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El muro de la ANEF

Chile converge

El último Encuentro Nacional de la Industria, realizado bajo la máxima Chile Converge: El futuro nos reúne, se realizó en medio de un cuadro que combina bajo crecimiento y una crisis de seguridad que deteriora expectativas y frena inversión. Ante ese escenario, vale la pena recordar que el país ya cuenta con varias bases comunes para avanzar. No todo parte de cero.

Luego de analizar diez estudios distintos, en Sofofa identificamos seis grandes Convergencias para Chile, un esfuerzo que ordena un diagnóstico compartido y delinea una hoja de ruta que nos permita volver a crecer al 4%. Uno de esos puntos es decisivo: la política exterior y comercial como un activo estratégico.

Durante 35 años, Chile construyó una apertura que lo posicionó como un país confiable y predecible. Hoy los envíos al exterior representan cerca de un tercio del PIB, los que en 2024 anotaron un récord al superar los US$ 100 mil millones. Las cifras de este año siguen la misma tendencia, con un crecimiento del 5,6% entre enero y octubre, según Subrei. Estos números no son casualidad: son el resultado de una política pública sostenida en el tiempo, pese al importante declive de las exportaciones como porcentaje del PIB.

Hoy, resulta fundamental potenciar el alineamiento permanente de nuestra política exterior y comercial con las oportunidades coyunturales. Esta es, de hecho, una de las convergencias identificadas por Sofofa y que promueve como un nuevo impulso exportador.

Puede sonar majadero, pero existe un claro alineamiento de “astros” en favor del cobre, litio, tierras raras, renio, molibdeno, yodo y otros minerales críticos, que posicionan a Chile como un socio global imprescindible en el marco de la transición enérgica y digital. Por otro lado, la diversificación es un objetivo más estratégico y necesario que nunca, con India, ASEAN y Medio Oriente emergiendo como mercados clave para dicha estrategia.

Por eso, más que elaborar diagnósticos, esta semana una delegación del sector privado chileno —incluyendo a Sofofa— está en Nueva Delhi acompañando las negociaciones para un CEPA moderno y comprehensivo con India.

El sector privado está trabajando para ser un aporte como un puente de continuidad frente al próximo cambio de gobierno, para que las nuevas autoridades puedan seguir potenciando esa estrategia diversificadora con toda la potencia de un fluido despliegue público-privado, desde el primer momento. Lo anterior, bajo el entendido de que las relaciones exteriores, incluyendo su aspecto comercial, son una política de Estado que trasciende la administración de turno.

El próximo gobierno enfrentará un entorno internacional más volátil, con tensiones geopolíticas y una competencia creciente por recursos estratégicos. Justamente por eso es importante poner sobre la mesa aquellas convergencias que sí existen. Chile tiene una oportunidad, pero también una responsabilidad: consolidar una política exterior que abra mercados, dé certezas y permita que el país recupere dinamismo. Es una condición para volver a crecer. (La Tercera)

Rodrigo Yáñez

Secretario general de Sofofa

La falsa excusa de que no se puede expulsar-Álvaro Bellolio

La izquierda gobernante repite desde hace tres años un mantra que sirve de excusa para la inacción: “No podemos expulsar porque Venezuela no recibe los aviones”. Esta afirmación, presentada como verdad inamovible, es mediocre y una verdad a medias. Sí se puede expulsar; lo que falta es voluntad política y capacidad de gestión, no permisos de Maduro.

Durante el gobierno anterior, pese a las mismas dificultades diplomáticas, se concretaron más de diez vuelos de expulsión. No fue un milagro, sino planificación: listas armadas con anticipación, coordinación con consulados y presión diplomática real. Hoy, en cambio, el gobierno reemplazó la gestión por excusas, mientras la migración irregular supera las 337 mil personas y la población penal extranjera se triplicó en tres años.

La tesis de que “si Caracas no abre la puerta, no hay nada que hacer” es inaceptable para un Estado soberano. Cuando la vía aérea directa está bloqueada, un gobierno serio busca alternativas. Y existen: un “Plan de Salida Segura” por ruta terrestre hacia Bolivia y Brasil -ambos países permiten el ingreso de venezolanos sin visa de turismo y los expulsados por ingreso clandestino no tienen antecedentes penales- permitiría expulsiones viables y rápidas mediante caravanas escoltadas. También es posible usar vuelos a Colombia y coordinar desde allí la continuidad del viaje. El derecho internacional garantiza que ningún país puede impedir el retorno de sus propios nacionales; más aún si entran por tierra, por lo que la logística está disponible, lo que falta es decisión.

El problema de fondo no es técnico, es ideológico. Este gobierno prefiere la regularización masiva antes que aplicar la ley. La candidata oficialista incluso propone premiar el ingreso clandestino con regularización biométrica y luego visa, enviando el mensaje de que entrar ilegalmente no tiene sanción, sino beneficio. Este enfoque no sólo perpetúa el descontrol, sino que incentiva nuevos flujos, especialmente en una región donde millones de migrantes buscan mejores destinos.

Intentan instalar que expulsar es imposible y que debemos resignarnos con los más de 150 mil ingresos clandestinos desde 2022. Pero la imposibilidad es política, no operativa. La ciudadanía no debe aceptar esta rendición encubierta.

El país necesita abandonar la política del avestruz de que no pasa nada y bajar el perfil como hacía Manuel Monsalve con el Tren de Aragua. Cuando alguien vulnera la ley, el Estado debe actuar. Chile sí puede recuperar el control migratorio, pero requiere un gobierno dispuesto a ejercer autoridad, no a justificar su inacción con excusas. (El Líbero)

Álvaro Bellolio

Sala cuna universal: menos empleos y menos libertad de elegir

Recientemente, 104 gremios de pequeñas y medianas empresas, liderados por la Multigremial de Emprendedores, publicaron una declaración conjunta para manifestar su rechazo al proyecto de ley de sala cuna universal que impulsa el gobierno.

El proyecto de ley, que tiene el loable y buscado objetivo de eliminar la discriminación que genera la ley laboral actual —que obliga a las empresas que tienen contratadas 20 o más trabajadoras a financiar el costo de la sala cuna de aquellas con hijos menores a dos años, lo que implica que la contratación de mujeres es mucho más cara que la contratación de hombres, generando una discriminación en su contra—, no es juzgado por su objetivo, sino por los efectos que genera, dada su formulación.

En efecto, tal como lo indica la declaración de las pymes, el fondo para sala cuna, que crea el proyecto de ley, se financia a través de una cotización (impuesto), de cargo del empleador, de 0,3% de la remuneración imponible de cada uno de los trabajadores, cuyo incremento en los costos de las empresas es menor, pero ello no incluye el costo total para las empresas.

El proyecto de ley, en su artículo uno indica que los empleadores deberán tener salas cunas, o bien deben garantizar el financiamiento de la sala cuna a la que el trabajador lleve a sus hijos menores de dos años, y en su artículo tres expresa que para contribuir al financiamiento del derecho a sala cuna, los empleadores podrán acceder a aportes que contempla la normativa (en este caso el fondo). Por lo tanto, los empleadores, incluyendo pymes y micro pymes, deberán financiar la diferencia entre el costo de la sala cuna elegida por el trabajador y el aporte del Estado.

Cabe destacar que, en principio, el Ejecutivo estimó un aporte de aproximadamente $285 mil del fondo (4,11 UTM), pero ante las críticas de que iba a significar un incremento muy significativo en los costos de las pymes, se eliminó el monto del aporte de la ley, indicándose –en el artículo seis– que este será determinado cada cinco años mediante decreto del Ministerio de Hacienda.

No obstante, en los Informes Financieros que acompañaron las últimas indicaciones (IF Nº330 e IF Nº287) se indica que con el aporte de 0,3% se podrá solventar un aporte máximo de sala cuna de 5,2 UTM mensuales, equivalentes a $360 mil mensuales, lo que sigue siendo insuficiente, y por lo tanto, las empresas deberán financiar de su bolsillo un incremento en los costos laborales que puede alcanzar entre $90 y $190 mil mensuales (entre 10% y 21% del salario promedio) por cada trabajador con un hijo menor a dos años, sin contar el financiamiento de los costos de transporte de ida y vuelta a la sala cuna. Este aumento en los costos de contratación tendrá como efecto menor generación de empleo, en una economía que ya se encuentra en emergencia laboral y que ha destruido más de 200 mil empleos formales desde marzo de 2022.

Como si ello fuera poco, el proyecto de ley indica en su artículo uno que, para recibir el aporte del Estado, las salas cunas a las que los trabajadores lleven a sus hijos deberán contar con reconocimiento oficial del Estado, otorgado por el Ministerio de Educación; y de acuerdo al artículo 46 de la ley de Educación, para contar con reconocimiento oficial, estas no pueden tener fines de lucro. Por tanto, el fondo de sala cuna no realizará aportes a salas cunas privadas, lo que implica que, aparte de elevar los costos de contratación, el proyecto de ley le quita el derecho a los trabajadores de elegir una sala cuna privada para sus hijos.

De este modo, el proyecto de ley, que fue presentado originalmente por el Presidente Piñera con un loable objetivo, ha sido modificado en forma sustantiva en el proceso, y no solo genera una nueva alza en los costos de contratación, profundizando la emergencia laboral que sufre nuestro país y poniendo en riesgo la sobrevivencia financiera de pymes y micro pymes, sino que además nos quita el derecho a elegir a qué sala cuna llevar a nuestros hijos. (La Tercera)

Michèle Labbé

Académica de la Facultad de Economía y Gobierno de la Universidad San Sebastián

La guerra de don Ladislao en versión republicana

No hay que ponerse conmemorativos al cometer errores

Hay que tener mucho cuidado al invocar tormentas porque pueden hacerse realidad.

Hace poco más de un siglo, en 1920, una elección presidencial motivó al gobierno a simular una supuesta amenaza de guerra con Perú y Bolivia para evitar la victoria del candidato liberal Arturo Alessandri, versión progresista de la época.

A este episodio se le conoce como “la guerra de don Ladislao” por el nombre de pila del ministro de la Guerra que se prestó para un engaño que terminó por quedar en evidencia. Fue una bochornosa oportunidad en que el interés nacional fue subordinado por un sector político a sus objetivos electorales.

En esa ocasión fue el ejército chileno el que fue movilizado a la frontera para evitar que entrara una amenaza externa inexistente. Por fortuna, el estado de ánimo delirante no contagió a otros países y una falsa alarma pasó rápidamente al olvido.

Lo que vemos ahora es bien distinto en la superficie. Los casos son muy diferentes entre el inicio del siglo XX y la actual alarma en la zona norte con la salida de migrantes. Pero se parecen en lo esencial: la subordinación del interés nacional permanente a la contingencia electoral.

Es cierto que las primeras informaciones podían interpretarse como una oportunidad para la campaña presidencial de Kast. Acomodándose un poco los hechos, podía interpretarse como una movilización anticipada de migrantes ante la cuenta regresiva que les ponía el republicano para que aprovecharan de salir del país por propia voluntad y no exigidos luego por circunstancias más apremiantes.

Sin embargo, y tal como podrá seguir produciéndose en el futuro, la sobrerreacción fue un error que ha costado cada vez más esfuerzo mantener en pie. En este episodio la actuación más desacertada ha sido la del gobernador Diego Paco (RN) quien avaló que la situación producida era de un creciente descontrol.

Paco informó erradamente que los migrantes irregulares se estaban acumulando en la frontera porque el ejército peruano les impedía trasponerla. El gobernador lo presentó como un caso de ineptitud contumaz del gobierno, pese a sus sensatas advertencias. No era lo que estaba pasando, pero precipitó la sobrerreacción de su sector político, de la que le ha sido cada vez más difícil desmarcarse.

La normalidad como mala noticia

No estamos ante hechos, sino ante una interpretación interesada de los hechos que no correspondía a lo que se podía verificar en la frontera.

Estamos en temporada alta y en el cruce fronterizo por el paso Chacalluta el flujo hacia Perú va de las 3.000 a las 5.000 personas según si se trata de días laborales o fines de semana. En las jornadas previas a la Navidad esa cantidad aumenta a las 6.000 personas. Esa es la normalidad y lo que se ha verificado hasta ahora.

La dificultad mayor para el cruce la tienen las personas sin documentos al día y, como lo saben muchos, esperan la noche y atraviesan la frontera tras un pago a la policía del país vecino. Por eso al día siguiente el grupo no es el mismo y se repite la escena con nuevos protagonistas.

Incluso en los días de menor tráfico hasta el país vecino, hacen el trámite entre mil y dos mil personas. Así que se entenderá que una docena o medio centenar de personas no constituyen una “crisis migratoria”.

Lo que ha variado recientemente es una decisión del nuevo gobierno del Perú y la presencia de prensa destacada en el área alertada de una situación anormal, buscando imágenes no encontradas que justifique una alarma especial.

En el vecino país no están reaccionando a lo que ocurre con el nuestro, sino a su propia realidad política. Para que esto quede en evidencia basta tomar nota de algunos datos básicos.

El Perú ha tenido ocho presidentes en menos de una década, de los cuales cinco han sido destituidos o han debido renunciar antes del término de su período. El actual mandatario, José Jerí, que asumió hace menos de dos meses, ha decidido reforzar la presencia militar en todas sus fronteras, que corresponde a cinco países, y eso ha obligado a una coordinación especial entre nuestros dos gobiernos.

Desde Lima se reacciona ante la situación interna de su país y no se relaciona con nuestra segunda vuelta. En Perú tienen elecciones presidenciales el año que viene, porque los mandatarios suelen completar el período que otros no alcanzan a ejercer por completo. No es extraño que quien recién llega al puesto busque hacerse notar con medidas más vistosas que efectivas.

El problema con un país inestable es que todo se ve tratado como tema de contingencia y así es como se pierde la visión nacional de largo plazo. No se entiende por qué tengamos nosotros que imitar semejante comportamiento.

Cuando se distorsiona la realidad, se distorsiona la política

La voz de la cordura la han puesto seis excancilleres que han pedido no apartarse de las obligaciones internacionales asumidas por Chile y no desmarcarse del respeto del Estado de Derecho. La sensatez a encontrado quien la recuerde.

El fin no puede justificar cualquier medio. Kast a graficado la “crisis migratoria” empleando una foto de años atrás, correspondiente a migrantes venezolanos en la frontera con Perú. Es porque no había un equivalente entre Chile y su vecino.

Tampoco se están “aglomerando” en la frontera porque, como es habitual, de un modo u otro pasan la frontera a Perú, de noche particularmente. A medida que se suceden los días las afirmaciones sobre un número indeterminado de migrantes saliendo ahora que pueden ante un triunfo de Kast es cada vez más una afirmación sin base ni evidencia. Pero buscar hechos ha dejado de importar y se estima posible producir una atmosfera irreal, pero creíble hasta la elección.

Esto tiene la apariencia de una operación comunicacional salida de control por exceso de entusiasmo de los encargados. Pero si se arrastra a la campaña a respaldar afirmaciones irreales producirá muchos más efectos de los imaginados.

Se están dando pasos riesgosos, lo que entra en contradicción con lo que ha sido la estrategia de campaña del republicano hasta hace poco. Los candidatos que se consideran seguros se mantienen en terreno conocido y controlado.

Kast asume la actitud agresiva del que necesita asegurar el resultado de la elección. Una crisis fronteriza de fantasía, el envío de un representante a la “zona de conflicto”, la defensa a todo evento de Quiroz, la imprecisión en las respuestas del debate de Archi no son una buena combinación.

Se están invocando tormentas y parece que no se piensa que las acciones producen reacciones que no se controlan. No todo está permitido. La estabilidad institucional no es algo para desgastar. Demasiado simplismo para gobernar un país complejo. (El Líbero)

Víctor Maldonado

La emigración como arma

Como sabemos, “emigrar” significa dejar la patria para ir a vivir, con intenciones de largo plazo, a otro país. Con ese simple significado, la emigración en un fenómeno que existe desde que existe la especie humana, y eso en todas las amplias variedades que el fenómeno admite. Hay emigraciones de personas aisladas, las hay de familias completas y las hay de grandes multitudes y de pueblos muy articulados.

La emigración de carácter individual, casi siempre, ha sido benéfica para el receptor y uno de los vehículos más importantes para la difusión de las culturas, al punto que la cierta homogeneidad de la cultura material observable hoy día es fruto de los traspasos culturales que provoca esa emigración.

Pero también, la emigración masiva ha sido utilizada por gobiernos tiránicos para obtener ventajas de tipo económico, social o geopolíticos.

El primer uso de ese tipo del que tenemos registro puede ser el de los asirios, que usaron el trasplante de pueblos masivos conquistados para quebrantar su espíritu de existencia, tanto en su primitiva como en su nueva ubicación. En épocas mucho más modernas y con esos mismos propósitos, muchas regiones de Europa han sufrido las consecuencias de esos trasplantes hechos con propósitos similares.

El Sacro Imperio y su continuador el Imperio Danubiano de Habsburgo abusaron de crear colonias de origen germánico en otras zonas de Europa, con el fin de facilitar su control político. Lo mismo hicieron, a porfía, las tiranías de Hitler y de Stalin, que sembraron al viejo contiene e incluso a partes de Asia con trasplantes de masas rusas y alemanas. Las consecuencias de estos traslados masivos de población enredan hasta hoy día los asuntos políticos y poblacionales de esas extensiones.

Beneficios para las dictaduras

Si bien esos recuerdos demuestran el efecto histórico importantísimos de las emigraciones, ha sido durante la segunda mitad del siglo XX que ha surgido un modelo novedoso de uso de la migración como arma ofensiva, y para entender esto es conveniente responder a la pregunta: ¿Qué beneficios puede esperar una dictadura que promueve sistemáticamente la emigración de una parte sustantiva del pueblo al que somete?

Claramente puede esperar beneficios en el plano económico, en el de la política interna, en el plano social y en el plano del equilibrio de poder en el área geográfica que ocupa.

En el plano económico expulsar población logra el propósito de aumentar el ingreso per cápita de los que se quedan, por el simple hecho de que se trata de un aumento producto de la eliminación de cápitas, cuyo efecto es concertar la renta nacional en menos gente.

Generalmente eso es deseable para disponer de más recursos para mejorar el estándar de vida, fundamentalmente de los militares, lo que es necesario atar al régimen para asegurar el control del país.

El otro beneficio económico es el de las remesas de medios de pagos internacionales que generalmente escasean en ese tipo de regímenes. El exiliado, aunque sea contrario al gobierno en su patria, envía dinero regularmente a sus parientes o amigos, y eso le permite al régimen apoderarse de ellos para entregarlos a sus destinatarios en moneda local.

En el plano político forzar emigración permite eliminar disidentes y en el plano geopolítico, permite disimular el envío de agitadores, quinta columnistas, bandas criminales organizadas y activistas doctrinarios que descomponen el escenario político interno de los vecinos contrarios a su sistema de gobierno.

Cuba y Venezuela

En nuestra región del mundo hemos observado dos importantes agresiones perpetradas con forzadas emigraciones masivas y que son las protagonizadas por Cuba, sobre todo en ciertas etapas preliminares del marxismo en la isla, y por Venezuela más modernamente y más estridentemente protagonizadas.

Cuando el régimen cubano se instaló, creo las condiciones de una emigración para exportar dos tipos de sus ciudadanos: aquella alta burguesía que sabia sería su eterna enemiga, y luego comenzó a hacerlo con infiltrados, sicarios, instructores de guerrillas, etc.

En esa etapa, afectó seriamente la política interna de Chile sobre todo durante el periodo de la Unidad Popular. Por supuesto que su principal víctima y su gran éxito fue la crisis de la democracia venezolana.

En una época mucho más próxima, Chile ha sido víctima de la emigración masiva venezolana sobre todo la ilegal, la que no solo ha estresado al país económicamente si no que ha alterado profundamente la cultura política nacional y ha extremado el conflicto social que es endémico en América Latina.

Yo no sé si este problema de la agresión demográfica que Venezuela le ha propinado a Chile sea debidamente apreciada y prevenida por la estructura de seguridad nacional, pero consta a todos que si ha advertido el peligro, no se ha hecho nada por prevenirlo ni mucho menos por castigarlo.

Es por eso que me propongo alertar con todas mis fuerzas al nuevo gobierno para que responda a esta agresión con medidas simples pero muy efectivas, como es la repatriación de los venezolanos indeseables, la prohibición de remesar dólares a ese país y la ruptura definitiva de todo vinculo, mientras la grotesca dictadura chavista siga torturando a su pueblo.

Eso, más una lucha sin cuartel contra las bandas criminales organizadas venezolanas, será la respuesta apropiada y justificada que nuestro país necesita. (Bio Bio)

Orlando Sáenz Rojas

«Nicea 2025» o la osadía de León XIV

El viernes 28 de noviembre de 2025 entra en los anales de la historia eclesial como un día de ruptura simbólica y reconfiguración. El Papa León XIV, en su primera gira internacional, aterriza en İznik —la antigua Nicea— para conmemorar el 1.700º aniversario del primer concilio ecuménico celebrado en 325 d.C. en ese mismo sitio.

Sobre las ruinas de la basílica asociada históricamente al concilio (hoy al descubierto tras el descenso del nivel del lago de İznik) se reúne con liderazgos de distintas confesiones cristianas: ortodoxos encabezados por Bartolomeo I (Patriarca Ecuménico de Constantinopla), así como representantes de iglesias orientales y otras tradiciones cristianas.

Allí pronuncian una oración ecuménica conjunta, recitan el Credo Niceno y hacen una declaración de unidad, rechazando décadas (y siglos) de divisiones institucionales, disputas doctrinales y rivalidades jurisdiccionales entre iglesias. En la oración ecuménica conjunta liderada por León XIV se omitió deliberadamente la cláusula conocida como “filioque”, la frase latina agregada al Credo que dice que el Espíritu Santo “procede del Padre y del Hijo”. Esa cláusula es rechazada por las iglesias ortodoxas, ya que no formaba parte del credo original de Nicea.

Este silencio no es neutro: la omisión del “filioque” implica pasar por alto una de las causas más estructurales del cisma entre Iglesia occidental (católica romana) e iglesias orientales. Es una suavización simbólica mediante la cual se pretende reconstruir la unidad antigua, pero sin reconocer las razones históricas reales de la ruptura. Al omitir esa tensión, se presupone que la división histórica es superable, como si bastara con regresar al Credo primigenio. Pero eso deja sin atender siglos de teología, de historia doctrinal, de identidades eclesiales propias.

En su discurso, el Papa convoca a la reconciliación de los cristianos, advierte contra la utilización de la religión como instrumento de violencia (más bien una posible continuidad crítica contra el islam siguiendo a Benedicto XVI que declaró al islam una religión de guerra), y afirma la necesidad de testimoniar la fe cristiana desde una “casa común” más allá de las fronteras confesionales.

Este acto —la primera visita de un Papa al lugar original de Nicea, en un contexto ecuménico auténtico— marca un hito, pues no se trata de una conmemoración nostálgica, sino de una reconstitución simbólica del pasado cristiano como fundamento para una nueva proyección de cristiandad global.

Nicea o el origen común

Para comprender el peso simbólico del gesto, es necesario retrotraerse al 20 de mayo de 325 d.C., fecha en que se abrió el Primer Concilio de Nicea, convocado por el emperador Constantino I, con la participación de aproximadamente 300 obispos de todo el Imperio (este y oeste), bajo la presidencia del obispo Osio de Córdoba.

El concilio abordó la crisis arriana —que negaba la divinidad plena de Cristo— y definió que el Hijo es “de la misma sustancia” (homoousios) que el Padre, afirmando por vez primera una tesis que conduciría a la Trinidad. Ese resultado se plasmó en el Credo Niceno, que se convirtió en el símbolo doctrinal uniforme para la cristiandad.

Nicea no solo resolvió una controversia teológica: instauró un referente de unidad doctrinal universal entre cristianos, antes de que las grandes divisiones —cismas, rupturas doctrinales o filiaciones jurisdiccionales— surgieran. En aquel momento, “cristiano” significaba pertenecer a una fe común, no a una denominación separada.

Es decir, León XIV está mostrando que está dispuesto a retrotraerse a épocas en las que no habían fisuras entre cristianos, se busca una reunión previa a cualquier conflicto. Pero va más allá: en Nicea no estuvo el papa. El representante de lo que hoy llamamos “occidente” no era el papa de Roma, sino el emperador.

El papa actual acepta dar gran relevancia a la conmemoración de un hito teológico y político de importancia en donde no hubo papa presente.

Es un gesto de humildad política.

Para muchos teólogos e historiadores, Nicea representa el momento fundacional de la cristiandad como civilización global, de una “oikoumené” compartida.

La crisis de la centralidad romana

Durante siglos, Roma se constituyó en centro institucional, teológico y jurisdiccional del cristianismo occidental. La primacía papal, la sucesión del líder de la cristiandad, la estructura clerical romana, el canon, la liturgia latinocéntrica consolidaron al papado como eje hegemónico en tanto influencia doctrinal y política. Pero además era el fundamento de modelos de sociedad, de la relación con la verdad, con la moral y con la belleza. El imperio romano de occidente cayó hace mucho, pero el efluvio político y metafísico de Roma se mantuvo fuerte por siglos.

Pero eso está terminando. En el mundo contemporáneo esta hegemonía se encuentra seriamente erosionada: el cristianismo global se desvía cada vez más hacia el Sur y el Este, con iglesias pentecostales, ortodoxas orientales, comunidades de base en África, Asia, América Latina. Europa pierde peso. Dos papas americanos lo refrendan. Y es que la secularización en Europa y Occidente erosiona la fuerza cultural del catolicismo romano; sometido además a crisis de liderazgos y la pérdida de credibilidad institucional por los abusos al interior de la Iglesia.

Ese conjunto de transformaciones ha cuestionado la capacidad de Roma para seguir actuando como centro universal. La diversificación confesional, la emergencia de iglesias autónomas, y la volatilidad social ponen en duda la efectividad de un modelo centralizado de autoridad.

En ese contexto, cualquier intento de rearticular la universalidad cristiana requiere —como mínimo— un gesto simbólico de descentramiento, una relectura del origen común que precede las divisiones.

El gesto es una secuencia extraordinaria de mensajes e implícitos.

Desde hace dos mil años, el poder occidental ha girado en torno a un mismo eje geográfico, cultural y estratégico. Ese eje nació en Roma, esto es, nació en un imperio que no solo sometió territorios, sino que inventó una geopolítica del mundo. Para Roma, el poder se definía por el control del Mediterráneo y sus accesos. El Mare Nostrum no era un mar. Más bien, era el centro del universo.

Cuando el imperio cayó, esa arquitectura de poder no cayó con él. La dominación específica se desplomó, pero el poder seguía allí, cambiando de manos.

Primero fue Bizancio, heredando los estrechos vitales del Bósforo y el Dardanelos; luego el cristianismo latino, que alzó la cruz donde antes flameó el águila. Y finalmente, los Estados nacionales europeos continuaron la misma obsesión: dominar las fronteras romanas, las zonas donde Oriente y Occidente chocan, se mezclan, se temen. Sí, una obsesión, la misma por los siglos de los siglos.

Y así tuvimos la marcha de Napoleón hacia Egipto para controlar la llave del Mediterráneo. Y así tuvimos a Hitler delirando con la conquista de la estepa rusa para crear un imperio europeo definitivo, buscando asegurar el corredor histórico que siempre amenazó a Europa desde el Este.

Tras 1945, surgió un nuevo actor.

Un heredero que ni Roma ni Bizancio pudieron imaginar: Estados Unidos.

Él asumió el rol de sheriff global, pero su novedad brillaba con la vieja luz romana, una luz que era la misma misión: defender la civilización occidental y los límites de su espacio imperial histórico.

La OTAN fue su legión.

¿Y hacia dónde marcharon esas legiones modernas?

Hacia los mismos puntos neurálgicos que angustiaran a los cónsules y emperadores: Irak no es aleatorio, pues es la antigua frontera con Persia. Siria y el Líbano no son capricho, son la franja del Levante romano. Egipto vuelve una y otra vez a la historia del poder. El Mar Negro y el Cáucaso siguen siendo la línea roja frente al Este.

Nada ha cambiado.

Cambiaron los trajes, el mapa es el mismo.

No es raro que el Vaticano lea de este modo el proceso.

Occidente aún se piensa como una Roma aggiornada, con su relato de misión universalista, antes civilizadora, luego cristiana, hoy democrática-liberal. Pero la pulsión imperial permanece. El mensaje es claro: nosotros somos la norma del mundo.

Sin embargo…algo se ha roto.

Europa envejece. No tiene rol. O es un jubilado.

Estados Unidos ya no se reconoce a sí mismo en su misión. Confuso y endeudado. Viejo siendo joven.

La fe que dio base simbólica al proyecto occidental está en ruinas culturales, especialmente en su cuna histórica: la Tierra Santa se disputa sin cristianismo. No hay cruzada posible, ni siquiera para perder. En Palestina han caído los cristianos hasta ser el 1%. Judíos y musulmanes disputan la Tierra Santa. El corazón geopolítico sigue siendo romano, pero ya no late al ritmo de la cristiandad que lo justificaba.

Es aquí donde nace la osadía de León XIV.

Geopolítica: El Papa sale de Roma

Es en este escenario que el papa León XIV realiza su visita a İznik. Pero no como mero acto de memoria histórica. Su propuesta es mucho más ambiciosa. Se trata de una reapropiación del origen común para reconstruir una “cristiandad universal” policéntrica.

Al rezar junto a patriarcas ortodoxos y líderes de otras confesiones, sobre las ruinas de la antigua basílica, pronunciar el Credo Niceno y pedir la reconciliación, León XIV no reivindica la primacía de Roma, sino la primacía de la comunión.

Este gesto tiene varios sentidos simultáneos: desmontar la pretensión de hegemonía jurisdiccional de Roma; reconocer la diversidad confesional como parte legítima del cuerpo cristiano; volver a la matriz del propio nombre de la cristiandad cuando “katholikós” usaba ese nombre para referir a la universalidad.

León XIV sale de la discusión del celibato, de las mujeres en el sacerdocio. Y sale de la discusión de los abusos. Se pregunta si la cristiandad tiene un rol con un occidente en decadencia. Y al igual que Agustín, quien dijo ante la caída de Roma que la cristiandad no dependía de Roma; León XIV presenta la cristiandad como una estructura no necesariamente romanocéntrica, sino como comunidad global plural, dialogante y sinodal.

En términos teológicos, es una mutación radical: pasar de un modelo vertical-imperial a un modelo horizontal-ecuménico, de obediencia institucional a comunión de fe.

León XIV ha salido de Roma, pero no para protegerse, no para huir de una crisis. Sale de Roma para reconstruir la cristiandad. El conflicto histórico interno, cada vez más intenso; debe cesar (plantea) porque el islam arrecia.

Con su visita a Turquía —puente entre Oriente y Occidente, entre Cristianismo e Islam—, León XIV reconstruye simbólicamente una “casa común cristiana” justo en un territorio que ya no le pertenece en demografía ni en poder. El mensaje es civilizatorio: la cristiandad como bloque espiritual global, capaz de dialogar con otras tradiciones, pero sin renunciar a su universalidad.

El acto —por tanto— no es solo eclesial, sino geopolítico, ya que propone una reconfiguración del mapa religioso mundial en clave cristiana universal, superando rupturas históricas, cismas, divisiones confesionales y nacionalismos identitarios.

¿Y la osadía trae riesgos?

Este proyecto simbólico, precisamente por lo audaz, arrastra tensiones y peligros: algunas iglesias ortodoxas no participan, ya que hay divisiones internas y conflictos jurisdiccionales no resueltos. La unidad proclamada puede ser más simbólica que real. Pero hay también incomodidad en Roma, naturalmente. Sectores del catolicismo romano tradicional ven con recelo una “descentralización” del primado. Pero hay un asunto problemático más grande: la fragilidad demográfica creciente de la cristiandad.

El gesto de León XIV en İznik no puede interpretarse como un acto menor, conmemorativo o puramente litúrgico. Es —en su profundidad— una operación semiótica y estratégica: reconocer que el modelo romano ya no garantiza la universalidad cristiana y que la Iglesia ya no puede sostener su identidad como centro hegemónico; añadiendo que la supervivencia de la cristiandad requiere un retorno a su origen común y una reconfiguración en clave ecuménica, policéntrica, dialogante.

La tesis central parece ser que la cristiandad global hoy necesita salir simbólicamente de Roma para reconstruir su universalidad. El acto de León XIV en İznik representa esa salida consciente y fundacional.

Es una apuesta, la más arriesgada siglos.

León XIV mete la mano en la rueda de la historia, marcando la época de cambios doctrinales, como ya viene ocurriendo desde Benedicto XVI (que innovó renunciando al papado) y que luego tuvo novedades importantes con Francisco I quien en 2022 publicó la constitución apostólica Praedicate Evangelium, que reorganiza radicalmente la administración de la Iglesia redefiniendo los departamentos del Vaticano dándoles igualdad jurídica.

León continúa innovando, tratando de patear el tablero de un mundo cuyas dinámicas presionan a occidente y a la cristiandad. Por tanto, el viaje a İznik no es una curiosidad diplomática, ni un guiño nostálgico a los orígenes. Es un gesto fundacional para una nueva cristiandad. Es un intento de refundar la comunión cristiana sobre la base original de la fe, no sobre la autoridad heredada de Roma.

Si la Iglesia —en su liderazgo actual— tiene la claridad histórica, teológica y estratégica para sostener esta apuesta, podríamos estar asistiendo al nacimiento de una nueva tesis eclesial, donde la universalidad cristiana se reconstruya desde la pluralidad y no desde la hegemonía romana.

¿Está Roma dispuesta a cuestionar su propio primado para fortalecer el proyecto general ante el asedio islámico?

El gesto del Papa es muy interesante. El Concilio de Nicea (325) definió la identidad cristiana en clave trinitaria y universal. Ese momento históricamente antecede a las grandes rupturas, como la ocurrida poco después con las Iglesias orientales (451), como el Cisma Oriente-Occidente (1054) y como fue la Reforma protestante (siglo XVI).

Por ello Nicea funcionaría como mito de origen común. Retomar Nicea no significa arqueología doctrinal, sino la reconstrucción de una matriz teológica compartida como base para el futuro.

¿Es posible? Está lejos. ¿Ha nacido la idea de la estrategia o de la desesperación? No lo sabemos. Pero es quizás la jugada geopolítica más interesante en largo tiempo. (Bio Bio)

Alberto Mayol

Equipo de Kast aborda desafío de reclutar primer círculo de Gobierno

A solo diez días de la segunda vuelta presidencial, el equipo de José Antonio Kast ha comenzado a desplegar las primeras acciones de preparación para un eventual gobierno, enfocándose en el reclutamiento de personal para la administración pública.

El trabajo está abocado a identificar los tres mil cargos de confianza que serán «críticos» para el buen funcionamiento de La Moneda, más allá de las principales autoridades políticas, como ministros y subsecretarios.

Esta misión de organización y elaboración de perfiles de profesionales está siendo liderada por el exconsejero constitucional Sebastián Figueroa.

Figueroa cuenta con el apoyo del coordinador general de la campaña, Alejandro Irarrázaval, la directora ejecutiva de Ideas Republicanas, Carmen Soza, la subdirectora de Acción Republicana, María Jesús Wulf, y el jefe del área económica, Jorge Quiroz.

Quienes conocen el desarrollo de este trabajo en el comando señalan que los perfiles deben ser una «mezcla» de conocimientos técnicos y experiencia de gobierno, junto con una «habilidad política».

Asimismo, se descarta la importancia de la militancia partidista, priorizando a personas que «crean en el proyecto político del ‘gobierno de emergencia’ que propone Kast».

El equipo realizará un chequeo exhaustivo a quienes lleguen a estos cargos, revisando certificados de antecedentes, deudas de pensión de alimentos, antecedentes financieros y sus publicaciones en redes sociales.

Martín Arrau, coordinador de la campaña de segunda vuelta, indicó que es fundamental «dotar de buenas personas al gobierno», refiriéndose a profesionales con experiencia en el ámbito público y privado.

En cuanto al gabinete de ministros, una fuente del comando indicó que la idea es nombrar a los secretarios de Estado más importantes a más tardar la primera semana de enero.

Kast ha sido claro en que los nombres se revelarán después del 14 de diciembre, añadiendo que muchas veces al adelantarlos «se queman».

Además, personeros recuerdan que Kast ha apuntado a achicar el Estado, por lo que se podría nombrar biministros o triministros en algunas carteras, sobre todo en aquellas consideradas más politizadas.

El exministro Rodrigo Álvarez, miembro del comando de Kast, sostuvo que una adecuada coordinación puede resultar en un trabajo eficiente y que se necesita una «mirada renovada a las relaciones dentro del Estado».

Respecto al rol de los partidos políticos, el comando señaló que, si bien están abiertos a sugerencias, no están dispuestos a un cuoteo político ni a imposiciones.

A pesar de esto, Kast ha manifestado que su gobierno «no será de los republicanos, por los republicanos y para los republicanos», y que si triunfa, deberán estar presentes «todas las personas que han colaborado, porque son visiones distintas, pero complementarias».

ALGUNOS NOMBRES

Un equipo de avanzada del comando del candidato presidencial José Antonio Kast, liderado por Alejandro Irarrázaval, se encuentra en la etapa de revisión de una nómina de profesionales que podrían ocupar altos cargos en el Estado en caso de un triunfo electoral. Esta preselección incluye al menos nueve figuras menores de 45 años, con un perfil técnico y político marcadamente homogéneo.

Los nombres en estudio comparten características clave: todos han cursado sus estudios superiores en la Pontificia Universidad Católica (UC), han formado parte de los dos gobiernos del expresidente Sebastián Piñera en diversos roles y poseen una formación ideológica cimentada en la Fundación Jaime Guzmán (FJG). Este grupo constituye una nueva camada de dirigentes con experiencia en gestión pública.

SEBASTIÁN FIGUEROA (42): LÍDER TERRITORIAL Y HOMBRE DE CONFIANZA

Sebastián Figueroa, ingeniero comercial UC y militante republicano, emerge como una figura central. Con un pasado como exseremi de Educación en el primer mandato de Piñera, exconsejero constitucional y expresidente de la FEUC, Figueroa conoce a Kast desde 2009 y lo acompañó tras su renuncia a la UDI. Su relación de confianza se consolidó al ser su jefe programático educacional en 2021 y coordinador de la campaña territorial. Actualmente, lidera la organización Acción Republicana y es un reclutador clave para el futuro gabinete, siendo una carta segura para un cargo de gestión.

JORGE SAHD (43): EXPERIENCIA EN RELACIONES INTERNACIONALES

El abogado UC con un Máster en Administración Pública de NYU, Jorge Sahd, aporta un perfil técnico en política exterior. Dirige el Centro de Estudios Internacionales de la UC y es académico de Derecho. Ha participado en el Consejo Asesor de Política Exterior y Subrei. Cercano a la estrategia de Kast a través de Cristián Valenzuela, y con experiencia en el equipo de Evelyn Matthei, su nombre suena con fuerza para subsecretarías de Relaciones Exteriores o Económicas Internacionales dado su alto perfil técnico.

FRANCISCO LÓPEZ (44): ENERGÍA Y ÁMBITO PRODUCTIVO

Francisco López, abogado UC y MBA en EE.UU., fue subsecretario de Energía durante el segundo mandato de Piñera, además de asesor en Salud Pública y la Dirección de Presupuestos. Su trayectoria incluye trabajo en Libertad y Desarrollo y la FJG. Cercano a Juan Andrés Fontaine, dirige actualmente el área de Energía de un estudio de abogados. Su experiencia lo posiciona como un candidato idóneo para el Ministerio de Energía o alguna otra cartera del ámbito productivo.

MÁXIMO PAVEZ (42): UNA CARTA POLÍTICA CON INFLUENCIA EN OPOSICIÓN

El abogado UC, militante UDI y exsubsecretario general de la Presidencia en Piñera II, Máximo Pavez, integra el comité de expertos constitucional. Con un pasado en el Movimiento Gremial y la FJG, y una amplia red de contactos en la oposición, fue jefe de gabinete de Kast como diputado. Pavez, pese a sus orígenes gremialistas, se acercó al piñerismo, siendo parte de su círculo de confianza. Es una carta para una cartera política o técnica como el Ministerio de Justicia.

JULIO PERTUZÉ (45): FOCO EN CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Julio Pertuzé, ingeniero civil UC, con un Ph.D. del MIT, es un militante UDI que ejerció como subsecretario de Economía y Empresas de Menor Tamaño en Piñera II. Su especialidad en políticas públicas de ciencia, tecnología, educación superior e inteligencia artificial, lo convierte en una opción sólida para un cargo en el Ministerio de Ciencias o una repartición económica relevante.

OTROS PROFESIONALES EN LA LISTA

Otros nombres que se barajan son el ingeniero comercial UDI Felipe Betancourt (41), exdirector del Fosis y expresidente FEUC, que suena para el área económica o social; la socióloga María Jesús Wulf (35), subdirectora de Acción Republicana y excoordinadora de regiones en el Mineduc, quien trabaja en el programa social del candidato y es una carta para el Segundo Piso o Desarrollo Social. También la ingeniera comercial y magíster en Economía UC María Paz Arzola (38), investigadora de Libertad y Desarrollo con foco en educación, que podría asumir un rol en dicha cartera; y el exdiputado UDI y exembajador ante la OEA, Issa Kort (45), que cuenta con un extenso currículum en relaciones exteriores. (NP-Gemini-Emol-Ex Ante)

Los Frei, los Demócratas y la extrema derecha chilena

Según La historia oculta del régimen militar (1988) de Ascanio Cavallo, Manuel Salazar y Oscar Sepúlveda –la obra periodística más completa y minuciosamente documentada sobre la dictadura–, el cuerpo del Presidente Salvador Allende fue trasladado el 12 de septiembre de 1973 desde Santiago a Viña del Mar, donde fue enterrado en el cementerio público de Santa Inés, sin una placa que señalara la ubicación de su tumba.

Ese mismo día, la Junta Militar celebró su primera reunión presencial, a la que asistieron los  comandantes en Jefe del Ejército, Augusto Pinochet; la Fuerza Aérea, Gustavo Leigh; la Armada, José Toribio Merino; y el general director de Carabineros, César Mendoza.

El rol de mando se hace explícito en el documento fundacional del 11 de septiembre de 1973, donde la segunda cláusula del Decreto Ley 1 designó formalmente a Pinochet como presidente de la Junta desde ese mismo día.

El entonces presidente del Senado y uno de los principales opositores políticos al Gobierno de Salvador Allende, el democratacristiano Eduardo Frei Montalva, había identificado tempranamente que el núcleo del poder de la Junta radicaba en Pinochet.

En sus conversaciones con las periodistas Raquel Correa y Elizabeth Subercaseaux recopiladas en el libro Ego Sum Pinochet (1989), el dictador ofrece una curiosa enseñanza al momento de recordar las insistentes llamadas que recibió del expresidente DC el día del golpe:

“¿Saben cuándo vine a quedar en el poder? Les voy a contar cuándo. Fue ese mismo día del golpe. El mismo once. Estábamos peleando en la mañana y se me acerca un oficial y me dice: ‘Mi General, aquí está llamando el señor Frei, y dice que si usted lo necesita está en el teléfono tal, tal y tal’. Una hora más tarde, llama de nuevo. ‘Habla Frei. Dígale al General Pinochet que me voy a cambiar al teléfono tal, tal y tal. Si me necesita para algo me puede encontrar en ese número’. Cuando llamó por tercera vez, le dije al oficial: ‘Dígale al señor Frei que no me interesa. Acá estamos nosotros actuando solos’”.

El primer decreto de la Junta emitido el 11 de septiembre también expone las motivaciones detrás de las actuaciones tildadas como una “misión suprema”: salvaguardar la nación y asegurar su supervivencia frente a “la intromisión de una ideología dogmática y excluyente, inspirada en los principios foráneos del marxismo-leninismo”. El Decreto Ley 2 reconocía implícitamente que, en adelante, la Junta gobernaría por decreto. Por su parte, el Decreto Ley 3 declaró sin ambigüedad un Estado de Sitio en todo el territorio nacional. A ello siguió rápidamente el Decreto Ley 4 que proclamó un Estado de Emergencia en todo el país, estableciendo la división de provincias y departamentos y la designación de sus respectivos jefes.

El 12 de septiembre, se promulgó el Decreto Ley 5 para “precisar” que el Estado de Sitio declarado en respuesta a conmociones internas (Decreto  Ley 3) debía entenderse como un “Estado o Tiempo de Guerra”. Entre las justificaciones expuestas en este decreto figuraba “La necesidad de reprimir en la forma más drástica posible las acciones que se están cometiendo contra la integridad física del personal de las Fuerzas Armadas, de Carabineros y de la población en general”. Para tal fin, se añadió una cláusula al artículo 281 del Código de Justicia Militar: “Cuando así lo exija la seguridad de los atacados, los autores podrán ser muertos en el acto”.

Junto con estas definiciones iniciales, surgieron dos preocupaciones urgentes durante la primera reunión de la Junta: por un lado, la necesidad inmediata de conformar un equipo de gobierno. Por el otro, la cuestión más amplia sobre cuánto tiempo pretendía mantenerse en el poder el régimen militar tras el derrocamiento del Gobierno de Allende.

En relación con la preocupación más inmediata, la cúpula militar optó por distribuir los ministerios clave entre las principales ramas de las Fuerzas Armadas y Carabineros representadas en la Junta. Todo indica que tras la estrategia para derrocar al Gobierno no había existido una planificación previa detallada por parte del alto mando respecto de las exigencias prácticas de gobernar después del golpe.

En cuanto al dilema de mediano plazo, las proyecciones iniciales contemplaban prolongar el régimen militar hasta el 4 de noviembre de 1976, fecha en que el mandato presidencial de Allende concluía oficialmente. Para la facción mayoritaria del Partido Demócrata Cristiano que apoyó el golpe, este plazo se consideraba más que suficiente para preparar la reapertura democrática y la convocatoria de nuevas elecciones.

Aunque el golpe implicó un despliegue militar y operativo directo en las principales ciudades del país, las “liturgias del poder” no quedaron del todo suspendidas. Un ejemplo elocuente lo constituye la celebración del tradicional Te Deum que tuvo lugar apenas una semana después del golpe, cuando La Moneda aún humeaba producto del bombardeo.

En aquella ocasión, los miembros de la Junta fueron acompañados por los representantes del Poder Judicial, además de tres expresidentes de la República: Gabriel González Videla (1946-1952), Jorge Alessandri (1958-1964) y Eduardo Frei Montalva (1964-1970), según consta en imágenes de archivo recuperadas por la Cineteca Nacional de Chile, en un documento de invaluable valor para la memoria fílmica y política del país. En aquella oportunidad, Frei dijo a la prensa que asistía para “orar por la paz y la reconstrucción de la patria”.

La presencia de figuras prominentes de la clase política tradicional en este acto ecuménico –que habían respaldado la tesis del derrocamiento– adquirió especial relevancia para la Junta, que desde el comienzo buscó proyectar una imagen de “normalidad”, pese a haber declarado días antes que el país se encontraba en un “Estado o Tiempo de Guerra”. Un ejemplo revelador de este esfuerzo es el Decreto Ley 11, promulgado el 17 de septiembre, que establecía –dada “la necesidad de que el país permanezca paralizado el menor tiempo posible”– que el 19 de septiembre de 1973 sería considerado día laboral para la actividad pública y privada, pese a tratarse de una festividad nacional tradicional.

Años después, cuando la Democracia Cristiana se percató de que los militares y la extrema derecha civil instalada en la burocracia del Estado tenían “metas y no plazos”, pasó a la oposición. Frei Montalva, que había apoyado previamente la tesis del derrocamiento respaldando de manera pública y privada el golpe de Estado, se convirtió así en uno de los principales opositores al régimen.

En 1982, Eduardo Frei padre encontraría la muerte. De acuerdo con el documentado libro de su hija Carmen Frei, Magnicidio, su padre no murió por las complicaciones médicas que lo aquejaban, sino porque fue víctima de un asesinato político perpetrado durante la dictadura de Pinochet por agentes vinculados a los organismos de seguridad. Ante el fallo de la Corte Suprema en 2023 que absolvió a los condenados por la muerte del expresidente, Carmen Frei sostuvo que mantenían la convicción de que su padre había sido asesinado.

Volver al futuro 

De cara a la segunda vuelta presidencial del próximo 14 de diciembre de 2025, el expresidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle ha manifestado su apoyo explícito a la extrema derecha chilena representada por José Antonio Kast. Lo mismo ha hecho el Partido Demócratas, conducido por Ximena Rincón.

Tanto el exmandatario como la facción conservadora escindida de la Democracia Cristiana —y otros actores provenientes de partidos de la ex Concertación— se han desplazado desde los márgenes de la centroizquierda para alinearse hoy como vagón de cola de la extrema derecha. Este movimiento, sin embargo, está lejos de ser nuevo, tanto histórica como coyunturalmente.

Frei Ruiz-Tagle había decidido tempranamente inclinarse por la opción Rechazo en el plebiscito constitucional de salida de junio de 2022. De modo similar, la facción conservadora de la Democracia Cristiana –junto con militantes de la ex Concertación– tomó partido decididamente por el Rechazo el 4 de septiembre de ese mismo año, cuando las directivas de sus partidos de origen optaron por el Apruebo. En este contexto, uno de los casos más emblemáticos fue el de la exministra de Michelle Bachelet, Ximena Rincón, quien asumió un rol central en la campaña de la denominada “centroizquierda por el Rechazo”.

La victoria del Rechazo no solo abrió camino al ascenso de la ultraderecha en los procesos electorales posteriores, sino que además estimuló la creación de nuevas agrupaciones políticas lideradas por esos sectores conservadores que habían perdido el predominio dentro de los partidos de la ex Concertación. Entre ellas, Amarillos y Demócratas. Más tarde, tanto Frei Ruiz-Tagle como dichas colectividades manifestaron su respaldo A Favor de la llamada “Kastitución” en el plebiscito del 17 de diciembre de 2023.

Recientemente, el expresidente recibió a Kast en su casa para respaldar su programa de emergencia, impregnado del inconfundible tufillo de los Decretos Ley dictados en los orígenes de la dictadura, aquellos que, en su momento, el expresidente Frei Montalva apoyó. Este lunes, y en un acto preparado para la ocasión, el Partido Demócratas, liderado por Rincón, formalizó también su apoyo explícito a Kast y a su “Gobierno de emergencia”.

Y es que la historia no se repite, pero rima. (El Mostrador)

Andrés Cabrera