Neo-culto a la Personalidad

Neo-culto a la Personalidad

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Cuando a mediados del siglo pasado, el entonces Secretario General del PC soviético, Nikita Jrushchov, denunciara a su predecesor, Joseph Stalin, pública, aunque tardíamente porque éste ya había muerto, por su inveterada costumbre de auto consagrarse en altares cívico-revolucionarios, para así transformarse en figura reverencial del régimen, habló por primera vez en la historia, de “Culto a la Personalidad”.

A partir de aquel momento, el campo de las ciencias sociales y políticas, contaron con un concepto con el que poder clasificar aquella tendencia de tantos redentores auto coronados, de impulsar la transformación de su imagen en objeto de devoción y de buscar que los procesos sociales y políticos fueran atribuidos más a su halo personal, rayano en lo mágico y sobre natural, que a la acción colectiva concreta.

Trujillo en República Dominicana, Mao en China, Franco en España o Perón en Argentina, son sólo algunos ejemplos de este mecanismo de dominación carismática.

Y si bien es cierto el culto a la personalidad pareciera propio del pasado, la verdad es que nunca desapareció completamente del quehacer político, incluso en regímenes democráticos. Y más aún, hoy, en tiempos de populismos y fake news, uno intuye la existencia de una enorme tentación, por parte de hombres y mujeres dedicados a la vida política, de caer en las fauces de este recurso, eso sí, teniendo a disposición la tecnología del siglo XXI, con lo que las posibilidades de transmisión y caja de resonancia de estas prácticas de auto-ensalzamiento, más o menos sutiles, más o menos burdas, se multiplican vertiginosamente.

Así las cosas, al alero de Instagram, Facebook y Twitter, se ha configurado un “Neo-Culto a la personalidad”, para el que ya no se necesita de la mega maquinaria propagandística al estilo bolchevique, fascista o nacional socialista, sino que para el que bastan, una cuota importante de vanidad, un puñado de recursos fiscales, una cuenta abierta en estas redes sociales,  y sobre todo, del poder que otorga el ejercicio gubernativo.

En este ámbito, Chile no es la excepción y el caso de la alcaldesa de una populosa comuna de la Región Metropolitana, da para tesis doctoral. Porque como si fuera inspirada por una especie de megalomanía narcisa e inconsciente y a pesar de las advertencias, de las críticas y de los pronunciamientos, no sólo de sus detractores sino también de la mismísima Contraloría General de la República, ella se empecina en usar su nombre y su imagen para promocionar y anunciar acciones que son institucionales. Con ello, lo que es un derecho, se transforma en dádiva y lo que es producto de una acción política de discusión y búsqueda de acuerdos entre actores diversos, queda reducido a un mero capricho individual.

Lamentablemente lo descrito va más allá de ser una anécdota risible y marcada por la levedad. Hoy el contexto latinoamericano y mundial, es bastante proclive a valorar soluciones autoritarias y populistas de derechas e izquierdas, y el Neo-Culto a la Personalidad, pareciera una derivada peligrosa, de esta ola mundial.

Resistirse a ella, o más bien, buscar alternativas, tiene mucho que ver con la calidad de la democracia, con la educación cívica, pero por sobre todo, está relacionada con la capacidad de reflexión y de comprender que el gobierno no es un botín que puede usarse a antojo y que se comparte únicamente con el fan club. (La Tercera)

Tito Flores

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