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No hay comunismo sin violencia

Con la candidez de siempre, el presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier, nos notifica, una vez más, que su partido no está disponible para ponerle freno a la violencia que lentamente se vuelve a tomar las calles del país. Para algunos, esto es una sorpresa; para muchos de nosotros, esto es la confirmación de lo que ya sabíamos.

El comunismo, por esencia, requiere de la violencia para subsistir. Está en sus definiciones teóricas y también en su experiencia práctica. La revolución, violenta y antidemocrática, es la única forma que han empleado siempre para poder conseguir el poder y, una vez que lo tienen, usan la violencia sistemática para mantenerlo.

La única novedad en Chile es que quien lidera las preferencias presidenciales de la izquierda es Daniel Jadue, un alcalde comunista. Hábilmente, como lobo vestido de oveja, Jadue ha logrado camuflar sus posturas detrás del populismo municipal y ha logrado mantenerse al margen de la dirigencia comunista, con el objeto de ser visto como un líder apolítico y así conseguir el favor de una mayoría que lo lleve a La Moneda. Pero pierdan cuidado, si el destino de Chile permitiera que Jadue llegara a la presidencia, no hay duda que a su lado estarán Teillier, Gutiérrez y compañía, dirigiendo el camino de Chile hacia la próxima revolución comunista.

Por tanto, la verdadera pregunta que tenemos que hacernos hoy no es quien está del lado de la violencia, porque lo sabemos, si no quien está dispuesto a condenarla de verdad. Algunos pretenden decir que los símbolos, las opiniones y hasta la forma de hablar o escribir es violenta, buscando igualarlo a las piedras, palos y molotovs que lanzan los agresores de Carabineros. No es así: no permitamos que el falso empate logre poner en grado de igualdad aquello que no es igualable.

La violencia es clara y nítida y tenemos que condenarla con toda nuestra fuerza. En democracia no hay espacio para disensos frente a la violencia y sólo los demócratas son aquellos que eligen el lado que la condena. De nada sirven las cartas de los conglomerados o las declaraciones de indignación a través de redes sociales. Lo que se requiere es hacer lo que se dice y ser consecuente con ello a través del tiempo.

Por eso, el mensaje para la izquierda menos radical es evidente. Si ellos se ponen del lado del Partido Comunista, también serán cómplices de la violencia y serán igual de antidemocráticos que ellos. No sería la primera vez, pues hace 50 años ya lo hicieron, dándole el gobierno a la izquierda extrema que estuvo a punto de destruir a Chile.

Por el bien de nuestro país y el futuro de nuestra Patria, espero que los verdaderos demócratas tengan la capacidad y el coraje de rechazar la violencia y de aislar a aquellos que buscan el caos y la destrucción del país. Los chilenos hoy necesitan un gobierno firme y que esté centrado en las urgencias sociales que la crisis social, económica y política nos obliga a resolver. De lo contrario, tendremos el grave riesgo de seguir prolongando esta crisis y el grave peligro, de retroceder hacia el infierno comunista que algunos nos quieren imponer. (El Líbero)

José Antonio Kast

Los números que apanican a la izquierda-Michele Labbé

El 25 de octubre se realizará el plebiscito por una nueva Constitución en Chile, en condiciones nunca imaginadas, ni siquiera al inicio de la pandemia. La realidad es que mientras las mismas condiciones sanitarias que justificaron posponer el plebiscito que había sido convocado para el 26 de abril de 2020, habrían más que justificado posponerlo nuevamente, la puerta nunca estuvo abierta para una nueva postergación.

El día jueves 19 de marzo, después de una recomendación oficial del Servel, que indicó que “Dada la emergencia nacional por la pandemia del Coronavirus parece evidente la necesidad de postergar la realización del plebiscito …”, los partidos políticos acordaron postergar el plebiscito para el 25 de octubre, cumpliendo con las disposiciones del  Servel que también recomendó que “Para establecer una nueva fecha para su realización, se estima fundamental tener presente las consideraciones de la autoridad sanitaria que aseguren que su implementación no constituirá un riesgo para la salud de la población.

Cabe recordar que el día lunes 15 de marzo se anunció la suspensión de todas las clases en el territorio nacional y el 18 de octubre el Presidente declaró Estado de Excepción Constitucional de Catástrofe y el día que se acuerda postergar el plebiscito habían 341 casos confirmados de COVID19 en el país y 337 casos activos.

A finales de septiembre y principios de octubre, cuando se plantea volver a posponer el plebiscito, las clases presenciales siguen suspendidas en casi todo el país, seguimos en Estado de Excepción, hay sectores y ciudades completas en cuarentena, los contagiados nuevos diarios alcanzan entre 1.500 y 2.000 personas, y los casos activos, que están y pueden contagiar al resto de la población, son más de 15 mil.

A simple vista, la situación actual parece bastante más riesgosa para la salud de la población que la que se vislumbraba el 19 de marzo de 2020. Sin embargo, cualquier opinión que pusiera sobre la mesa la postergación del plebiscito fue acusada de ser una utilización política de la pandemia.

Un análisis racional de una posible postergación del plebiscito, cuando la mayor parte de las encuestas daba por ganadora la opción “Apruebo”, que se ha constituido como la opción políticamente correcta, indicaría que no existe riesgo de cambio en el resultado final del plebiscito. Entonces, ¿a qué le teme tanto la izquierda?

Más allá de la opinión de cada uno de nosotros acerca de la gestión del gobierno actual en lo político, lo cierto es que el manejo de la pandemia ha sido acertado, se cumplieron las promesas, en especial aquella de que no faltaría un respirador para nadie, y las cifras en lo económico empiezan a recuperarse más rápidamente de lo esperado una vez que comenzaron a levantarse las cuarentenas; lo que se ilustra con los 119 mil nuevos empleados que mostraron las cifras laborales publicadas por el INE para agosto y los 124 mil nuevos empleados que mostró la encuesta del centro de microdatos de  la UC para septiembre (aún no se publica el dato del INE para septiembre).

Lo otro que empezó a recuperarse con rapidez ante el levantamiento de las cuarentenas es la violencia. La Araucanía ha colmado todos los titulares con nuevos ataques incendiarios, y la renovada Plaza Baquedano ya comenzó a sufrir todo el daño del que son capaces los grupos violentistas, que cada viernes han vuelto a tomarse esta zona.

La izquierda no es ciega ni sorda, entiende perfectamente que la gente está cansada, que ha sido un año difícil para todos, que la gente necesita seguridad y trabajo. Ellos también entienden que la gente podrá no querer a este gobierno, pero reconoce que en gestión son mejores que ellos. Y por tanto, la izquierda no podía arriesgarse a que el “Rechazo” ganara adeptos si se posponía el plebiscito, aunque el mantener la fecha del plebiscito el 25 de octubre arriesgue la salud de muchos chilenos, y haga que otros tantos renuncien a su derecho a votar para evitar arriesgar su vida, en especial aquellos con enfermedades de base y mayores de edad… el fin justifica los medios…

Y el pánico a perder lo que no lograron hacer ni con democracia ni apoyo popular, sino con violencia, les hace ignorar los riesgos a que están sometiendo a toda la población. Porque en el fondo, no es el bienestar de la población lo que les importa, sino su propias y egoístas ganancias.

Dos años más de incertidumbre económica no es lo que se necesita ahora. Hoy necesitamos empleo y crecimiento para evitar que más chilenos caigan en pobreza. (El Líbero)

Michele Labbé

Créanle a Castro

Numerosas veces he ocupado esta columna para contar lo que he escuchado de periodistas y analistas extranjeros, cuya opinión acerca de Chile es a veces bastante más optimista que la que circula entre nosotros. Nadie me ha creído. Todos suponen que son historias que invento para pasar de contrabando mi propia visión, teñida por una porfiada complacencia. Esta vez cuento con pruebas incontestables. Se trata del informe firmado por Mario Castro, estratega del banco BBVA en Nueva York, del que dio cuenta este periódico. Es probable, se lee en el reporte, “que el país migre hacia una Constitución de Estado de bienestar, en la que el gobierno garantiza el acceso a servicios públicos clave, como educación, salud y pensiones, y también proporciona mecanismos para reclamar tales derechos si es necesario”. Y agrega: “más allá del alcance probable de la nueva Constitución chilena, no esperamos ver ningún cambio en los fundamentos de una economía de mercado, como la propiedad privada o un Banco Central independiente”.

¿Por qué Castro llega a esa conclusión? Quizás porque, más allá de las turbulencias que aún persisten (como la indignante vandalización de espacios públicos por jóvenes de la periferia que buscan con la violencia arrancar de su invisibilidad y frustración), Chile ha conseguido encauzar el grave desborde que experimentan sus instituciones democráticas a través del proceso constituyente. Él quedó de manifiesto en octubre pasado, pero venía de antes y se extiende hasta el presente, como se apreció en la martingala que condujo al retiro del diez por ciento y en la decisión del Gobierno de no impugnarla. En palabras del alcalde Lavín, “llevamos demasiado tiempo vistiendo un traje que ya no nos queda”; ya es hora de diseñar un “traje nuevo” que responda a un Chile que tiene nuevos dilemas, desafíos y protagonistas.

Es un fenómeno global, radicalizado por una pandemia que ha removido certezas, redefinido prioridades y redistribuido el poder y la influencia. Cuanto más rápido un país se haga cargo de este ajuste estructural, mayores serán sus posibilidades de ofrecer bienestar a sus habitantes. El proceso constituyente —debe pensar Castro, con razón— es una oportunidad antes que una fatalidad.

Quienes imaginan el constituyente como un escenario binario, en el que se enfrentan dos bloques compactos, me temo que lo están mirando con los lentes del siglo 20. La sociedad actual es más diversa, ambivalente, compleja, que la del pasado. Basta ver el Apruebo, en el que coincide un espectro que va desde Longueira a Gutiérrez. Hay una pluralidad de identidades, intereses y agendas, que se preparan para estar presentes en la deliberación que se avecina, sea en las listas de los partidos o como independientes. Todas ellas buscarán que sus demandas se acojan a cambio de concesiones en materias que para su causa son menos relevantes, lo que dará lugar a múltiples y sorprendentes coaliciones. Ningún reglamento podrá bloquear una dinámica que tiene raíces sociales y culturales tan profundas.

No hay que olvidar tampoco una de las magias de la democracia: que la correlación de fuerzas que resulta del voto secreto en una urna es muchas veces diferente de la que se observa entre quienes protestan en las calles o ejercen la violencia. La composición de la Convención Constitucional, más si es enteramente elegida, será más equilibrada de lo que algunos temen o desean. Más aún si se confirma la fragmentación de las corrientes que se definen en oposición al actual gobierno, como lo anticipó hace unos días la inscripción de las listas de candidatos a gobernadores.

Por experiencia acumulada, no aspiro a que los lectores crean en mis pronósticos. Me alienta la ilusión, sin embargo, de que le crean al señor Castro.(El Mercurio)

Eugenio Tironi

Reforma de pensiones-Klaus Schmidt-Hebbel

Un buen sistema de pensiones otorga pensiones adecuadas, subsidia a los pensionados pobres y es financieramente sostenible. Es de amplio consenso internacional que un buen sistema de pensiones está basado en tres pilares. El primero, de administración estatal y financiado por impuestos, provee pensiones y subsidios a los pensionados pobres. El segundo está basado preferentemente en contribuciones obligatorias, depositadas en cuentas individuales de los trabajadores y administradas preferentemente por empresas privadas (pilar de capitalización individual). El tercer pilar consiste en ahorros previsionales voluntarios.

Una mala alternativa al segundo pilar de capitalización es un pilar de reparto: una oficina estatal recolecta las contribuciones obligatorias y las redistribuye a los pensionados. Los sistemas de reparto son injustos para los contribuidores, constituyen un impuesto al trabajo formal y son insostenibles en el tiempo, debido al mal manejo estatal y al envejecimiento de la población. Por eso, la tendencia mundial en reformas de pensiones ha sido el reemplazo parcial o completo del reparto por la capitalización.

Melbourne Mercer evalúa y clasifica anualmente la calidad de los principales sistemas de pensiones del mundo. El actual monopolio estatal de reparto de Argentina, que resultó de la expropiación de las cuentas previsionales de 10,5 millones de argentinos por el gobierno de C. Fernández en 2008, está evaluado (con Tailandia) como el peor sistema de pensiones del mundo, porque paga malas pensiones, es mal administrado y es insostenible.

En cambio, nuestro sistema es evaluado entre los top 10 del mundo, por encima de los de países como Alemania y EE.UU. De las tres categorías consideradas, Chile está muy bien evaluado en dos (integridad y sostenibilidad), muy cercano a los países top 3. En cambio, solo está en la media mundial en la tercera categoría (adecuación), debido a nuestras bajas pensiones en relación a los sueldos previos a la jubilación.

Las bajas pensiones NO son resultado de la gestión financiera por las AFP de Chile. Todo lo contrario. Nuestro segundo pilar ostenta el récord mundial, logrado por las AFP de Chile: la mayor tasa de retorno promedio anual real —un 8,1%— entre 1982 y 2019.

Nuestras bajas pensiones tienen otras causas. Son fundamentalmente tres: las bajas edades de jubilación, la baja tasa de contribución obligatoria (10%) y los insuficientes períodos de cotización, todo ello en contraste con los otros 35 países de la OCDE. No obstante lo obvio que se debe hacer para resolver lo anterior, llevamos 12 años discutiendo en Chile cómo mejorar las pensiones.

Con 9 colegas elaboramos una propuesta de reforma integral del sistema previsional chileno a través de Horizontal (https://www.horizontalchile.cl/wp-content/uploads/2020/09/RSP.pdf). Proponemos dar una garantía mínima de jubilación en torno a los $200.000 y una tasa de reemplazo que aumente desde el 40% promedio actual a un 65% en seis años. Para ello será necesario fortalecer los tres pilares que componen el sistema previsional, reducir las lagunas de cotizaciones, aumentar la tasa de contribución a 16%, incrementar las edades mínimas de jubilación hasta los 67 años y mejorar la competencia, transparencia y eficiencia institucional. El pilar solidario actual deberá tender hacia la universalidad y seguir siendo financiado con impuestos generales. En el pilar individual, la cotización deberá aumentar en un 6% adicional, que vaya a las cuentas individuales. Otras medidas, como ahorrar a través del consumo, están incluidas en nuestra propuesta.

El Gobierno del Presidente Piñera ha ingresado al Congreso un proyecto de ley de reforma que incluye varias de las propuestas anteriores, otras ideas buenas y varias discutibles. Omite el necesario aumento en las edades de jubilación. Además propone aportar el 6% de contribución adicional a una nueva agencia estatal, que administraría un primer 3% que iría a cuentas individuales (no administradas por las AFP). El segundo 3% iría en parte a una cuenta de ahorro colectivo, con la otra parte repartida entre actuales y futuros jubilados. Pues bien, si se trata de mejores pensiones, sería mucho más eficiente que el 6% fuera íntegro a las cuentas individuales administradas por las AFP en vez de ir al semirreparto.

Por mientras, el Congreso populista aprobó retirar el 10% del ahorro obligatorio individual, y hoy se discute el retiro de un segundo 10%. Estos retiros reducen las pensiones autofinanciadas futuras e incrementan las obligaciones de gasto público futuro en pensiones. Hay una moción parlamentaria aún más oligofrénica: “nacionalizar” (es decir, robar) los ahorros previsionales de 11 millones de chilenos, siguiendo el singular ejemplo argentino. Todo ello contradice la recomendación de las instituciones internacionales (OCDE, Banco Mundial y FMI) para Chile, de fortalecer los tres pilares existentes, lo que es coherente con nuestras propuestas en Horizontal. (El Mercurio)

Klaus Schmidt-Hebbel

El 12 de octubre

Hablar del 12 de octubre es recordar nuestra historia, con sus altos y bajos, nuestro período prehispánico y nuestra larga etapa colonial de casi trescientos años, es decir, un período más prolongado que el de toda nuestra vida republicana.

Para España y para Europa, el descubrimiento de un nuevo continente trajo consigo grandes transformaciones culturales, económicas y sociales. El fin medioevo daría lugar a una nueva realidad, que cuestionaría las estructuras existentes y plantearía grandes desafíos a los intelectuales de todas las áreas. Como no recordar, que uno de los orígenes del Derecho Internacional actual, y en especial del Derecho Internacional Humanitario, se encuentra en los escritos de profesores de la Universidad de Salamanca Suárez y Vitoria, que reflexionaron sobre los títulos y la forma de la conquista de América, distinguiendo entre la guerra justa e injusta, entre lo que se debía y no realizarse.

Para muchos pueblos de América, la irrupción hispánica fue un tema doloroso, que obligó a la adaptación cultural y a nuevas formas de vida. Para ellos, el descubrimiento fue un encuentro inesperado con una cultura dominante y técnicamente más desarrollada. Tratar, sin embargo, de presentar la historia en términos tales que la época prehispánica estaba dada por un orden social y justo, ausente de guerras y calamidades, carece de todo fundamento histórico. Para una gran mayoría de los pueblos originarios de América, la colonización hispánica constituyó únicamente un cambio de dominador, el cual impuso una nueva estructura social.

La colonización española debe, en todo caso, analizarse y evaluarse a la luz de los principios y circunstancias de la época en que se realizó, y no en consideración a nuestros actuales patrones culturales. Ella fue una colonización regulada, que impuso criterios de culturales y de fe, pero que no buscó, como otras, la negación física del conquistado, su aniquilación o exterminio.

Hoy, podemos disentir o compartir lo sucedido, tal como los españoles debaten sobre la conquista de la península ibérica por Roma, por los germanos y los árabes, más no podemos negar nuestros orígenes culturales. Tenemos en nuestro país raíces múltiples, principalmente españolas e indígenas, como al igual chilenos de origen alemán, italiano, palestino, crota, entre otras.

No es de extrañar, por otro lado, que España celebre su día nacional el 12 de octubre, pues el gesto más grande de esta nación es haber difundido por el mundo sus valores, su lengua, su religiosidad y su cultura, uniendo así a los indígenas de América con los nativos de Filipinas y los habitantes de Guinea Ecuatorial.

Nuestro punto de encuentro actual es la chilenidad, heredera de aquella hispanidad, constituida por una sociedad con una fuerte presencia latina y cristiana y la vigencia del idioma español. Negar ello, es olvidar lo que somos, nuestro origen cultural hispánico, nuestra calidad de habitantes de América.

En momentos en que pareciera que perdemos el rumbo entre el recuerdo y la modernidad, priorizándose por algunos más los actos que desunen que los que fomentan la amalgama cultural, debemos reconocer nuestros orígenes múltiples y concebir un concepto de nacionalidad más amplio y tolerante, para incorporar a los nuevos migrantes a nuestro imaginario colectivo. Al hacerlo, en cierta manera, retornamos a los orígenes de nuestra identidad. (La Tercera)

Teodoro Ribera

Transformación de Carabineros de Chile

La transformación de Carabineros —no una modernización— debe ser prioridad para el Estado de Chile. La policía uniformada, que gozaba de reconocimiento en las Américas, está mostrando hace años problemas similares a otros cuerpos policiales de la región. ¿Qué está ocurriendo? Desde el Centro de Estudios de Justicia de las Américas CEJA —institución técnica de la OEA, que sirve a 34 países miembros, incluido Chile— hemos visto los síntomas de un desgaste progresivo que se hace evidente.

Los casos son conocidos: la fabricación de prueba falsa incriminatoria contra dirigentes mapuches; la malversación de caudales públicos por parte de altos oficiales; disparos reiterados de balines, causando ceguera total o parcial a cientos de personas durante las protestas sociales; la investigación criminal de hechos calificados por la Fiscalía como tortura en una comisaría; la investigación contra un carabinero por empujar a un joven desde un puente, calificado como homicidio frustrado por el órgano persecutor; y críticas amplias a los resultados en la prevención, respuesta a la delincuencia y a la calidad de los procedimientos policiales sujetos a control judicial y exclusión probatoria, que en no pocas ocasiones dañan o imposibilitan la prosecución por parte del Ministerio Público.

Los hechos, procedimientos y resultados cuestionados, son en realidad síntomas de un grave desajuste institucional en Carabineros, que obstaculiza el cumplimiento de su misión, atenta contra garantías, dificulta la persecución penal y socava los debidos controles y equilibrios del sistema democrático. Este es el complejísimo escenario que observamos con preocupación desde CEJA.

¿Por qué no simplemente impulsar una modernización? Porque estas no tienen el alcance ni la profundidad requeridos. Han sido muchas las instancias en el pasado que pueden haber cumplido sus objetivos, pero no han solucionado este desajuste. La estructura y cultura institucional de Carabineros, en lo esencial, no han sido alteradas, diluyendo los mejores esfuerzos hacia cambios de fondo.

¿Por qué una transformación profunda? Porque la estructura militar de Carabineros no ha evitado, por ejemplo, la corrupción, una de las supuestas ventajas de su diseño. Además, esta estructura y cultura tienden a suprimir voces de disenso que alertan sobre delitos, procedimientos inadecuados o ilegales, y plantean alternativas institucionales. Todo ello sería muy sano en un ente público con sus potestades. Y, finalmente, la actual estructura y cultura es altamente resistente al cambio: tiene disposición a las modernizaciones, pero tiende a verse como la mejor respuesta frente a la delincuencia y las necesidades de orden público, y actúa en consecuencia —incluso inadvertidamente— cambiando formalmente, sin que su estructura y cultura lo hagan en realidad.

¿Es posible realizar esta transformación? Sí es posible. Otro cuerpo policial chileno —la PDI— ya lo hizo. Durante los primeros años de la democracia se transformó para superar graves desajustes institucionales que la sumían en corrupción, violación de derechos humanos e ineficacia en la investigación criminal. La PDI adoptó una estructura y cultura orientadas al cambio, volviéndola una organización que, con espacio aún para mejoras, es más flexible y adaptable. Este diseño facilitó, por ejemplo, el ajuste de protocolos y actuación a los estándares del sistema de justicia penal.

¿En qué línea puede moverse la transformación? Primero, debe darse paso a un control real, de carácter técnico y político, que lidere el proceso y ponga el foco en una policía preventiva de carácter civil. El proceso debe considerar varias acciones: actualización de perfiles, estructura organizacional, procesos de reclutamiento, formación y trabajo, resolviendo antes incluso la superposición de funciones con la PDI.

En lo inmediato, la discusión del presupuesto del 2021 debiera al menos considerar los objetivos estratégicos y un calendario de esta transformación, que incluya hitos durante el último año de la presente administración, así como los pasos posteriores que deben darse para materializar este cambio. Las autoridades políticas —Gobierno y Congreso— tienen una responsabilidad de Estado frente a la ciudadanía, que espera de ellas una respuesta pronta, razonable y efectiva a sus demandas por respeto de garantías, seguridad, orden público y justicia, todas esenciales en un Estado democrático de Derecho. (El Mercurio)

Jaime Arellano
Director ejecutivo Centro de Estudios de Justicia de las Américas CEJA

Nuevo «banderazo» contra Alberto y Cristina Fernández en Argentina

Este lunes el gobierno de Alberto Fernández enfrentó nuevamente una multitudinaria protesta en Buenos Aires y otras ciudades del interior, en la que se cuestiona su gestión ante la pandemia, la crisis económica y la creciente influencia que le atribuyen a la vicepresidenta Cristina Fernández.

Este masivo nuevo «banderazo» en contra del Gobierno argentino fue convocado a través de redes sociales bajo la consigna «la hora de los patriotas» y contó con la adhesión de algunos dirigentes opositores.

El epicentro de la movilización tuvo lugar en el Obelisco, emblemático monumento en el centro de Buenos Aires, pero las manifestaciones se han replicado en ciudades de las provincias de Córdoba, Entre Ríos, Mendoza, Río Negro, Santa Fe, Salta y Santa Cruz.

Algunos de los manifestantes llegaron hasta la residencia presidencial ubicada en Olivos, suburbio al norte de la capital, donde más temprano se había instalado un grupo de personas afines al Presidente, produciéndose un enfrentamiento que fue controlado por la policía.

Frente al departamento donde reside Cristina Fernández también se congregaron algunos opositores.

El Presidente Fernández utilizó su cuenta de Twitter para referirse a estos hechos y señaló que «disentir con un gobierno es parte de la democracia. Movilizarse, aun con el riesgo que implica en una pandemia, también.

Pero promover una convocatoria a una protesta en el domicilio de una persona solo fomenta la grieta y daña esa convivencia democrática».

La protesta opositora tiene lugar en momentos en que se percibe un creciente malestar en la población por los resultados sanitarios y económicos de la extensa cuarentena que rige desde el 20 de marzo por la pandemia de coronavirus.

Fernández, quien asumió en enero pasado, llegó a tener una imagen positiva cercana al 70% al inicio de la pandemia, pero ahora se ubica en 34,8%, según una encuesta de la consultora Giacobbe & Asociados a fines de septiembre.

En el Obelisco se observó una larga fila de automóviles con familias abordo que hacían sonar las bocinas, mientras agitaban banderas argentinas, el símbolo patrio elegido para identificar la protesta.

Otros sostenían carteles en los que cuestionaban la restricción de libertades y duros mensajes contra Fernández de Kirchner.

El primer «banderazo» tuvo lugar el 20 de junio, en coincidencia con el Día de la Bandera y pocos días después que el gobierno peronista anunciara la expropiación de la cerealera Vicentín, la sexta más importante del país, una medida que desde la oposición se calificó como un ataque la propiedad privada.

En los meses siguientes se sucedieron casi una decena de protestas. Si bien la convocatoria fue por redes sociales sin una cara visible, dirigentes de la coalición Juntos por el Cambio con la que gobernó Mauricio Macri (2015-2019) alientan y asisten a las manifestaciones. (Emol-AP)

Abuso del poder político: un plan bien urdido

Los acontecimientos de los últimos meses han evidenciado que la oposición desarrolla un plan que se nutre de, al menos, cinco objetivos. Primero, amedrentar y desestabilizar al gobierno mediante acusaciones constitucionales y una permanente crítica no constructiva para solucionar los problemas; segundo, el grave intento de socavar la independencia de los jueces, impidiendo su nombramiento en la Corte Suprema basados en que ciertos fallos no resultan de su agrado; tercero, incitar a la alteración del orden público, guardando silencio, e incluso a veces aceptando actos de evidente violencia. Al respecto, no ha existido ninguna propuesta para erradicarla, sino, al contrario, una estrategia para responsabilizar al gobierno. El llamado “estallido social” fue una expresión pacífica que pedía cambios en materias sociales, educacionales, de pensiones y de salud, pero lo que vino en los siguientes días fue la acción concertada de un grupo menor que, hasta hoy, destruye, roba, ataca a Carabineros y afecta el desarrollo de todas las actividades en el sector de las manifestaciones. La oposición mide con distinta vara los actos de violencia, esquivando rechazar la muerte de un trabajador en La Araucanía, pero acusando responsabilidad del gobierno en el lamentable accidente del joven que cayó del puente en Pío Nono, en que existe un carabinero imputado por un acto propio no ordenado por su jefatura. Al mismo tiempo, la oposición insta a reducir los medios disuasivos para contener la violencia y enarbola la defensa de los derechos humanos, obligatoriamente respetables, pero no cuando se trató del grave daño causado con bomba incendiaria a una oficial. En cuarto lugar, se emplea como caballo de batalla la violencia para acusar al Ejecutivo sin que exista ninguna iniciativa para actuar contra ella, sino solo para responsabilizar al ministro del Interior. Y quinto, se busca generar un ambiente emocional adverso a la institucionalidad vigente en los futuros constituyentes, encaminado a retomar un esquema estatista con predominio del Parlamento,

En perseguir estos objetivos, se hace creer a la ciudadanía que senadores y diputados respetan la Constitución, cuando es todo lo contrario. Las acusaciones constitucionales son meros instrumentos políticos que pretenden eludir su propia responsabilidad, en tanto que la verdad es que propician la alteración del orden público y comprometen gravemente el orden institucional, sancionado con la destitución. Se ha afectado el bien común, con abuso de poder, en el intento de avasallar las instituciones del Estado.

A su turno, el gobierno y quienes todavía lo apoyan, no han tenido coraje ni fuerza para hacer respetar el cumplimiento de la ley, tolerando el desmantelamiento de las instituciones y acrecentando la sensación de indefensión de los ciudadanos. Entre tanto, los vándalos gozan de buena salud y protección. (La Tercera)

Álvaro Ortúzar

Dinamarca sacrifica dos millones de visones tras brotes de coronavirus en criaderos

Veterinarios daneses comenzaron a sacrificar a 2,5 millones de visones en el norte de Dinamarca, informaron las autoridades, después de reportarse la presencia del coronavirus en al menos 63 criaderos.

La Administración Danesa de Veterinaria y Alimentos es la responsable de sacrificar a los ejemplares infectados, mientras que los criadores que poseen animales saludables en instalaciones ubicadas en un radio de 8 kilómetros de una granja infectada deben sacrificar ellos mismos a sus visones, informó Flemming Kure Marker, de la agencia gubernamental.

«Estamos procediendo, lo vamos a hacer», dijo sobre el sacrificio que comenzó el jueves en la localidad de Gjoel, al oeste de Aalborg. Añadió que el proceso podría tomar varios meses, dependiendo de la propagación del virus. No se dio a conocer por el momento cuántos animales ya han sido sacrificados.

El viernes, un criador de visones se negó a permitirles el acceso a las autoridades a su granja para iniciar con el sacrificio, por lo que se tuvo que romper un candado, informó el portavoz de la policía, Henrik Skals, a The Associated Press.

Durante el fin de semana, se tuvo que dispersar a un puñado de manifestantes que protestaban afuera de dos granjas, añadió.

El gobierno indicó que los criadores con ejemplares saludables recibirán una compensación del 100%, mientras que aquellos con animales enfermos recibirán una cifra menor a manera de incentivo para mantener el virus lejos de sus instalaciones.

Dinamarca es uno de los mayores exportadores de visones del mundo y produce alrededor de 17 millones de pieles al año. Kopenhaguen Fur, una cooperativa de 1.500 criadores daneses, representa el 40% de la producción mundial de visones. La mayoría de sus exportaciones son a China y Hong Kong. (Emol-AP)

EE.UU. ofrece apoyo para vigilar a la flota pesquera china frente a Chile

Mientras Chile sigue con atención a la flota pesquera china que navega por el océano Pacífico hacia el sur, en paralelo al límite de la Zona Económica Exclusiva, y que en algún momento cruzará el Estrecho de Magallanes rumbo a zonas de pesca de calamar en el Atlántico, Estados Unidos ofreció cooperación para vigilar a ese grupo de barcos que, según sospecha, podría estar haciendo capturas ilegales.

«La flota de pesca de aguas distantes de China es, lejos, la mayor del mundo que está implicada sistemáticamente en la sobrepesca y por eso es que sospechamos de su conducta», advirtió Jon Piechowskiu, subsecretario de estado Ajunto en la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado.

Continúe leyendo esta noticia en El Mercurio. (Emol)