Otra mala semana-Sergio Melnick

Otra mala semana-Sergio Melnick

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La encuesta Cadem muestra que el gobierno se mantiene en torno al 20% de aprobación y el 70% de rechazo. El 88% del país le atribuía carisma a Bachelet; aun hoy el 57% del país estima que lo tiene. Pero al 69% de la población la Mandataria no le genera confianza, el 70% dice que no tiene la capacidad para solucionar los problemas del país, y un 69% dice que no cumple con lo que promete.

El gabinete tiene el magro 13% de aprobación y el increíble rechazo del 76%, esto incluso luego del cambio del ministro del Interior. El nuevo ministro, sin duda de altos galardones, entró por la puerta lateral y nadie parece esperar mucho de su gestión. Los medios lo han calificado como un “yes man” restándole así toda influencia. El nuevo vicepresidente no ha logrado marcar agenda ni protagonismo alguno. El PPD lo presiona con el tema del aborto, claramente marcando así su máxima debilidad dada su postura religiosa. Los medios indican que el hombre fuerte del Ministerio del Interior es Aleuy, tema que se arrastra desde Burgos. El ministro de Hacienda, también de grandes pergaminos técnicos, no puede hacer prevalecer la cordura mínima en el manejo fiscal; sus opiniones sobre las leyes sindicales simplemente no se consideran y debe ceder frente al PC por el salario mínimo. Sus discursos son correctos, sus acciones no lo son. Y ya cuando él mismo públicamente descarta su renuncia, muestra la delicada situación en que se encuentra.

En los temas más específicos de gestión, el rechazo de la población es elocuente. El 90% desaprueba lo que está haciendo el gobierno en el tema de la delincuencia. Un 88% rechaza el manejo de la corrupción, el 82% el manejo de la salud pública, y un 74% rechaza el manejo económico.

La reforma educacional ha alcanzado el peak de rechazo con un 71%, así como la reforma sindical que tiene un 61% de rechazo y un magro 20% de apoyo. Ya avanzando en el tercer año de este gobierno, más del 70% del país estima que vamos por mal camino. Lo curioso es que al iniciarse el gobierno, un 78% estimaba justo lo contrario. Es decir, se recibió un país bullante y en apenas dos años, estamos raspando la olla, según lo estima la población. Un 85% estima que la economía está mal, y no se equivoca.

La Mandataria está como ausente y no marca rumbos. Se la ve desorientada, y tiende a hablar con un tono como lastimero. Para algunos de su propia coalición, o está viajando o está encerrada en La Moneda con sus tres asesoras regalonas, anunciando ya el inicio irreversible del famoso pato cojo. El gobierno se trata de apoyar en la idea de la obra gruesa, pero la evidencia señala que está llena de falencias técnicas que no permitirán sostener al edificio. Desde la Nueva Mayoría le piden más cambios de gabinete, y poco a poco los parlamentarios se desligan del gobierno para enfrentar sus propias elecciones el próximo año. El gobierno trata de marcar un triunfo por los cabildos, pero además de una participación irrelevante estadísticamente, conducen a nada, más allá del discurso retórico. La desprolijidad del proceso sólo fue una muestra más de la improvisación que ha caracterizado a este gobierno.

Entre tanto siguen las movilizaciones estudiantiles con una intransigencia y violencia de no creer. También hay problemas muy serios en el Transantiago. Y vuelve a crecer la deuda de los hospitales públicos a pesar de la fuerte inyección de recursos en marzo. Viene la tan mentada ley de educación superior, que ya recibe fuertes críticas antes de ser presentada. Una ley de corte totalmente estatista que incrementa el poder del cartel del Cruch y que tratará de ejercer el control político de las universidades privadas a como dé lugar. Es difícil que dicha ley sea aprobada antes del presupuesto, por lo que el gobierno seguirá con el resquicio legal de la glosa para la gratuidad, amparando así sus improvisaciones y abierta discriminación.

En tanto, las cifras económicas siguen dando malas noticias, a lo que se agrega ahora la incertidumbre por el tema Brexit. Valdés tendrá que luchar por no aumentar el gasto más del 2% o 3%, y la Nueva Mayoría presionará exactamente en el sentido contrario, especialmente en un año de elecciones. El lema que han planteado en sus discusiones es: “mejor ganar con déficit fiscal que perder con equilibrio presupuestario”. Súmese a ello los cientos o miles de pensiones políticas a falsos exonerados y la impunidad de quienes los avalaron y el cuadro de descomposición es alarmante. La guinda de la torta es el aumento del desempleo anunciado el jueves, que seguirá creciendo durante el año.

A estas alturas ya se ha perdido la esperanza de que el gobierno reaccione republicanamente frente a sus errores y se mueva al gran camino de los acuerdos. Es decir, que gobierne para todos, no sólo para los suyos.

 

Fuente: Edición Original La Tercera

 

Fotografía: La Tercera

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