las diferencias para así formar equipo y hacer posible compartir estrategias, calmar los ánimos y disminuir la polarización, ya que una crisis no se acaba con reacciones reflejo, lugares comunes o eludiendo confrontar las causas reales de ésta. Es por eso que se me viene a la mente la famosa frase de Albert Einstein: si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo. Si aplicar la misma receta está dando malos resultados en el mundo, ¿por qué, entonces, no alteramos de una vez los ingredientes para obtener una nueva mezcla? (El Líbero)

Paula Schmidt

Felices y fregados

Elaine Garzarelli se convirtió en una super estrella de Wall Street prediciendo el “desplome” de 1987 unas pocas semanas antes, y fue parte del “first team” en la encuesta de la prestigiosa revista especializada Institutional Investor. Mirando hacia atrás, ese fue un gran acierto. Seis meses después de su advertencia, y con el Dow Jones cerca de 25% más arriba, ella se puso positiva. Pero fue tarde: su errónea llamada la sacó de la lista de los “gurú” de Wall Street. En una edición especial de BusinessWeek de la primavera de 2003, Garzarelli predijo que «los mercados accionarios estarán atascados por años”. Esa predicción vino poco antes de un mercado alcista que duró varios años.

Como este, existen muchos otros ejemplos de gurús que sostenían que eran capaces de pronosticar los mercados. Por eso en el 2013, el premio Nobel de Economía lo ganaron Fama, Shiller y Hansen porque llegaron a la conclusión de que no había manera de predecir los precios de acciones y bonos en el corto plazo. Y así se podría nombrar a muchos otros que han probado que no existe forma de ganarle al mercado o de predecir cuándo vendrá una corriente alcista o una bajista.

Por lo tanto, las empresas que en Chile recomiendan a los ahorrantes previsionales cuándo cambiar de fondos porque según ellos prevén un mercado ya sea bajista o alcista, les mienten a sus seguidores, pues nadie, como está demostrado, tiene la capacidad de hacerlo. En la actualidad es posible establecer si ganarle al mercado es consecuencia de asumir más riesgo o porque el asesor otorga valor agregado. Por ejemplo, en Estado Unidos existen miles de fondos mutuos cuyo índice de referencia es el S&P 500, y cuando se chequea cuáles son capaces de aportar valor más allá del riesgo, los que salen victoriosos son contados con los dedos de una mano. Si lo anterior lo hacemos para quienes cuentan con un historial de al menos 20 años, entonces el resultado es que nadie lo hace.

En el caso chileno, la Superintendencia de Pensiones, el ente regulador de las AFP, publicó el mes pasado una nota técnica respecto de la evolución y desempeño de los cambios de fondos, donde sostenía entre sus conclusiones que: “El 72,6% y el 74,7% de los afiliados que se ha traspasado ha tenido un peor desempeño en su estrategia que si se hubiera quedado en el fondo original o en la estrategia por defecto, respectivamente. Adicionalmente, las decisiones de un grupo de afiliados que se cambia frecuentemente de fondo pueden llegar a afectar el valor de los fondos de otros que toman decisiones de largo plazo o que se encuentran próximos a pensionarse”.

El gobierno, para evitar que la conducta de unos pocos -cerca de 120.000 afiliados- afecte negativamente el valor del ahorro de una inmensa mayoría que no se cambia mucho entre los distintos fondos (cerca de 10 millones), ha propuesto una serie de iniciativas, entre las cuales está limitar los cambios de fondos y regular a los asesores que recomiendan estos cambios masivos. Creo que lo primero atenta contra la libertad de elección de los ahorrantes en cuanto a decidir cómo quieren administrar sus ahorros, y a pesar de que su equivocada, como lo prueba la teoría, y dañina actitud, como lo establece la Super de Pensiones, afecta a la gran mayoría que no se mueve, la libertad de elección siempre debe primar.

Si se quiere evitar que una minoría dañe a una gran mayoría, se debe regular a las empresas que dicen contar con capacidad para anticipar los movimientos de los mercados. Primero, porque es un engaño para quienes pagan por el servicio, aunque ello sea un contrato entre privados, y segundo porque es perjudicial para la enorme cantidad de ahorrantes pasivos del sistema. En la medida que estas empresas sean reguladas, se podrá verificar por parte de la autoridad competente qué tan asertivas son sus recomendaciones. Hoy no existe un registro oficial de las recomendaciones emitidas por empresas que asesoran a los ahorristas previsionales, lo cual hace imposible verificar la calidad de éstas.  Creo también muy importante, aunque no aparece en el proyecto del gobierno, hacer esfuerzos para elevar el nivel de educación financiera de la población.

En conclusión, adelantarse a las fluctuaciones de mercado equivale a adivinar el número de la ruleta, y tal como sucede con ésta, a veces se gana y muchas otras se pierde, y que alguien sostenga que le achuntó varias veces es mera casualidad. Como cualquier persona normal, tenemos claro que no existen los asesores de ruleta, pues ganar o perder es suerte. Cuando decidimos cómo manejamos nuestros ahorros previsionales, es bueno no dejarse embaucar, pues a pesar de que nos pueda provocar placer sentirnos el gurú de las inversiones, y quedar felices, debemos estar conscientes que podemos quedar fregados por decisiones que dependen de la suerte. (El Líbero)

Manuel Bengolea

 

Los amnésicos

LA TERCERA

No tengo dudas que cuando el editor -hace ya algo más de tres años- me extendió la atractiva y desafiante invitación de escribir columnas quincenales, no tenía en vista incursionara en algo parecido a una especie de crítico literario amateur. Aun a riesgo de terminar mereciendo una especie de tarjeta amarilla por intentar un género que me es ignoto, me atrevo a insistir. La cuarentena bien cumplida, que tiene harto de la cautelar denominada arresto domiciliario, mal que mal la circulación irresponsable tiene bastante de “peligro para la sociedad”, otorga más tiempo para el sano hábito de la lectura.

Hace poco termino de leer de Geraldine Schwarz “Los amnésicos. Historia de una familia europea”, en ella la autora se introduce de manera notable en una investigación que describe, con fundamento, la forma y modo en que el pueblo alemán transitó de una dictadura oprobiosa a la democracia. Y lo hace a partir de su propia historia familiar, cuando descubre que su abuelo compró, a precio irrisorio, la empresa de una familia judía, amparándose en la legalidad nazi. Las culpas colectivas, en diversos países de la Europa continental, las aceptaciones silenciosas, son tratadas magistralmente en el libro aludido. Para entusiasmar a los eventuales lectores, me permito citar un párrafo que refleja el sentido final del libro “nosotros los europeos venimos de lejos. Nuestras memorias y nuestros sueños están divididos, a veces son contradictorios. Pero, en esa diversidad, existe un denominador común: la experiencia del totalitarismo, que aplasta la identidad de las personas que las aterroriza, las tortura, las ciega, las manipula para fabricar un ejército de clones al servicio de la locura mortífera de una idea”. Se trata de un descarnado análisis de los efectos letales del oportunismo, del conformismo.

Cuando presenciamos el surgimiento de nacionalismos, de intentos de marcar superioridad a partir del color de la piel, tal vez sea más oportuno que nunca recordar la historia reciente.

En lo que va quedando de estas líneas vuelvo a la dura cotidianidad por la que vamos pasando. No olvido que hace quince días manifestaba mi esperanza que el llamado a un acuerdo económico-social, bien recibido por casi todos los partidos, cayera en tierra fértil. Al momento de cerrar este artículo, la esperanza aún no se concreta, tampoco se ha frustrado. No tengo duda que los negociadores están de buena fe, tanto el ministro Briones, cuando pide distinguir y distribuir entre la urgencia de hoy y en las bases para una futura reactivación, como los parlamentarios de oposición que negocian, cuando piden centrarse con preferencia en el Ingreso Familiar de Emergencia. La intervención de un amplio espectro de economistas connotados debe ayudar a que con la mayor brevedad nos den una buena noticia, tan escasas en estos días. (La Tercera)

Jorge Burgos