El acuerdo alcanzado con Irán por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, para limitar su desarrollo nuclear solamente a fines pacíficos, y asegurar que tampoco adquirirá armas nucleares, es una buena noticia para el mundo. En América Latina somos especialmente sensibles a ello, porque desde 1967, mediante el Tratado de Tlatelolco, que integran treinta y tres países, nuestra región es una zona libre de armas nucleares, y la experimentación o el uso de la energía nuclear solo tienen finalidad científica, energética o productiva. Es una importante contribución histórica de América Latina a la paz global. El ejemplo pionero latinoamericano fue seguido por otras zonas del mundo, generando tratados similares en el Pacífico Sur, Sudeste Asiático, África, Asia Central y Mongolia.
Es un motivo de satisfacción que se haya impuesto una combinación virtuosa de humanidad y pragmatismo. Pero este es solo un pequeñísimo paso en la dirección correcta, porque se calcula que existen en el mundo cerca de 20.000 armas nucleares activas, en poder de diez países que son miembros del Tratado mundial de No Proliferación Nuclear, entre ellos todos los del Consejo de Seguridad, y de otros cuatro que no han firmado dicho Tratado.
Con este pacto, que deberá ser ratificado por el Consejo de Seguridad de la ONU, se puso fin a diez años de crisis iniciados en 2006, cuando Irán quedó prácticamente fuera del sistema internacional, suspendido por la Agencia Internacional de la Energía Atómica. Con el plan de levantamiento progresivo de las sanciones, Irán vuelve a la comunidad internacional tanto en el orden político, como potencial aliado para la lucha contra el terrorismo.
Los análisis más agudos nos dicen que este acuerdo no se basa en cuestiones éticas, sino pragmáticas: por una parte, Estados Unidos y sus aliados no tendrían hoy la capacidad económica para sostener una crisis prolongada en la zona y luchar contra el EI, y por su parte Irán está ahogado por las sanciones.
El Presidente iraní ya tuvo inmediatamente reuniones en Roma y París no solo a nivel político, sino también con empresarios y banqueros. Se dice que necesita 250 mil millones de dólares para activar la industria petrolera y al mismo tiempo requiere renovar su flota aérea, para lo que ya encargó 117 Airbus en Europa. Business are business, siempre que traigan la paz y el desarrollo, nada que objetar en mi opinión.
El tema religioso juega, en estos momentos, un papel importante en el acercamiento, por eso que el Presidente Rohani a pocos días del acuerdo, visitó el Vaticano y dio señales claras de una colaboración para frenar el terrorismo. Algunos países árabes le temen a este despertar, e Israel recela de la sinceridad de Irán y de la capacidad de verificación de las agencias encargadas. Todo eso habrá que verlo, y por el momento debemos alegrarnos de este hito tan importante para la comunidad internacional.


