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Hombre muere acribillado a un costado de iglesia de San Francisco

Un sujeto de unos 25 a 30 años fue acribillado anoche a un costado de la iglesia de San Francisco, pleno centro de Santiago, en una aparente transacción de drogas.

El crimen ocurrió a las 23:30 horas en la Alameda con calle Londres, a un costado del colonial templo capitalino, donde se reunieron la víctima aún no identificada y otro individuo en bicicleta.

Por motivos que se investigan, este último individuo le disparó en múltiples ocasiones y escapó en bicicleta. La víctima murió en el mismo lugar, donde también se encontraron vainillas 9 mm y bolsas plásticas con supuesta droga.

El caso quedó a cargo de la Fiscalía ECOH Metropolitana y la Brigada de Homicidios de la PDI. El fiscal Eduardo Pontigo señaló que «existe una conversación entre ambos y posteriormente este ataque sorpresivo con un arma de fuego en distintas partes del cuerpo».

Por su parte, el comisario de la BH Juan Zerené indicó que la víctima «al examen externo médico criminalista presenta múltiples lesiones con arma de fuego en diversas zonas de su cuerpo».

Añadió que «preliminarmente tenemos que en horas de la noche la víctima se habría reunido con un sujeto desconocido con el cual habrían sostenido una breve conversación y en un momento determinado extrae un arma de fuego y le dispara a corta distancia». (Emol)

La inocencia al poder

El nuevo libro de Daniel Mansuy, Los inocentes al poder, es una contribución relevante al debate público. El texto revisita la historia del Frente Amplio (FA) sobre la base de una premisa central —la “inocencia” como artilugio político—, idea que se funda en la preservación de la pureza como objetivo fundamental.

El diagnóstico que se describe es tan oportuno como lapidario: el proyecto frenteamplista ha tenido un éxito inusitado, pero presenta graves grietas estructurales.

La primera grieta es la falta de un programa compartido. Más que una visión articulada de país, lo que hay es una acumulación inorgánica de malestares: en el FA conviven neomarxistas, feministas interseccionales, ecologistas radicales, populistas y, al mismo tiempo, admiradores de las sociedades nórdicas. Esa fórmula puede ser útil como herramienta de impugnación, pero se vuelve un lastre a la hora de gobernar. Basta recordar la resistencia de su bancada parlamentaria a la agenda de seguridad o a la reforma que reduce la permisología.

La segunda grieta es la “trampa de la representación”. El FA busca los beneficios de participar de las instituciones sin asumir sus costos. Ha oscilado entre denunciar las reglas del juego y aprovecharlas, lo que es una contradicción insalvable. El mejor ejemplo es la “mesa del poder” de la franja de Gonzalo Winter: se critica justamente lo que se ejerce. Pero no se puede ser revolucionario y demócrata al mismo tiempo. Como en la historia de los anillos de Tolkien, el poder inevitablemente deja huella.

La tercera grieta es quizás la más crítica: el desprecio por la realidad. El FA desdeña todo lo que no encaje con sus convicciones: la complejidad social, el misterio de las motivaciones humanas, el rol de los incentivos, las restricciones de la burocracia. Pero gobernar no es declamar eslóganes, es lidiar con el mundo real. Y en los hechos, el desmentido ha sido brutal: hoy gobiernan con más y no menos Carabineros, más y no menos Estados de Excepción, más y no menos AFP, más y no menos TPP.

A lo anterior se suma el lamentable rol que cumplieron durante el estallido social, que en el fondo es su gran derrota. No solo porque fue el periodo en el que mostraron su cara menos democrática. Sobre todo porque buscaron dotarlo de una épica revolucionaria —la idea de “octubre como un todo”— que en el fondo ocultaba la falta de un proyecto coherente. Pero el castigo llegó rápido: el mismo pueblo que los respaldó en las elecciones de 2021, les dio la espalda de manera implacable en el plebiscito de 2022. Y ese fracaso ni siquiera ha sido procesado, porque hacerlo significaría renunciar a su bien más preciado: la inocencia.

La lectura del libro plantea dos reflexiones adicionales, una explícita y otra implícita. La primera es sobre el costo que pagó la centroizquierda por haberle cedido todo al FA: su legado, su identidad, su liderazgo. Desde permitir la colaboración crítica con la Nueva Mayoría, hasta aceptar los “círculos concéntricos” de Giorgio Jackson, la relación ha sido una renuncia permanente. Y el costo ha sido enorme.

La segunda, aunque no aparece en el libro, es igualmente evidente. Es posible que todo esto se esté repitiendo en la vereda contraria. Hoy vemos a una derecha radical que ha irrumpido con fuerza, premunida de herramientas parecidas: la pureza de sus convicciones, la fuerza incontestable de su voluntad y el desprecio por aquellas prácticas democráticas que hicieron de Chile una admirable historia de progreso. La idea de la política como un arte prudencial y deliberativo, que se funda en la amistad cívica, la búsqueda de acuerdos amplios y la construcción gradual de los avances.

¿Cuánta inocencia se estará incubando por la derecha? Aquella duda se irá develando en los próximos meses. Aunque, como lo advirtiera Marx, la historia cuando se repite, primero es como tragedia y luego como (mala) comedia. (La Tercera)

Gonzalo Blumel

China-Brasil: ¿Preludio de nueva dinámica geopolítica en Sudamérica?

La creciente influencia de China en América Latina, y en particular su relación estratégica con Brasil, está reconfigurando el equilibrio geopolítico de la región. Bajo el liderazgo del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, Brasil ha intensificado su cooperación con Pekín, especialmente en los ámbitos militar y financiero. Un ejemplo notable es el interés de la estatal China North Industries Corporation (Norinco) en establecer una base de producción en Bahía y en adquirir una participación en Avibras, una empresa clave del sector aeroespacial y de defensa brasileño. Estas iniciativas incluyen la transferencia de tecnologías como el sistema antiaéreo Sky Dragon 50 y el tanque VT4, además de aplicaciones para la seguridad pública, como sistemas de reconocimiento facial y drones. Aunque estas colaboraciones se presentan como esfuerzos para fomentar la transferencia tecnológica y la producción local, en realidad reflejan la ambición de Xi Jinping de posicionar a Brasil como un enclave estratégico para proyectar la influencia china en Sudamérica, desafiando el dominio histórico de Estados Unidos.

El contexto político sudamericano, dominado por gobiernos de izquierda con posturas críticas hacia Washington, facilita este acercamiento. Países como Brasil, Venezuela, Nicaragua, Colombia, Honduras, Bolivia y Cuba dependen en gran medida de la demanda china de materias primas —mineral de hierro, petróleo, soya— y han forjado lazos estrechos con China, Rusia e Irán en temas de defensa y seguridad. Por ejemplo, Venezuela ha colaborado con Irán en tecnología de drones, mientras que Rusia mantiene una presencia militar en Cuba y Nicaragua. La reciente designación del presidente venezolano Nicolás Maduro como narcotraficante internacional por parte de Estados Unidos, con una recompensa de 50 millones de dólares por su captura, ha agudizado las tensiones regionales, consolidando la inclinación de estos países hacia el eje formado por Pekín, Moscú y Teherán.

Esta dinámica se ve exacerbada por las políticas comerciales de la administración de Donald Trump. Desde su retorno a la presidencia, Trump ha implementado aranceles del 40% a productos brasileños, elevando la carga tributaria total al 50%, lo que ha sumido las relaciones bilaterales en un punto muerto. Brasil respondió el 13 de agosto con un paquete de 5.500 millones de dólares para apoyar sus exportaciones, señalando un giro estratégico hacia China. A su vez, las negociaciones arancelarias entre Washington y Pekín, extendidas por 90 días el 11 de agosto sin un acuerdo definitivo, generan incertidumbre que impulsa a los países del Sur Global, especialmente a los miembros del BRICS, a fortalecer sus lazos con China. La advertencia de Trump sobre aranceles adicionales a los países BRICS refuerza esta tendencia, posicionando a China como un socio económico crucial en una región golpeada por el estancamiento económico. Además de absorber la producción de materias primas, China canaliza inversiones en infraestructura a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, compensando la reducción de la asistencia estadounidense.

Los impactos de estas tendencias en la geopolítica sudamericana son profundos. Primero, la incursión militar china podría erosionar la influencia de Estados Unidos, promoviendo un orden regional multipolar. Como la mayor economía de Sudamérica, Brasil podría convertirse en un canal para la tecnología militar china, influyendo en las decisiones estratégicas de países como Argentina y Chile, lo que podría desencadenar una carrera armamentista o dilemas de seguridad. Segundo, la integración financiera, como la adhesión de bancos brasileños al Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos (CIPS) chino, desafía la hegemonía del dólar y fomenta la desdolarización, con posibles repercusiones en la estabilidad comercial regional. Finalmente, la cooperación con Rusia e Irán podría amplificar amenazas transnacionales, como el terrorismo y el crimen organizado. Aunque la Iniciativa de Seguridad Global (GSI) de China se presenta como un esfuerzo para combatir el terrorismo y asistir en desastres, en la práctica facilita la recolección de inteligencia y la proyección militar de Pekín.

Para enfrentar estos desafíos, los países sudamericanos deben adoptar estrategias pragmáticas. La diversificación diplomática es esencial, fortaleciendo lazos con la Unión Europea y las naciones del Indo-Pacífico para reducir la dependencia de una sola potencia. Asimismo, la integración regional, mediante mecanismos como el Mercosur, puede coordinar políticas comerciales para mitigar impactos externos. Finalmente, es crucial abrir canales de diálogo con Estados Unidos para negociar acuerdos comerciales que alivien las presiones arancelarias.

Hacia el futuro, la intensificación de la rivalidad entre China y Estados Unidos podría convertir a Sudamérica en un escenario de competencia entre grandes potencias, evocando una dinámica de «nueva Guerra Fría». La influencia china probablemente se expandirá, especialmente en un contexto de dificultades económicas regionales, pero las respuestas de Washington, como el fortalecimiento de ventas militares y el intercambio de inteligencia, podrían generar reacciones adversas. La estabilidad regional dependerá de la capacidad de los líderes sudamericanos para actuar con visión estratégica, evitando quedar atrapados en conflictos de potencias extranjeras y priorizando un camino de desarrollo autónomo y sostenible. (Red NP)

Andrés Liang

Experto en geopolítica y Seguridad

Jara y decretos

Carlos Peña reclama por la dificultad de argumentar con tecnicismos en estos tiempos electorales, tiempos en los que domina la emocionalidad y las sobreinterpretaciones, en vez de la racionalidad. Él clama por esa cordura, ya que sería urgente para una sana deliberación pública. Sin embargo, la discusión sobre los dichos del candidato presidencial José Antonio Kast, se inició acá porque él hizo justamente lo contrario: no los analizó literal y racionalmente, sino que los interpretó desde una especie de psicoanálisis. La idea de Kast de buscar mejorar la vida de los chilenos a través de leyes, pero también por la vía reglamentaria, por la simple acción, por la aplicación de leyes, y por tantas otras más vías que no necesitan del Congreso, sería técnicamente impecable, pero peligrosa en la realidad. Según Peña, y a pesar de que Kast ni siquiera nombró la palabra decreto, al mencionar estas ideas, “su inconsciente habló y casi insinuó que no necesitaría el Congreso”, lo que sería “grave…[porque nos devela] su pretensión de gobernar por decreto… Ha dejado ver su rendija autoritaria… y, en el fondo, late en él un espíritu iliberal”.

No voy a repetir lo que ya escribí en este diario el jueves, sobre lo evidentemente inofensivas de las palabras de Kast si se analizan racionalmente, de buena fe, y considerando el contexto del evento donde lo dijo. Más aún si consideramos esta época donde el deprimente término “permisología” copa los titulares y, más doblemente aún, si Evelyn Matthei dijo exactamente lo mismo, el mismo día y en el mismo lugar, y nadie hizo una alharaca —y la mano derecha de Jeannette Jara, Daniel Núñez, también dijo lo mismo, hace unas semanas (pero incluso explicitando que utilizaría decretos).

Carlos Peña, sin embargo, vuelve a la carga. Primero, revisa algo de historia y la técnica jurídica de los decretos y, luego, insiste sobre lo evidente de la peligrosidad de los dichos de Kast, ahora ya no apelando a su inconsciente, sino a que Kast “ha sido apoyado por quienes catalogan a la derecha liberal, [como] ‘derecha cobarde’”, y a que asistió a un evento conservador fundado por los conservadores estadounidenses en 1974, pero cuyo anfitrión presidencial este año, 2025, habría “aprobado leyes para gobernar por decreto”.

La racionalidad, según Peña, a la hora de analizar las candidaturas de Kast, Matthei o Jara, entonces ya no tiene que ser aplicada a sus dichos contextualizados o a su ideología —recuerden que Peña ha insistido en que no importa la ideología comunista de Jara, ideología que de hecho trae implícita la idea de gobernar por decreto, sino que lo que importa es su programa y su coalición—, sino a analizar atentamente lo que dicen o gritan sus votantes y a pasar revista a quienes hacen de anfitriones a sus comidas, fiestas o eventos. Y de paso, tenemos que espantarnos por quienes muestran la voluntad de hacer aplicables las leyes, como, por ejemplo, acaba de hacer recién Dorothy Pérez. (El Mercurio)

Fernando Claro
Director ejecutivo Fundación para el Progreso

De rupturista a continuador-Pilar Molina

La personalidad contradictoria del Presidente se ha convertido en una constante. Aún así, como no somos psiquiatras todos, sorprenden sus dichos que no calzan con los anteriores o con su propia trayectoria. Esta vez se refirió a la importancia que los Gobiernos den continuidad a las políticas públicas. “No puede ser que cada gobierno pretenda barrer con lo que se hizo antes”, manifestó con algo de indignación, supongo, el miércoles pasado en Coltauco, elogiando la continuidad de las políticas del Estado en materia de salud, porque “así progresa Chile”.

Dicho por cualquier Presidente se trata de una obviedad, pero no en su caso, que asumió con un programa rupturista para ser “la tumba del neoliberalismo”. Se trataba de introducir cambios en todas las áreas para romper con el modelo heredado de la dictadura que, durante 30 años según él, administró culposamente la Concertación.

En la inauguración de un monumento en homenaje al Presidente Aylwin (en noviembre de su primer año de administración) hizo las pases, sin embargo, con la antes criticada frase de “en la medida de los posible”, que hizo posible la transición.

Boric olvidó la prometida refundación de carabineros cuando estos comenzaron a ser asesinados en 2022 y en 2023. La desgracia lo llevó a “reflexionar”, dijo, y ofrecerle su apoyo a la viudas, incluso de rodillas, y a la policía en la calle. No hemos sabido hasta ahora de las conclusiones de esa reflexión, salvo que “cambió el contexto”. Claro, ahora nadie puede salir a la calle sin tomar precauciones, salvo los que disfrutan de escoltas, porque campea el crimen organizado, los secuestros, los asesinatos, las casas de tortura y las mutilaciones.

Hay un quiebre cuando el Presidente plantea una continuidad con la obra de los anteriores Mandatarios y cuando él trató de destituir a su antecesor apoyando dos acusaciones constitucionales en su contra (y una vez en La Moneda, lo invitó a viajar). El problema mayor es la trayectoria de Gabriel Boric frente al uso de la violencia como instrumento político. ¿Reniega haber votado como diputado todos los proyectos de seguridad en contra y condenar el uso de las Fuerzas Armadas cuando el estado de derecho está bajo amenaza? “No sirve de nada, no ayuda en nada al control del orden público, es sólo germen de más violencia”, tuiteó el 1° octubre de 2019, y salió a increpar a los militares a la calle después del estallido social. Pero hoy tiene a los uniformados en las fronteras del norte y en la macrozona sur

¿Se recrimina ahora haber apoyado activamente el borrador de la Convención Constitucional que reescribía la institucionalidad chilena? Si ese texto no era “barrer con lo que se hizo antes”, nada representa un cambio. Pero Boric tampoco ha explicado si ha “reflexionado” sobre esa propuesta constitucional que habría despachado a Chile al abismo y tenía el germen de apoyo a la violencia desde su mismo inicio.

Por el contrario. Ha reivindicado numerosas veces el 18-O que dio origen al proceso constitucional desde la fuerza bruta movilizada en las calles, separándolo de la violencia, como si fuera posible. Y nada dice que no pudiera volver a justificarse el “cómo quieren que no lo quememos todo” de la presidenta de Revolución Democrática (hoy con arresto domiciliario). Eso, porque su argumento recurrente es que la explosión de incendios, saqueos y enfrentamiento con carabineros fue la expresión de un malestar profundo “porque la política no ha sido capaz de solucionar demandas básicas”  (11 marzo 2024). Y ha remachado la idea que “las demandas del estallido siguen plenamente vigentes” (agosto 2024).

Él no ha sido capaz de satisfacer esas demandas estando en el poder, pero pareciera que puede eximirse proclamando que “la rebeldía puede ser parte del gobierno” (en quinto aniversario de Convergencia Social, su partido). ¿Y qué pasará con el próximo Presidente cuando la izquierda ha demostrado su expertise para atizar la rabia y el malestar por las demandas insatisfechas y de llevarla a la calle bajo el título de la movilización social?

¿No quería el Presidente hacer un “espacio de memoria” del 18-O en la Plaza Baquedano, donde los violentos expulsaron a un héroe nacional, destruyeron el acceso al Metro y se concentraron con ultras,  anarquistas y narcos, que con sus fuegos artificiales animaban las tardes de todos los viernes, incluso al comienzo de su gobierno?

Para que la vocera no nos acuse de arqueología, aunque se trate de hechos recientes, ¿cuál fue la propuesta del candidato continuador de Boric, que él convenció de participar en las primarias de la izquierda? No hubo ningún reseteo del octubrismo, sino que la franja televisiva del diputado y candidato Winter volvió a las mismas banderas de lucha del Frente Amplio y el PC, criticando “la mesa del poder” de los que administraron la transición, la élite contra el pueblo, la “obsesión” de la derecha con la libertad, cuando “es un privilegio” de unos pocos.

Este Presidente que ahora revindica la continuidad no rupturista desde el Estado, cuando promulgó hace poco más de un mes la ley de fraccionamiento pesquero, exaltó el orgullo de haber logrado “la riqueza para quienes la producen”, mismo principio que rigió para imponer un nuevo royalty a la minería en 2023. Ni siquiera lamentó que en el caso de la pesca hubiera un salto de reglas del juego y que la pesca artesanal presionara los cambios con fuerte violencia en Talcahuano y en las afueras del Congreso. Llevando adelante la “tendencia a la literalidad” que tanto critica Jeannette Jara, el principio de “la riqueza para quienes la producen”, ¿no debiera conducir a que los trabajadores se apoderen de una vez y usando todos los métodos posibles, de sus fuentes de trabajo?

Como dijo Óscar Landerretche, cuestionando si la coalición del Mandatario no volverá a quemar y destruir todo una vez que vuelva a ser oposición: “Va a ser interesante observar al Presidente cuando sea ex presidente… cuando uno se comporta de una manera 15 años y luego dos de otra manera, es un avance, pero pago por ver». (El Líbero)

Pilar Molina

Democracia revolucionaria

Los estatutos del Partido Comunista, que se encuentran vigentes, son una pieza extraordinaria de dictadura interna de una organización. El militante no puede tener opinión propia y está completamente sometido a las políticas, programas e instrucciones de organismos centralizados. El principio organizativo central es la Disciplina (así, con mayúscula), la cual, de modo esencial, implica una adhesión indiscutible a la doctrina política del PC: “el socialismo científico, el marxismo-leninismo”. Se señala que cada militante, al ingresar, debe jurar una promesa de lealtad. El texto del juramento empieza así: “Prometo la más firme lealtad a los principios del marxismo-leninismo”.

Más adelante, entre los deberes del militante se encuentra la obligación de superarse en el conocimiento de la ideología (así se la llama en el documento) del marxismo-leninismo. Todos estos acápites tienen una razón de ser. Los mismos estatutos señalan que, en caso de incumplimiento de estas obligaciones, procede la aplicación de sanciones, incluida la expulsión. El disenso doctrinario es una herejía que es condenada y eliminada.

En el último congreso general del partido, cuyas acuerdos son públicos y están disponibles en la página oficial del partido en Chile, el lector puede encontrar una interpretación del estado de la política chilena. En resumen, se sostiene que la democracia representativa se encuentra en crisis en razón de su asociación incompatible con el neoliberalismo. Se señala, entonces, cito textualmente:

“El Congreso subraya la necesidad de redefinir la democracia como un instrumento de liberación del pueblo. Frente a la tecnocracia y elitismo de la democracia neoliberal, se propone una democracia que sea participativa, inclusiva, vinculante y enraizada en las comunidades. Este modelo debe ser capaz de avanzar hacia la justicia social, promoviendo una organización basada en la solidaridad y la cooperación para avanzar hacia el socialismo”.

Más adelante señala, cito textualmente otra vez:

“La democracia debe ser entendida como un proceso continuo que trascienda los mecanismos electorales tradicionales, avanzando hacia una revolución democrática. Esto implica construir un sistema inclusivo y participativo, donde la ciudadanía tenga un rol activo en la toma de decisiones y en la creación de un modelo social que responda a sus demandas, superando las limitaciones del enfoque meramente representativo”.

“Redefinir la democracia”, “la democracia es un proceso continuo”, “superando las limitaciones de un enfoque meramente representativo”, “que trascienda los mecanismos electorales tradicionales“, “promoviendo una organización basada en la solidaridad y la cooperación”.

Por lo menos a mí me parecen absolutamente claras las aspiraciones de cambio institucional profundo que propone el PC chileno. También me quedan absolutamente claras las obligaciones de todo militante respecto a estos acuerdos. No voy a juzgar, solo mostrar. (El Mercurio)

Pedro Gandolfo

Regulación patrimonial: nuevo laberinto burocrático-Jorge Jaraquemada

Reiteradamente, el gobierno ha declarado como prioridad la simplificación burocrática y la agilización de los trámites necesarios para materializar inversiones. Ha promovido reducir plazos y eliminar trabas y, en esa línea, impulsó la reciente ley de permisos sectoriales. Sin embargo, el proyecto de ley sobre patrimonio cultural, actualmente en segundo trámite en el Senado, colisiona frontalmente con este propósito.

Lejos de modernizar y racionalizar la institucionalidad, esta propuesta introduce una arquitectura regulatoria compleja y costosa. Aumenta la carga administrativa a quienes desarrollan iniciativas económicas y amplía los márgenes de interpretación. Crea nuevas categorías o conceptos como “paisajes culturales”, “espacios inherentes al patrimonio cultural inmaterial” o “sitios de significación cultural”, con definiciones vagas y sin delimitación territorial técnica. Estas figuras impactarán el uso del suelo, introduciendo incertidumbre jurídica en etapas tempranas del desarrollo productivo. En la práctica, inversiones estratégicas pueden ver comprometida su viabilidad por criterios cambiantes o decisiones adoptadas sin parámetros objetivos.

A ello se suma un grave vacío: la ausencia de integración explícita de esta nueva normativa con el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA). Este desajuste puede provocar superposición de competencias, duplicidad de procedimientos y sanciones paralelas aplicadas por distintas autoridades -ambientales, patrimoniales e incluso penales- a un mismo hecho. El resultado previsible es que aumenten los tiempos de tramitación, los costos de cumplimiento y la falta de certezas que desincentiva la inversión, especialmente en sectores como infraestructura, energía o minería.

También son preocupantes los espacios de discrecionalidad e instrumentalización política que se abren. Establece nuevos protocolos de participación indígena y medidas provisionales sin control judicial previo. Entre estas, la posibilidad de paralizar obras a solicitud de terceros que no necesitan acreditar interés legítimo. Sin filtros adecuados, este mecanismo puede transformarse en una herramienta para frenar proyectos económicos por razones ajenas al resguardo cultural, generando incentivos perversos para presiones políticas o negociaciones indebidas.

La ausencia de mecanismos efectivos para prevenir estos abusos erosiona principios esenciales de un Estado de Derecho, como la legalidad y la proporcionalidad en el ejercicio de las potestades administrativas. La experiencia comparada muestra que, cuando los marcos regulatorios carecen de límites claros y contrapesos efectivos, las decisiones tienden a ser más erráticas, menos técnicas y más susceptibles a interferencias coyunturales.

Si el gobierno realmente aspira a estimular la inversión y recuperar el dinamismo económico, este proyecto de ley no avanza en la dirección correcta. Convertirá el patrimonio cultural en una trinchera burocrática desde la cual obstaculizar o encarecer iniciativas productivas, mediante un laberinto regulatorio que contradice las prioridades declaradas por el Ejecutivo. En un contexto de bajo crecimiento y alta competencia internacional por atraer capitales, el país no puede permitirse esta incoherencia.

No se trata de oponerse a una legislación de conservación patrimonial moderna y eficaz. Por el contrario, Chile necesita un marco que resguarde su riqueza cultural sin sacrificar la viabilidad del desarrollo económico. Pero esta norma, tal como está concebida, no logra ese equilibrio, pues instala más inseguridad jurídica, amplía facultades poco definidas y profundiza la ineficiencia regulatoria.

Si el gobierno quiere ser consistente con su promesa de reducir trabas y plazos, debe revisar en profundidad esta propuesta de ley. Hay que plantear ajustes sustantivos para garantizar criterios técnicos claros, integración efectiva con el SEIA y mecanismos que eviten la paralización arbitraria de inversiones. De lo contrario, estará reforzando las mismas barreras que dice querer derribar y, de paso, debilitando la confianza de quienes apuestan por invertir en Chile. (El Líbero)

Jorge Jaraquemada

Ladra, tiene cola y cuatro patas… pero no es perro

La frase del diputado Diego Ibáñez (Frente Amplio) dejó estupefacto al conductor del programa radial, que incluso debió preguntarle de nuevo si se trataba de la misma coalición política de la que estaban hablando. “El Partido Comunista históricamente, si se analiza en Chile, en comparación a otras experiencias internacionales, siempre ha sido socialdemócrata”, se despachó sin más el parlamentario del distrito 6 en entrevista con radio Duna.

De manera intencionada o no, varios comunicadores y analistas han insistido durante estas últimas semanas en esta misma línea argumental: la verdad sea dicha, el Partido Comunista chileno tiene poco de comunista (salvo su nombre, por cierto) y en realidad se trata de una fuerza política de centroizquierda, con planteamientos mucho más entroncados con los socialdemócratas.

¿Cómo no nos dimos cuenta? En el fondo, el PC siempre ha abogado por la economía social de mercado, el Estado de bienestar y ha sido el más ferviente partidario de la tercera vía. Salvo que no lo sabíamos.

¿Marx, Engels o Lenin? Por favor: Brand, Palme y Blair. Desde una mirada histórica, teórica, política, económica e incluso nominal (aunque, por favor, no insistamos con las literalidades), parece no haber argumentos para defender lo que el diputado Ibáñez planteó tan suelto de cuerpo. El Partido Comunista es… comunista.

Una buena prueba de la blancura es revisar el documento emitido por el PC en enero pasado, al concluir su XXVII Congreso Nacional. El hecho de ser un texto escrito hace pensar que su contenido fue meditado y que las palabras y frases que lo componen no son el resultado de una redacción apasionada (o un gaffe en medio de un debate), sino una reflexión pausada y ponderada que refleja fielmente el pensamiento del partido.

A continuación, 15 perlas de la sabiduría de lo que piensa el PC chileno en 2025. Y que el lector saque sus propias conclusiones.

– “El sujeto principal del cambio sigue siendo las trabajadoras y los trabajadores, quienes enfrentan la contradicción capital-trabajo”.

– “Es imprescindible implementar un plan de lucha en todos los niveles, con objetivos definidos y mecanismos de seguimiento que fortalezcan la conexión con el pueblo y permitan recuperar espacios frente a nuestros adversarios”.

– “Nuestros principios y vocación antiimperialista e internacionalista deben contribuir decididamente a enfrentar las embestidas realizadas en contra de países que impulsan proyectos transformadores, como es el caso de Cuba”. n “El modelo neoliberal ha erosionado los valores democráticos, transformando a la democracia en un instrumento formal y burocrático que no responde a las demandas populares”. n “La experiencia de la revuelta social y los retrocesos electorales recientes demandan una estrategia renovada. Es necesario profundizar en el carácter de las movilizaciones de 2019”.

– “El Partido no estuvo a la altura de los requerimientos de conducción durante la revuelta social. Faltó capacidad de anticipación y una lectura adecuada del contexto que permitiera liderar el proceso. En su lugar, se optó por una salida institucional que favoreció la preservación del statu quo”.

– “La movilización social históricamente se intensifica durante los gobiernos de derecha, como ocurrió en 2011 y 2019, con un incremento del interés en nuestro Partido”.

– “Es fundamental avanzar hacia la nacionalización del agua”.

– “El nuevo modelo de desarrollo debe centrarse en la recuperación de los recursos naturales como eje estratégico”. n “Un programa que busque superar el neoliberalismo debe resituar lo público. Por ejemplo, fortaleciendo la educación y salud públicas o cuestionando el modelo de concesiones, en materia de hospitales, transporte, desaladoras”. n “La organización sindical también debe adaptarse al neoliberalismo digital, ampliando su alcance a sectores emergentes, como las plataformas digitales, y renovando su capacidad de lucha”. n “El feminismo interseccional debe articular las luchas de género con las demandas de clase, etnia y nacionalidad”.

– “La movilización social es la principal herramienta para generar cambios estructurales, y para ello el Partido debe volcarse completamente hacia los organismos de masas”.

– “Es necesario dar centralidad y urgencia a la presentación del proyecto de ley de la negociación ramal”.

– “Debemos volver al fortalecimiento ideológico para conducir a los organismos de masas y educarnos debatiendo donde corresponde. Para ello hace falta fortalecer el ICAL o replicar espacios similares a nivel territorial, reafirmando los principios leninistas de organización con foco en la vigilancia revolucionaria”. (El Mercurio)

Cristián Rodríguez

Carácter

En varios de los foros a los que he asistido en los últimos días, republicanos y libertarios han situado la diferencia entre las nuevas derechas y la derecha tradicional en términos de carácter. La distancia entre ambas radicaría, a su juicio, en la ausencia de complejos: mientras la derecha tradicional sería indecisa y temerosa, la nueva derecha se distinguiría por su firmeza, seguridad y decisión. Re fraseando podríamos expresarlo así: Los puntos de partida no son tan disímiles, pero ellos (Chile Vamos) no se atreven a defender sus principios como se debe.

El argumento no sorprende demasiado: en el mundo, las nuevas derechas han recurrido a estrategias similares, siendo la más conocida la célebre expresión “derechita cobarde”, con la que VOX atacaba al Partido Popular en España.

Al menos dos problemas presenta este argumento:

El primer error consiste en confundir la legítima discusión de las ideas con la superioridad moral. Creer que un argumento propio es más sólido que el de otro no implica, en absoluto, considerarse moralmente superior. Sin embargo —y esta es la precisión relevante— discrepar en premisas, argumentos o interpretaciones no vuelve, tampoco, cobarde a quien disiente. Un ejemplo claro de esta confusión es la descalificación que la nueva derecha hace del presidente Sebastián Piñera por haber firmado el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución. Juzgarlo como ‘cobarde’, ‘débil’ o ‘traidor’ traslada el debate de las ideas al terreno del juicio personal. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con la reforma de pensiones, donde la crítica apunta más a la supuesta debilidad de carácter que habría llevado a negociar con la izquierda, que a los méritos o defectos de la política en sí.

Un segundo problema radica en la lógica maniquea que subyace a muchos de estos juicios. Al reducir la complejidad del debate a una dicotomía rígida de ‘buenos’ y ‘malos’, se convierte el legítimo disenso en un supuesto fallo de carácter, olvidando que la naturaleza misma del conocimiento es conjetural. Una variable complementaria a la anterior, es la inocencia epistémica que se cuela entre las rendijas de la superioridad moral: la ilusión de que nuestros deseos y la fuerza de nuestras convicciones, por sí solos, pueden transformar la realidad; o la creencia, más o menos consciente, de que se posee un acceso privilegiado y absoluto a la verdad. Mientras la lógica maniquea desacredita al otro, la inocencia epistémica sobrevalora la propia certeza. Algo de esto ya hemos visto estos años en el Frente Amplio.

Frente a estos problemas, la tan vilipendiada moderación se impone. No se trata de una cortesía superficial, o de una tibieza complaciente. La mesura, que en el desarrollo humano suele acompañar a la madurez, permite sostener convicciones firmes sin caer en descalificaciones ni en certezas absolutas, distinguiendo el desacuerdo del agravio. La moderación tiene sentido cuando se apoya en la razón, se funda en principios sólidos y se ejerce asumiendo riesgos y responsabilidades — buenos ejemplos de ello son, nuevamente, la reforma de pensiones o el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución —. Los que atacan a quienes, legítimamente, no comparten sus diagnósticos o decisiones, tratándolos de débiles y alardeando de su intransigencia, no hacen más que bloquear la acción, paralizar la deliberación y condenar al estancamiento.

María José Naudon

Abogada.

Las desembozada campaña digital de Parisi-Andrés Azócar-Luis Argandoña

Antes era una extravagancia o, a lo más, un cierto toque para aderezar una campaña. Hoy los códigos del populismo parecen estar ya en la médula misma de las estrategias políticas exitosas. Para uno de sus máximos promotores a nivel global, el exasesor de Trump, Steve Bannon, el populismo es, ni más ni menos, “el futuro de la política”.

Observando los discursos de la mayoría de nuestros presidenciables se diría que Bannon tiene razón. La estrategia de antagonizar radicalmente con una élite supuestamente abusadora y corrupta está muy presente en casi todos. Pero en ninguno es más desembozada que en el caso de Franco Parisi. Y en su caso, estas tácticas se despliegan y se hacen carne en las redes sociales.

El líder del Partido de la Gente ha demostrado, en todas las elecciones, entender el rol de las plataformas sociales. Maneja los contenidos, sabe construir los mensajes con astucia y, especialmente, sabe dónde encontrar su audiencia. Para la elección de 2021 -en la cual no se molestó en visitar el país- usó YouTube como su principal plataforma comunicacional. Cuando pocos apostaban por esa estrategia, Parisi tenía un programa que no sólo conectaba con su público, sino que además le daba forma a su programa de gobierno.

En lo que va de esta elección, se ha hecho fuerte también en Instagram -solo superado por Kast- y en Tiktok, donde supera a todos en reacciones recibidas. Pero es en Facebook donde su predominio no tiene parangón: en los últimos cuatro meses acumula 8 veces más reacciones que el que lo sigue (Kast), y casi 10 veces a la siguiente: Matthei.

Parece ser contraintuitivo. Pero, según el estudio Consumo de Noticias 2025 de Reuters Institute 2025, Facebook es aún la principal fuente de noticias en Chile, a pesar de que cae cuatro puntos con respecto a 2024. Pero lo que no dice la investigación más importante sobre consumo de noticias en el mundo, es que Facebook sigue siendo una plataforma muy fuerte en casi todas las regiones de Chile, especialmente en el norte de Chile, donde Parisi cuenta con un respaldo que ya sacó a relucir en 2021.

No hay que olvidar que en 2021, Parisi logró el 28% de los votos en la región de Arica y Parinacota y en Tarapacá, un 27,9%. En Antofagasta, casi un 34%. Algunas empresas que han medido la fuerza de sus plataformas en el norte del país, aseguran que es en Facebook donde logran mayor impacto. Y Parisi lo sabe. El líder del PDG consigue el 63% de todas sus reacciones en Facebook, seguido de lejos por Matthei, solo con el 23%. Para todos los candidatos excepto Parisi, la plataforma más importante es Instagram.

Un elemento distintivo en Parisi es que publica sin parar en Facebook. En las últimas 6 semanas hizo 1.690 posteos, en comparación a 154 de Matthei, 95 de Jara, o 51 de Kast. Mientras los demás son selectivos y con contenidos más “cuidados”, en el caso de Parisi, el mensaje es que está siempre en presente: ya se en formatos “sucios”, re posteos de otras personas, clips editados de opiniones favorables a él, jingles hechos con IA, etc. Su táctica y su mensaje es inundar esta red.

Otra de sus diferencias es prescindir de los medios tradicionales, incluso de sus versiones online. Antes de empezar a trepar en las encuestas casi no figuraba en los medios. Nunca los necesitó para crecer. Su discurso es que corre fuera del sistema y los medios tradicionales son el sistema.

Esto es consistente con su actitud hacia X (Twitter): no publica ni un tuit desde julio del año pasado. Esta red social es la columna vertebral de los contenidos que luego fluyen hacia los medios tradicionales y sus voceros habituales. Esos espacios son usualmente críticos para Parisi y tiene muy poco que ganar en ellos, de modo que se resta. De hecho, según nuestros análisis, en X poco se habla de Parisi. En tres meses suma 155 mil menciones en esta red social y Jara 2 millones. Y con los medios el escenario es parecido: mientras Jara ha sido mencionada en 7.700 publicaciones de medios y Matthei en 4.700, Parisi sólo en 611.

Por último, en Youtube ha cultivado por años su canal que difunde el programa Bad Boys. Acá mostró ser un adelantado. En esta plataforma sólo compite con José Antonio Kast. El resto de los candidatos a la presidencia extrañamente no juegan sus cartas en YouTube. De nuevo, su mensaje parece estar apuntado más a hombres que mujeres. Y si bien su alcance ha ido disminuyendo, sigue siendo fuerte.

Es probable que esta astucia comunicacional no le alcance para ganar la presidencia. Pero no deja de ser notable cómo, ignorando minuciosamente casi todos las reglas de una campaña tradicional y manteniendo los recursos en el mínimo, es capaz de amasar un activo mediático enorme y canjearlo por un capital político considerable. (Ex Ante)

Andrés Azócar

Luis Argandoña