De todas formas, surgen algunas preguntas de su propuesta. Primero, llama la atención que descarte con tanta rapidez las otras opciones que esboza, a saber, una comisión de expertos y el Congreso Nacional. ¿Hubo “cosa juzgada” en el plebiscito de entrada que nos impide revisar los mecanismos alternativos a una nueva asamblea? Segundo, omite un par de novedades en la elección de la actual Convención, la paridad de género y las cuotas para candidaturas con discapacidad. ¿Deberíamos reservar 35 escaños por sexo en su propuesta? Durante el trabajo de la Convención, esta última desarrolló la paridad comenzando por tratarla como un techo (50/50) para luego concebirla como un piso (mujeres podrían superar dicha proporción, mas no los hombres). ¿Es una fórmula que deberíamos replicar electoralmente? ¿O deberíamos volver a las cuotas de género que rigen las elecciones parlamentarias, solo para la composición de listas, sin alterar corregir la composición final por género?
Menos visible fue la cuota obligatoria aplicable a candidaturas de partidos políticos o sus listas de reservar un 5% para personas con discapacidad. El resultado fue magro para este grupo desprotegido electoralmente: una convencional de 155.
Las listas de independientes no fueron conminadas a cumplir con dicha exigencia. Y la Convención no lo hizo mejor: su Mesa, autodefinida de “inclusiva”, no incorporó a dicha convencional entre sus vicepresidencias titulares ni adjuntas. ¿Cómo podríamos lograr una mejor visibilidad de estas personas en un futuro proceso? (El Mercurio Cartas)
Pablo Fuenzalida
Investigador CEP



